La Wycherly, de Ross Macdonald

Ross Macdonald, en su serie del detective Lew Archer, parecía tener una máxima como era la de "los ricos también lloran". Esa expresión es menos piadosa de lo que parece. La tesis de esas novelas, en las cuales muy a menudo Archer es contratado por una familia rica para lavar los trapos sucios en casa o para solventar discretamente un asunto turbio, es que en efecto los ricos son personas absolutamente normales que tienen las mismas virtudes y defectos que los menos favorecidos, pero con un elemento diferencial que es el dinero; y el dinero es tan diferencial que hace que los intereses, la sordidez, la ambición y la posibilidad del crimen se multipliquen.
En definitiva, que en origen de muchos de los males que aquejan a esa población por encima de la media está justamente lo que la hace diferente. Es bien curioso contemplar cómo muchas veces Macdonald nos presenta a un Archer que, más que actor, es mero espectador de unas luchas terribles alrededor de un paquete de muchos dólares, o de mucho poder, o de mucha influencia. Más curioso todavía por el contraste que Archer representa: un detective de clase media, que trabaja cuando puede y al que se le paga por su tiempo y esfuerzo, muchas veces mal visto por aquellos que le han contratado, pero que es fundamentalmente honesto y al que la proximidad del dinero no le afecta para nada en su sistema de valores. Tal vez sea porque ha visto demasiadas veces lo que causa la acumulación de excesivo dinero y poder.
En la novela que nos ocupa, Archer tiene que buscar la hija de un millonario, desaparecida el mismo día en que el millonario se iba tres meses de crucero por los mares del sur para recuperarse del traumático divorcio de su esposa. Lo cual ya es una metáfora de cómo curan sus depresiones los ricos.
Como dice el texto de contraportada, "¿Qué es lo que aquí se investiga? ¿Un secuestro? ¿Un crimen? ¿Una serie de extorsiones?" Porque en efecto, todo eso puede ser parte del caso, incluso todo a la vez. El caso es que no se sabe nada de la hija... pero tampoco de la madre divorciada.
Por una vez, las sorpresas de la trama son importantes, de modo que las dejaré sin desvelar. No es que la trama no tenga importancia en las novelas de Macdonald, pero en algunas de ellas se puede llegar a un punto avanzado sin destrozar el final, mientras que en La Wycherly adelantar algunos detalles sería destrozar todo el argumento. Confío en que sea reeditada en castellano algún día.
Y con eso que he dicho sobre el argumento no quiero expresar que el resto de características, que les he apuntado al principio de esta reseña, no sean importantes. En las novelas de Macdonald, el ambiente moral lo es casi todo. Y la indagación de la psicología de los personajes, también. Pero la elección de los que contratan a Archer no es casual.
Y no es tanto como un consuelo para los pobres el ver la depravación que causa la riqueza como una advertencia para todos.

(The Wycherly Woman) 

Ed. Alfa, col. Los Extraordinarios
Barcelona, 1982 [1961]
Serie Detective Lew Archer nº 9

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