El Napoleón de Notting Hill, de Gilbert Keith Chesterton

(The Napoleon of Notting Hill)
Ed. Pre-Textos, col. Narrativa Clásicos
Madrid, 2002 [1904]
Trad., prólogo y notas de César Palma

Chesterton fue persona notable, autor prolífico y un maestro del humor británico, tanto en el sentido del nonsense como en el del satírico. Esta novela no es una excepción, pero tiene características propias que la hacen original.
En primer lugar, uno podría definirla como una ucronía, puesto que su acción se sitúa en 1984, ochenta años después de ser escrita, si no fuera porque Chesterton no carga las tintas en lo que "podría suceder si", antes bien, el Londres que representa es idéntico, como señala el autor, al de 1904; simplemente Chesterton (del que siempre he sospechado que era un anarquista de orden) hace evolucionar el sistema político británico a una monarquía por sorteo que es la cabeza de una burocracia impersonal que sustituye al legislativo y al ejecutivo. En segundo, que la plausibilidad del planteamiento no importa al autor. Ni el mismo Chesterton cree que el mundo que presenta se vaya a producir.
Y no es que no haya tesis políticas en el libro, pero como señala César Palma, las interpretaciones en este sentido pueden ser perfectamente válidas aun cuando sean divergentes.
En realidad, y está bien señalado, esta novela tiene más puntos de contacto con el Elogio de la Locura de Erasmo de Rotterdam que con otra cosa.
En este mundo monótono y tremendamente no-nonsense, el agraciado rey Auberon Quin (y el nombre de Auberon ya lleva connotaciones relacionadas con el Oberón del Sueño de una Noche de Verano) decreta la independencia de las ciudades que componen Londres, estableciendo un complicado protocolo y unos entre demenciales y satíricos ornamentos y regalías. Todo ello una bufonada realizada con y por el espíritu de la bufonada. Pero el humor puede ser y es peligroso: si alguien se lo toma en serio, puede tener consecuencias. Y la consecuencia es que el Preboste de Notting Hill, un idealista como pocos, se toma muy en serio su cargo, su orgullo de barrio y sus prerrogativas. Y, al negarse a una expropiación para la construcción de una avenida, desencadena una geurra entre los barrios londinenses. Todavía más: el resto de los ciudadanos, incluido el rey, empiezan a pensar en sus términos, cayendo en la trampa. La humorada que nadie, ni el rey, se tomaba en serio, entonces se convierte en paradigma, y uno perdurable, puesto que proporciona motivos de identificación a la gente.
A diferencia del Elogio de la Locura, que era más serio y filosófico de lo que podía parecer por su planteamiento, El Napoleón de Notting Hill tiene más carga humorística funcionante, e igual carga filosófica; tal vez porque es difícil leer a Erasmo sin los ojos de una persona del siglo XVI, mientras que Chesterton nos es más cercano. En cualquier caso, los mensajes son similares: nada es peor que el tedio y la monotonía; nada hay más estimulante que el humor; nada es más peligroso que la seriedad extrema; nada tiene tantas consecuencias como la risa, aunque algunas sean imprevistas. Y sobre todo, que ese humor y alegría no pueden ser despreciados y suprimidos. El precio a pagar por hacerlo es excesivo. Porque, como dice Chesterton, «el ser humano no ve ningún antagonismo real entre la risa y el respeto». Entre el humor y la trascendencia, podríamos precisar nosotros.

Portada y sinopsis

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4 comentarios:

Magda dijo...

El fino humor corrosivo de Chesterton, aunque corrosivo y fino parezca que no pueden ir juntos, él lo consigue.

No he leído ésta, creo que la pongo en cola.

:)

Lluís Salvador dijo...

Hola, Magda:
Es un libro sorprendente. Entre otras cosas porque no pretende imponer ninguna tesis. Se limita a dejar que la fantasía siga su camino y que el lector piense (si quiere). En cualquier caso, tiene más trasfondo de lo que en un principio parecería como humorada.
Un saludo!

Claudio Soto dijo...

Lo estoy leyendo y ya en la primera línea aparece ese humor tan propio de él. No exagero, como otros ya han destacado en GKC que en cada página que escribe logra sacarnos una sonrisa. Pero volviendo al contenido más de fonde de lo que llevo leído se aprecia el inalterable empeño de Chesterton de defender la grandeza de lo pequeño, de lo sencillo, del lugar donde uno nació, se enamoró y creció.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Claudio:
Bienvenido a este blog.
Gracias por el comentario, el aporte y la opinión. Es cierto que no en todas las páginas Chesterton extraiga del lector una sonrisa o una risa, pero lo que sí transmiten muchas de sus obras es un humor general, un estado de ánimo benéfico. En el que tiene mucho que ver esto que comentas de las pequeñas cosas...
Un saludo!