E. T., de Steven Spielberg

SESIÓN MATINAL

(E. T.); 1982

Director: Steven Spielberg; Guión: Melissa Mathison; Intérpretes: Dee Wallace (Mary), Henry Thomas (Elliott), Peter Coyote (Keys), Robert MacNaughton (Michael), Drew Barrymore (Gertie), K. C. Martel (Greg); Dir. de fotografía: Allen Daviau; Música: John Williams; Diseño de producción: James D. Bissell; Creador de E. T.: Carlo Rambaldi.

La manipulación de los sentimientos siempre ha estado presente en los cuentos infantiles, con instrumentos varios: la alegoría, el antropomorfismo, etc. Pero la diferencia entre las grandes historias infantiles y las puramente manipuladoras y edulcoradas es que dentro de ese proceso de manipulación las primeras no ahorran nada al respecto de su mensaje. La visión de Bambi puede resultar traumática para un niño, pero contiene una valiosa lección vital, como es la experiencia de la muerte, por ejemplo.
En el caso de E. T., permitimos que se nos cuente una historia manipuladora, pero una que en ningún caso esconde la bolita ni nos ahorra nada sobre la personalidad humana.
La historia, por si hay alguien en el universo que no la conozca, es la de una nave extraterrestre que, perturbada en un suburbio de Los Ángeles, tiene que marchar precipitadamente, olvidándose a uno de sus tripulantes, que hace amistad y es protegido por un muchacho.
Es curioso, pero todo lo que tenía de edulcorado (e increíble) una película supuestamente más "adulta" como era Encuentros en la Tercera Fase (de la que habrán cosas a comentar), aquí, en un film en teoría más fantasioso, se convierte en un relato mucho más verosímil.
Hay muchas escenas memorables en E. T., pero para lo que nos interesa en esta línea de argumentación, pocas tan terroríficas y reales como el despliegue y actuación de los científicos terrestres. Y ahí tenemos la diferencia entre una historia infantiloide y una que trata a su público con respeto, sin tener en cuenta su edad e incluso podríamos decir que devolviendo al público adulto a la infancia.
Provista de un adecuado sentido de la maravilla y con toques de humor perfectamente distribuidos, E. T. es, en todos sus aspectos, una obra maestra, realizada sin timidez, con gusto y con una honestidad que se transmite más allá de la pantalla.

Tráiler:

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8 comentarios:

Anónimo dijo...

Ese es el problema con Spielberg. Puee ser todo lo manipulador que quiera, que casi siempre conseguirá conmover. Amo ET. Lo siento, conciencia :(

Vivian dijo...

Coincido palabra por palabra en tu análisis de la película, desde la valoración como obra maestra hasta el tratamiento del espectador.
Aún siendo una película en teoría destinada al público infantil no lo trata, niño o adulto, como retrasado.

Estupenda la entrada.

He andado un poco out de esto de los blogs, y, ya de regreso, esta era una de mis visitas pendientes/obligadas, por cierto, veo que cambiaste la plantilla, me gusta el cambio de look.

Un abrazo

Lluís Salvador dijo...

Hola, filosofiapop:
En primer lugar, bienvenido a este blog. Con toda libertad y sin remilgos...
Y, bueno, E. T. es una obra maestra. ¿Manipuladora? Bien, si lo vamos a mirar, toda obra de arte pretende ser manipuladora, en el sentido de que intenta provocarnos una emoción, de cualquier tipo. Pero hay formas de hacerlo. Se puede apelar a los bajos instintos, se puede forzar la situación, se puede hacer morir a un personaje... O se puede ser honesto y poner las cosas en su sitio y explicar una historia coherente, sin edulcorar y con respeto. Es lo que hace Spielberg con E. T.
De modo que yo no me preocuparía por amar ET. Es un sentimiento que comprendo, comparto y me parece hasta saludable.
Un saludo!

Lluís Salvador dijo...

Hola, Vivian:
Bienvenida de nuevo.
Una de las mejores virtudes de las películas en teoría infantiles es que son los adultos los que suelen volverlas a ver con la excusa de llevar a hijos, sobrinos, etc. (Al menos así sucedía cuando ir al cine era cosa cotidiana y familiar; no hace tantos años de eso, pero es algo que se pierde). De modo que una de las características de las buenas películas teóricamente infantiles es que te devuelven a la infancia sin apenas transición. Hace un tiempo pasaron ET por televisión y me dije "Ah, bueno, ET, ya la has visto tantas veces..." Y apenas empezada, levanté la vista y me fijé en la pantalla y ahí me quedé enganchado.
Me alegro de que te guste la nueva decoración. Ya tocaba un remoce...
Un saludo!

Anónimo dijo...

E.T. significa muchas cosas, en mi opinión. Y puede que sea la historia que siempre deseó vivir el propio Spielberg. Puede que sí sepa "manipular" los sentimientos. Por ello le considero un artista. Qué te voy a contar, Lluís, que no sepas!

Un saludo,

Susana

Kenneth dijo...

Pues a mí me gusta ET y me gusta Spielberg, aunque sea comercial y manipulador. Me encanta también como expone sus películas: en dos partes. Una "tranquila", que se sigue con interés y que te va llevando a un punto... donde todo se convierte en vertiginoso y extremo. Cine y aventura, niños y bichos, así es el Spielberg más Spielberg y el que siempre me ha encantado.

Y es que conseguir que sientas pena y amor por un ser como ET tiene su mérito.

Saludos!

Lluís Salvador dijo...

Hola, Susana:
Es que manipular los sentimientos es arte narrativo. Llorar junto a los enanitos de Blancanieves indica que hay algo que funciona.
Cuando no funciona es cuando, por ejemplo, Steven Seagal agita una bandera para justificar sus acciones y tú te quedas ahí diciéndole que si quiere partidarios, que se los busque de otra manera. Y no estoy hablando de la ideología última, sino de la finura en su ejecución. Spielberg sabe tocar las teclas justas en el momento preciso, al menos en ET (y en otras), y eso es de admirar. Y puesto que su mensaje no es nocivo, estoy muy dispuesto a dejarme manipular. Eso es arte, se quiera o no. Y arte, como digo, honesto.
Un abrazo!

Lluís Salvador dijo...

Hola, Kenneth:
Has tocado un punto interesante, como es el del ritmo de Spielberg... Es cierto que suele contrapuntar (casi como se hace en música) esos dos ritmos, y es perceptible, sobre todo, en Salvar al Soldado Ryan, pero también en sus obras anteriores.
Y, no confundamos, me gusta ET (de lo contrario no hubiera comparecido en el blog). El proceso manipulativo es intrínseco a la obra artística (la definición más clásica de obra de arte es aquella que mediante materiales elaborados pretende provocar una emoción en el receptor). Y lo que admiro de Spielberg es que, por lo general, sepa qué puntos debe tocar en el espectador para conseguir esa emoción, pero siendo HONESTO, es decir, sin escatimarle nada y sin hacer trampas.
Un saludo!