La Verdad Sobre el Caso Savolta, de Eduardo Mendoza
La novela que dio a conocer a Eduardo Mendoza, un éxito instantáneo y la revelación de lo que sería uno de los narradores más originales de nuestro país, La Verdad Sobre el Caso Savolta puede verse, en retrospectiva, como un ensayo general de lo que sería la gran novela sobre Barcelona que Mendoza iba a escribir años más tarde, La Ciudad de los Prodigios.
Sin embargo, el Caso Savolta tiene suficientes elementos que permiten defenderla por sí sola. En principio es la historia de Javier Miranda, un vallisoletano llegado a Barcelona y colocado como pasante en un decrépito bufete, donde conocerá a un cliente destacado, el misterioso francés Lepprince, y los servicios que le prestará y la amistad que de ellos surge le cambiará la vida. Lepprince, por su parte, es un personaje enigmático, que tanto se comporta como un gángster como se estila como el perfecto y moderno caballero burgués. No tanto maquiavelo como César Borgia, Lepprince se introduce en la sociedad industrial barcelonesa con el objetivo de llegar a lo más alto. Si para ello tiene que romper huelgas mediante pistoleros o casarse con la hija del poderoso industrial Savolta, da igual.
Todo ello sobre el telón de la Barcelona del anarquismo y los pistoleros, de las luchas obreras y los industriales súbitamente enriquecidos por la neutralidad en la Primera Guerra Mundial; todo un período histórico, pero también todas las gentes que lo poblaron.
La novela se inicia con una de claración de Miranda ante un juez estadounidense, lo que le da un aire policial; pero la historia lo es y no lo es. Progresa a lo que podríamos denominar novela naturalista, pero de nuevo tiene estos elementos y a la vez no son primordiales en la obra. Incluso, en muchas ocasiones, retoma el formato folletinesco, pero estas mutaciones de estilo y temáticas no son indecisiones por parte del autor, sino el hallazgo del lenguiaje que mejor se adapta a la historia en cada momento.
Porque la novela funciona en todos sus niveles. Llevada de la mano por el uso de ese lenguaje peculiar, culto pero accesible, que ha llegado a ser la marca de fábrica de Eduardo Mendoza, la intriga policial se combina con la narración social e histórica, desarrolla un par de buenas historias de amor, dosifica unos toques de humor oportunos, establece un clima moral en el que los personajes se encuentran a sí mismos y, en definitiva, compone un cuadro que es posible mirar desde muchos ángulos sin perder la perspectiva global.
Si hemos hablado de ensayo sobre la novela de Barcelona es porque Mendoza ya se probaba a sí mismo sobre el paisaje de una ciudad tan llena de historias y de matices que parecía imposible abarcarlos en su totalidad. Pero La Verdad Sobre el Caso Savolta, importante como es para establecer y estimular en ese aspecto las capacidades de su autor, no es en absoluto una novela fallida, o un esbozo de trabajo, al contrario. Es una obra completa y estimulante que enseñaba un nuevo modo de narrar sin renunciar a los estilos clásicos; sobre todo era una buena historia, contada de tal manera que insuflaba nuevo vigor a la novelística de una época que parecía agotada desde la saga de los Rius de Ignacio Agustí, y anunciaba un nuevo escritor que se ha demostrado como de los más importantes en la narrativa contemporánea española.
Ed. Seix Barral, col. Biblioteca de Bolsillo
Barcelona, 19843 [1975]
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