La Utopía Nazi. Cómo Hitler Compró a los Alemanes, de Götz Aly

(Hitlers Volkstaat. Raub, Rassenkrieg und Nationale Sozialismus)
Ed. Crítica, col. Memoria Crítica
Barcelona, 20062 [2005]

Curioso título para algo que en original se llama El Estado del Pueblo de Hitler. Pillaje, Guerra de Razas y Nacionalsocialismo. El título castellano centra el objetivo del libro en sólo uno de los aspectos de la tesis de Aly y obvia, como mínimo, otros dos. En fin.
Dentro de la literatura sobre el nacionalsocialismo, la Alemania de Hitler y el Holocausto hay un déficit que puede explicarse por su dificultad técnica pero que es muy indicativo de hasta dónde llegaron las cosas y del carácter de la guerra que Hitler exportó a Europa, como es el aspecto económico. Tanto que sólo recuerdo un libro que lo estudiara, una historia de la Segunda Guerra Mundial publicada en España por Akal y largamente agotada.
Dejemos clara una cosa: la historiografía marxista, es decir, la que no es tanto ideológica como defensora de que los acontecimientos históricos tienen una causa económica, no explica, a mi juicio, todo. Por eso, y cuando estaba en boga (quiero decir más en boga que ahora: sigue persistiendo, con cierta cerrazón de mente y poco espíritu interdisciplinar, en algunas facultades) había un hueco en la historia que se analizaba: de los tomos dedicados a la Revolución Francesa se pasaba con celeridad a la Revolución Industrial, obviando las guerras napoleónicas. Por ejemplo.
Pero no podemos afirmar que la historiografía económica no explique nada. Al contrario, va unida al hecho histórico, y es útil para proporcionar datos objetivos. En el caso de la Alemania nazi, Aly nos deja claras unas cuantas cosas: primera, que Hitler decidió no reflejar la carga de la guerra sobre el pueblo alemán. No se hicieron empréstitos, no se trasladó el esfuerzo económico bélico al ahorro a cambio de deuda a medio o largo plazo. Es decir, Hitler tenía dudas fuertes sobre la confianza que pudiera tener el alemán en él y la victoria, y no quiso ponerla a prueba. Prefirió que el pueblo alemán no sufriera privaciones (o no tantas como las del resto de contendientes) y mantenerlo en un cierto nivel de vida. Segunda: como de todas maneras de alguna manera tenía que hallar fuentes de financiación, escogió la del expolio y el saqueo. De las naciones vencidas, por supuesto, pero también de las aliadas. En un caso mediante gastos de ocupación, en otro como contribuciones a la alianza, a ser reembolsadas después de la victoria final (es decir, que o no serían pagadas jamás o serían pagadas por los vencidos). Incluso exportando inflación y hambre al exterior del Reich, fueran países aliados o no. Tercera: acudiendo al expolio de los bienes judíos, organizado con un cinismo despiadado. Por ejemplo, el producto de la venta de bienes judíos se ingresaba en cuentas especiales, de las que el Reich disponía libremente sabiendo que jamás ninguno de los expoliados se presentaría en la ventanilla del banco para retirar lo que era suyo.
Quede claro: el Holocausto no tuvo un origen económico. Pero el despojo de los bienes de los judíos y de los vencidos en general fue un acelerador, un incentivo para el exterminio, en tanto en cuanto constituía la operación perfecta: era como pedir un préstamo y asesinar acto seguido al que te lo había dado. Sólo que no se conformaban con una parte: lo adquirido era todo (incluso su fuerza de trabajo, si así convenía).
Y Aly demuestra además que esta conducta fue consciente y constante con los países ocupados e incluso con los aliados. Todo lo cual no muestra sino una imagen de conquistadores, de amos, de naciones bien subyugadas, bien sumisas al régimen nazi. Y lo hace con cifras, que suelen no engañar. El cuadro económico de la Alemania nazi muestra la pretensión final del Reich: vida cómoda a los racialmente alemanes, y miseria y penurias para el resto, productores de lo que Alemania necesitara, y que debían entregar, aun a costa de hambruna, para pagar por el privilegio de ser gobernados o amigos de Hitler.

Portada y sinopsis

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4 comentarios:

Mannelig dijo...

Me parece que no es mal libro en cuanto a intención y contenido, al contrario. La pena es que quizá tenga un estilo algo árido de escritura.

Mònica Pagès dijo...

Muy interesante el comentario y, por supuesto, la obra comentada. Gracias por abrir, de nuevo, puertas a mi conocimiento.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Mannelig:
Yo también me temía algo por el estilo, pero es más ágil de lo que parece. La verdad es que la rapiña nazi fue tan clara que no se necesitan demasiados tecnicismos para ponerla en claro. Pero por lo demás, Aly sabe que está escribiendo un texto divulgativo, de modo que trabaja más hacia la comprensión que a la acumulación de datos (que, sin embargo, posee).
Un saludo!

Lluís Salvador dijo...

Hola, Mònica:
En este caso, gran parte del mérito lo tiene Carlos Galeón, amable lector que lo sugirió en uno de sus comentarios. Y suelo hacer caso de las sugerencias de mis lectores...
Ya sé que el tema es uno de los que tenemos en común, de modo que te avanzo que estoy ya terminando de leer a Klemperer y su LTI sobre el lenguaje del Tercer Reich, de modo que en cierto tiempo comparecerá la reseña por aquí.
Gracias por el comentario y la visita, y un saludo!