Picnic, de Joshua Logan

SESIÓN MATINAL

(Picnic); 1955

Director: Joshua Logan; Guión: Daniel Taradash basado en la obra teatral de William Inge; Intérpretes: William Holden (Hal Carter), Kim Novak (Marjorie "Madge" Owens), Rosalind Russell (Rosemary, la maestra), Susan Strasberg (Millie Owens), Arthur O'Connell (Howard Bevans), Cliff Robertson (Alan Benson), Betty Field (Flo Owens), Verna Felton (Helen Potts), Reta Shaw (Irma Kronkite); Dir. de fotografía: James Wong Howe; Música: George Duning; Diseño de produccción: Jo Mielziner; Dir. artística: William Flannery; Montaje : Charles Nelson, William A. Lyon.

He aquí un melodrama como hay pocos, y sin embargo uno que tiene características tan peculiares que es un ejemplar único. En primer lugar, y ante las mismísimas narices de los censores del código Hays, esta película tiene una carga sexual fortísima, que sin duda les pasó inadvertida (dejando aparte la cuantificación de su inteligencia) debido a que cumplía con todas las normas establecidas pero las transgredía ideológicamente todas. El torso desnudo de William Holden, así como el baile en las escaleras de Kim Novak se han convertido en icónicos para muchas generaciones, hasta adquirir proporciones legendarias.
Y el argumento, si lo vamos a mirar, es la simplicidad misma. Esquemáticamente, un vagabundo llega a una pequeña ciudad donde vive un amigo suyo que puede darle trabajo, se enamora de la novia de éste, y ella le corresponde. Un argumento de melodrama como muchas veces se ha visto.
Lo que sucede es que el planteamiento es muy distinto. En efecto, Hal Carter (interpretado de forma magistral por William Holden) llega a esta ciudad y sucede lo anteriormente dicho, pero su llegada provoca una auténtica revolución en todas las mujeres que se le cruzan al paso. No sólo en Kim Novak, la novia de su amigo, que está harta de que le digan que es bonita y que por tanto mira con ojos nuevos a un hombre que la divierte, la entretiene, y que es despreocupado, sino en la hermana de ésta, en la maestra, en la que despierta deseo y frustración; incluso en la señora Owen, la madre de las hermanas. Llega un momento en la que la tensión puede cortarse con un cuchillo.
Hay que ver Picnic para darse cuenta de toda la carga subrepticia que lleva, pero sólo les daré un detalle que muestra a las claras que los que estaban detrás de la película, director, guionista, etc., sabían muy bien a qué estaban jugando. En el transcurso de una escena tensa, Rosemary (Rosalind Russell) rompe en público la camisa de William Holden. Y éste cubre el trozo de carne expuesta (un hombro y un pectoral, no más) con un sentimiento de pudor, de vergüenza, que hasta entonces sólo se había visto en las interpretaciones femeninas. Esta inversión de papeles, este apuntar a que lo que se está contando es una historia de unos personajes, sí, pero también una historia del modo de vida de una pequeña ciudad de provincias, con todas sus frustraciones, es lo notable de esta película.

Tráiler:

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