Mother Night, de Kurt Vonnegut
Vintage/Random House
Londres, 199210 [1961]
Madre Noche es una rareza dentro de la producción de Vonnegut, en el sentido de que se aleja de su universo (no podemos hablar de territorio mítico, en tanto en cuanto no está conformado por lugares, sino por personajes recurrentes: Eliot Rosewater, Kilgore Trout, Rabo Karabekian...) y se sitúa aparte de sus temas, al menos en apariencia. En realidad, se enclava admirablemente en su ficción, pero mediante otras formas protagonistas.
Madre Noche son las memorias redactadas en una prisión israelí por Howard W. Campbell Jr., ciudadano americano, emigrado a Alemania y propagandista nazi, en realidad espía para los Estados Unidos, que ha sido llevado a Israel para ser juzgado por crímenes contra la humanidad.
Como ya saben, las ficciones de Vonnegut suelen reflexionar sobre múltiples temas de la naturaleza y la interacción humanas, siempre tratados con un humor suave y sardónico que descubre más cosas que cualquier narrativa "seria". Si hemos de creerle, Vonnegut declara en la introducción que esta es su única historia de la que conoce la moraleja, y que ésta es que somos lo que hacemos ver que somos, de manera que deberíamos ser cuidadosos al respecto de lo que hacemos ver que somos.
No se limita a esto, pero por el momento diremos que es verdad. Podemos creernos que Campbell era espía americano y que prestó grandes servicios a su país haciéndose pasar por el nazi americano que Goebbels, Göring y Hitler creyeron que era, pero él mismo reflexiona que, para hacer creíble su impersonación, realizó los mejores discursos propagandísticos nazis y antisemitas que se produjeron durante toda la guerra, y se interroga de si junto a ese supuesto bien no realizó un mal idéntico o mayor.
Pero también he dicho que se enmarca en su ficción, de modo que también sigue siendo un alegato sobre el tema universal de Vonnegut: la tolerancia hacia los demás y el fanatismo, leve o extremo, que parece impregnar a la raza humana. Del cual proporciona una magnífica metáfora:
«La mente totalitaria, una mente que puede compararse a un sistema de engranajes cuyos dientes han sido limados al azar. Semejante máquina mal dentada, impulsada por una líbido estándar o incluso subestándar, gira con el trompicado, ruidoso y alegre sinsentido de un reloj de cucú en el Infierno. [...] Lo terrible de la clásica mente totalitaria es que cualquier engranaje dado, aunque mutilado, tendrá en su circunferencia secuencias ininterrumpidas de dientes que son mantenidos de forma inmaculada, que conservan su funcionalidad de manera exquisita.
»De aquí el reloj de cucú en el Infierno... midiendo perfectamente el tiempo durante ocho minutos y veintitrés segundos, saltando adelante catorce minutos, midiendo perfectamente el tiempo por seis segundos, saltando adelante dos segundos, midiendo perfectamente el tiempo durante dos horas y un segundo, entonces saltando adelante un año.
»Los dientes faltantes, por supuesto, son verdades simples, obvias, verdades disponibles y comprensibles incluso para los niños de diez años, en la mayoría de casos.
»El limar voluntariamente dientes del engranaje, el pasar voluntariamente sin ciertas piezas obvias de información... [...]
»Así fue como mi suegro podía contener en una sola mente la indiferencia hacia las mujeres esclavas y el amor por un jarrón azul.
»Así fue como Rudolf Hoess, comandante de Auschwitz, podía alternar en los altavoces de Auschwitz música grandiosa y llamadas a los transportadores de cadáveres.
»Así fue como la Alemania nazi podía no hallar diferencias importantes entre la civilización y la hidrofobia...
»Es lo más cerca que puedo llegar a explicar las legiones, las naciones de lunáticos que he visto en mi tiempo. Intentar semejante explicación mecánica es tal vez un reflejo del padre de quien fui hijo. Soy hijo. Cuando me detengo a pensarlo, que es rara vez, soy, después de todo, el hijo de un ingeniero.
»Puesto que no hay nadie más que me elogie, lo haré yo mismo; diré que nunca he trasteado con un solo diente de mi máquina pensante, tal y como está. Hay dientes que faltan, Dios lo sabe: nací sin algunos, dientes que nunca crecerían. Y otros dientes han sido arrancados por los esquivos giros de la historia...
»Pero nunca he destruido voluntariamente un diente de mi máquina pensante. Nunca me he dicho así mismo: "Sin este hecho puedo pasar".»
Portada de la edición inglesa
Artículo (en inglés) de Wikipedia sobre Mother Night
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