El Color Surgido del Espacio, de Howard Phillips Lovecraft

(The Colour Out of Space)
En Necronomicón I: Los Horrores de Dunwich y Otros Relatos
Barral Editores, col. Literatura Narrativa
Barcelona, 19742 [1927]

La máxima creación de Lovecraft son los llamados Mitos de Cthulhu (aunque él los denominaba "mis yog-sothotherías") o, lo que es lo mismo, la instauración del horror cósmico en la literatura. Creador de todo un ciclo, que compartió e intercambió con otros escritores del género y exportó, por así decir, a otros escritores posteriores, esta vez de género o no, admirado por Borges, algunos de cuyos cuentos deben mucho a Lovecraft, es posible detectar influencias suyas en relatos de Julio Cortázar, por ejemplo, y la potencia del libro prohibido y secreto se percibe en escritores cuya calidad va de lo sublime a lo abismal y su adscripción, del mainstream al mero thriller ocultista.
Los Mitos de Cthulhu resultan atractivos por su parafernalia de dioses y seres, por su biblioteca de grimorios perdidos, por sus paisajes desolados y sus poblaciones degeneradas y endogámicas, que redefinen el concepto de "humanidad", pero su auténtica potencia radica en ese horror innominado y desconocido, en la insinuación, que en sus relatos se convierte en certeza, de la existencia de otros seres que están más allá de nuestro concepto del Bien y del Mal y a los que, declara Lovecraft, importamos muy poco o nada. Semejante, no horror vacui, antes bien un terror a conocer esa verdad y reconocer nuestra indefensión ante ella, es un concepto cuya potencia, más allá de interpretaciones freudianas sobre algunas de sus imágenes, entra de lleno en el terreno psicológico (sobre todo el junguiano) y ha asegurado su pervivencia, con una razonable buena salud, hasta hoy.
Curiosamente, El Color Surgido del Espacio, una pequeña (apenas 50 páginas) obra maestra, nominalmente no debería pertenecer al ciclo. En efecto, nada del culto a los dioses primigenios se encuentra en este relato. Y sin embargo, este cuento largo o novela corta resulta quintaesencial de los Mitos de Cthulhu, por lo que casi todos los exégetas (y no sólo Derleth) lo incluyen en las narraciones que forman el corpus cthulhuliano.
Pervirtiendo algo la estructura planteamiento-nudo-desenlace, Lovecraft nos relata la historia de un ingeniero que se halla levantando los planos para la construcción de una presa en las cercanías de la ciudad de Arkham, donde le llama la atención una zona desolada que los habitantes rehúyen como maldita. Ni finalizado todavía el planteamiento, este ingeniero nos advierte que «sin embargo, a pesar de ello creo que no me gustaría visitar esa tierra por la noche, por lo menos cuando las siniestras estrellas han salido. Y nada en el mundo me haría beber el agua de la nueva presa de Arkham».
Es bastante como para inquietar al lector. Y anunciarle un concepto nuevo: normalmente es la oscuridad lo que aterroriza, aquí son las estrellas que la habitan; el miedo a lo cósmico se desliza en esta sola frase.
Lo que sigue es el relato de los acontecimientos que han conducido a la formación de esa zona yerma, una zona que, se nos informa, sigue creciendo. La catástrofe tiene forma de meteorito, uno que contiene una sustancia de un color desconocido y que no responde a los análisis conocidos; en suma, algo que está más allá de nuestra comprensión y de nuestras leyes físicas.
El hallazgo es genial. Podemos imaginar (no visualizar) un color desconocido, nuevo, pero el sentimiento de extrañeza (en todos los sentidos) es absoluto. Nuestra sospecha, luego confirmada, de que esa materia ajena a nosotros está viva es lo que constituye la quintaesencia de los Mitos; ¿qué conciencia puede tener ese "ser", y cuáles pueden ser sus valores... si los tiene? Más allá de nuestra comprensión, más allá de nuestra ciencia, venido de más allá del tiempo y del espacio, no nos sentimos sino como obstáculos que se cruzan en su camino, un camino insinuado frente al que sólo podemos interponer nuestra impotencia.
Contenido, con una austeridad de recursos envidiable, con unos pocos elementos, Lovecraft escribió una obra que sobrecoge con todo el peso de un cosmos ignorado. Y eso es la marca del genio.

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4 comentarios:

Mannelig dijo...

Tienes toda la razón. Debí de leerlo por primera vez a los ¿quince, dieciséis años?, y lo tengo tan fresco en la memoria como si hubiera sido ayer. No se puede decir lo mismo de lo que leí ayer...

mario skan dijo...

Hola Lluís: hace poco leí el relato que acabas de reseñar con el título El color que cayó del cielo en una edición de A-z especila para los chicos de la escuela media.
Lovecraft es un personaje que día a día va ganando mi estima. Ayer, un compañero de trabajo me pasó en su pendrive una película, en formato blanco y negro al estilo de esas que se emitían mientras se tocaba el piano, basada en un cuento del yanki medio loco.
Coincido con vos en lo que narras acerca del relato: ese misterio inenarrable porque es absolutamente novedoso hace sucumbir las almas de los pobres habitantes.

saludos

Lluís Salvador dijo...

Hola, Mannelig:
Más o menos a la misma edad a la que lo leí yo. Y no sólo me quedó freso en la memoria, sino que fue una auténtica revelación. Para mí, el terror moderno se inicia con Lovecraft (después descubrí a Machen, pero el que más consistentemente abrió el camino fue Lovecraft), que lo apartó definitivamente del gótico y lo introdujo en el siglo XX. Y pese a sus manierismos, sigue siendo potente, y el hecho de que no pase de moda debería indicar algo...
Y una curiosidad, tal vez malsana: ¿Qué leías ayer? :)
Un saludo!

Lluís Salvador dijo...

Hola, Mario:
¿¡Lovecraft en los institutos!? Esto sólo se ha visto durante un brevísimo tiempo por estos pagos. Ahora se han decidido a volverlos a aburrir con los clásicos de ayer y ayer, que son tan atractivos para un estudiante como una bosta de mamut fosilizada para el ciudadano medio: de enorme valor científico pero un aburrimiento de contemplar y, sobre todo, de incentivo nulo para popularizar la paleontología.
Y el cine de terror recurre (con variado éxito, o más bien fracaso)al maestro, pero no acaba de dar con la tecla que movía a las obras de HPL. Dentro de un par de años, tendremos el destrozo (¡ay, perdón!), el espectacular filme que James Cameron habrá hecho de Las Montañas de la Locura. En 3-D y con todos los chiches, como creo que dicen ustedes.
De todas maneras, siempre nos quedará la mejor película lovecraftiana que se ha realizado jamás, aunque ni está basada en un relato de Lovecraft ni se anunciara así: Alien. :)
Un saludo!