El Fantasma y la Señora Muir, de Joseph L. Mankiewicz

SESIÓN MATINAL 

(The Ghost and Mrs Muir); 1947

Director: Joseph L. Mankiewicz; Guión: Philip Dunne, basado en la novela de R. A. Dick; Intérpretes: Gene Tierney (Lucy Muir), Rex Harrison (Capitán Daniel Gregg), George Sanders (Miles Fairley), Edna Best (Martha Huggins), Vanessa Brown (Anna Muir adulta), Anna Lee (Sra. de Miles Fairley), Robert Coote (Sr. Coombe), Natalie Wood (Anna Muir de niña), Isobel Elsom (Angelica, la suegra); Dir. de fotografía: Charles Lang; Música: Bernard Herrmann; Dir. artística: Richard Day, George Davis.

He aquí una película que es casi el epítome de esas fantasías amables que el cine gustaba de producir, para deleite de los espectadores, y que siguen surgiendo de tanto en tanto en la industria cinematográfica (Atrapado en el Tiempo / El Día de la Marmota / Groundhog Day es otra de ellas).
Lucy Muir es una joven viuda con una hija que busca independizarse con los magros ingresos de unas acciones que le dejó su marido al morir. Encuentra su casa ideal a la orilla del mar, una casa baratísima que, sin embargo, el agente de la propiedad se resiste a alquilar. La razón es que el anterior ocupante, un gruñón capitán de la marina mercante que presuntamente se suicidó, sigue ocupando la casa en forma de fantasma, y no tolera intrusos.
Lo que sigue se lo pueden imaginar. Lucy Muir es mujer valiente, y llega a un acuerdo con el fantasma del capitán, que parece gustar de la bravura y la determinación de la viuda. Llegado el caso, y cuando los medios económicos de ésta se agoten, será el capitán quien proporcione la solución, dictando sus memorias y haciendo de éstas un libro destinado al éxito de ventas. Menos previsible, y más arriesgado era el sesgo romántico que iba tomando la historia, y hay que reconocer que el acierto es pleno. Un amor obstaculizado por siempre entre un muerto y una persona viva es algo que, mediante las interpretaciones, llega a torturar al espectador (que es lo que se pretende); y el romanticismo de la historia, sin caer en sentimentalismos baratos, es enorme, el de un amor que trasciende la vida y la muerte. Su resolución es maestra, y así tenemos una película con los adecuados ingredientes en su medida justa: humor, romanticismo, tensión, melancolía y sentimiento. Un clásico que soporta perfectamente el paso del tiempo y que sigue relatando una historia tan tierna y maravillosa que es imposible de olvidar.

Tráiler:

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4 comentarios:

peke dijo...

Debí de verla -la vi, seguro- en la tele hace muuuuuchos años. La actriz siempre me encantó, era un bellezón con una sensibilidad especial. No recuerdo en absoluto cómo acababa, pero, claro, hace tanto tiempo que lo contrario sería inusitado.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Peke:
¿Gene Tierney? Una de las actrices más bellas que el cine ha tenido jamás.
Y, respecto al final de la película... bueno, estamos en la sección de comentarios, de modo que, previniendo a los posibles lectores, allá va:
El capitán, sacrificándose al ver que Lucy ha encontrado el amor en Miles Fairley (George Sanders), visita en sueños a Lucy y le dice que todas sus apariciones, y el dictado del libro, han sido sueños, y que él no existe. Y así, deja de visitarla. Lucy se dexsengañará de Miles muy pronto (está casado y lo suyo con Lucy es sólo una aventura), y pasarán los años, hasta que llegue la muerte... y ahí estará para recibirla el capitán, para unirse en la eternidad.
Dicho así parece cursi, pero en pantalla e interpretado es precioso. Y emocionante, ¿por qué no?
Un saludo!

peke dijo...

Ahora que lo cuentas, creo que lo recuerdo. Parecerá cursi, pero no lo es en la película, sino emocionante. Yo creo que era muy joven cuando la vi, más que nada por la sensación que me envuelve al re-ver el final. ¿Me equivoco o había una luz especial de fondo?

Lluís Salvador dijo...

Hola, Peke:
En efecto (o había una luz, o a mi también me ha dado la impresión de verla). El final es muy etéreo, y es justo que sea así. Una gran película.
Un saludo!