La Radio, de Rudyard Kipling
(Wireless)
En El Mejor Relato del Mundo y Otros No Menos Buenos (Maugham's Choice of Kipling's Best)
Ed. Sexto Piso, col. Narrativa
México/Madrid, 20072 [1902]
Selección y prólogo de William Somerset Maugham
Sexto Piso, es este elegante volumen, declara su intención de hacer justicia a un gran autor por lo general incomprendido y a menudo difamado. Kipling ha recibido epítetos (que siempre me han parecido producto de una lectura descuidad, poco atenta o, peor, maliciosa) de mucho calibre: imperialista, misógino, racista incluso. Siempre me han parecido injustos, y ya hace tiempo que he hecho lo que he podido por dignificar su figura, una dignificación que no consiste sino en ponerlo en su punto justo como narrador. Por fortuna, no he estado solo en ese esfuerzo, y si en su defensa ya se había situado alguien tan poco sospechoso como George Orwell, que ahora descubramos otros partidarios como Somerset Maugham nos da ánimos y no revela otra cosa salvo que la lectura atenta de su obra desmiente etiquetas como mínimo apresuradas.
Toda selección de relatos es personal. De entre los que componen este volumen los hay que me parecen imprescindibles, y por tanto los iré desgranando en este blog. No es demérito del resto. Pero dieciséis entradas continuadas sería demasiadas, y más considerando que hay relatos de Kipling que me han venido a la memoria y que no están incluidos en la selección de Maugham. Pero quede constancia que este El Mejor Relato del Mundo y Otros No Menos Buenos constituye una de las mejores elecciones cuentísticas que se puedan efectuar.
Wireless (es difícil su traducción: La Radio es la adecuada, pero sugiere demasiado el uso de la voz, mientras que la radio que figura en este relato es más una telegrafía sin hilos, un teletipo; de modo que Wireless lo voy a seguir llamando) es uno de los relatos que en las historias del género terrorífico o de fantasmas siempre figura como representativo de su autor. Pero no es estrictamente un cuento de miedo, puesto que procede más por implicación que por exposición.
El argumento es sencillo: en una farmacia inglesa, una fría noche de otoño, se va a realizar uno de los primeros experimentos de transmisión de ondas hertzianas, una nimiedad pionera: la transmisión de un código y la confirmación de su recepción. Sin embargo, y durante los tediosos momentos de la espera, un ayudante de farmacia cae dormido y, sólo advertido por el narrador protagonista del relato, entra en una especie de trance durante el cual empieza a escribir versos de John Keats. Pero no tal como quedaron escritos, sino como se iban componiendo en la mente del propio Keats y cómo los iba corrigiendo después; en suma, el proceso creador. Entonces el ayudante despierta y todo ese proceso se interrumpe. Por descontado, no ha leído nada de Keats.
Me permito contar el final porque el mérito del relato no consiste en su sorpresa argumental (que ha sido explotada y reproducida hasta la saciedad) sino en el proceso narrativo que la acompaña. Kipling describe las personas, el ambiente, pero sobre todo la espera. Se juega con los componentes farmacéuticos para componer brebajes inocuos, exóticos y reconfortantes para pasar el tiempo; se atiende a un cliente. Todo crea un ambiente de expectación ante el experimento radial sí, pero una expectación monótona que se trunca cuando el hecho capital de la noche no es el esperado, sino el trance poético del ayudante. Cuando el auténtico experimento de transmisión se efectúa no puede más que reforzar por contraste todo lo que se ha experimentado anteriormente, esa transmisión más extraña que la radiofónica, y que no podrá ser reproducida de nuevo.
Es una estructura sabiamente dispuesta, y Kipling, como gran narrador que es, nos lleva agarrados por la nariz hasta donde quiere y una vez allí nos sorprende. Y este llevarnos no sólo se refiere a la acción narrativa. El lector empieza a vivir (y a esperar) en esa farmacia que está tan bien escrita que se hace real. Una joya de relato.
Portada y sinopsis
Portada y sinopsis de la edición mexicana
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