A Sus Plantas Rendido un León, de Osvaldo Soriano
Mondadori, col. Narrativa
Madrid, 1987 [1986]
Reeditado por Seix Barral
Osvaldo Soriano, del que ya hemos visto su puesta en solfa humorística de lo que podríamos llamar "lumpenespionaje" y ciertos tics argentinos en El Ojo de la Patria, vuelve a la carga aquí en la misma tesitura, en este caso sobre la diplomacia y uno de los altos y bajos de la idiosincrasia nacional argentina, la Guerra de las Malvinas.
Porque, en efecto, el león no es otro que Inglaterra y las plantas ante las que está rendido son las de Argentina. Por lo menos durante unos días...
El cónsul argentino en un país africano, Bertoldi, no es ni cónsul. Es un oscuro funcionario eventual que, cuando el auténtico embajador toma las de villadiego sin dar ninguna explicación ni comunicarlo a nadie, asume la representación (y el sueldo) del país sin el menor rebozo. Cuando recibe una nota intimidatoria del embajador inglés, lo primero que piensa es que se ha descubierto su relación con la esposa de éste. Pero no. Lo que ha sucedido es que Argentina ha invadido las Malvinas, de lo cual se entera por la radio. A partir de entonces se empieza a librar otra batalla en el sector diplomático de ese país dejado de la mano de dios, una que va entre la búsqueda del aislamiento de Argentina y el convertir a Bertoldi en un apestado social. Mientras, Bertoldi trama su guerra particular, que consiste en robar la bandera británica y plantar la argentina en la representación del Reino Unido.
La capacidad satírica de Soriano parte de lo general para llevarlo a lo concreto y convertirlo en ridículo. En extremo ácido con todos los temas, no tiene freno en burlarse de los tics de su país, de una manera que no extrañaría que resultaran incómodos para sus connacionales, pero que vistos desde la óptica humorística no quedan más que como eso, unos tics más próximos a lo ridículo que a lo trascendente.
Si las Malvinas son un leit-motiv de la educación patriótica argentina, Soriano nos advierte que el paso del patriotismo a lo patriotero, de lo identitario a lo manipulable, es muy corto. Y ridículo. Tanto como el orgullo de ver ondear la albiceleste en un jardín mientras el representante que no es Bertoldi recibe todas las bofetadas del mundo por parte de los guardias escoceses. Es fácil, pero muy cierto, asimilar a Bertoldi con el hombre medio que cumple, más allá del deber, con su obligación, mientras son otros que jamás aparecen por el escenario de los hechos los que se enorgullecen de ello. Es fácil, pero también muy real.
2 comentarios:
Mi sensación según iba leyendo este libro, con sus personajes y sus aventuras, era como la de una película de los hermanos Marx sobre papel. ¡Más madera!
Hola, Mannelig:
Buen símil. En ciertos momentos, en efecto, se parece a las aventuras de los Marx. En el mismo estilo, te recomiendo la del mismo autor "El Ojo de la Patria", con el mismo espíritu y todavía más, si cabe, dosis de surrealismo.
Un saludo!
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