Snulbug, de Anthony Boucher
En The Mammoth Book of Fantasy All-Time Greats
Robinson Publishing
Londres, 1988 [1941]
Hemos comentado ya con anterioridad el impulso al humor dentro de la fantasía que supuso la revista Unknown. Fruto de esa creación y estímulo, no es de extrañar que en un Hall of Fame plagado de grandes nombres y de grandes títulos se hayan situado tres relatos de este corte, recordados con calidez por aquellos que los han leído y que votaron esa lista de inmortales.
Pues bien, en esa línea, y tercero cronológicamente, pero el más maestro de todos, he aquí Snulbug, de Anthony Boucher.
No sé en cuantas ediciones tengo este relato; con toda seguridad pasan de diez. Y es que se trata de un cuento tan perfecto, tan fantástico en lo que propone y en cómo lo resuelve que se ha convertido en un clásico.
Snulbug es un demonio, invocado por un humano. Hasta aquí, el desarrollo de uno de los mitos de la literatura fantástica como es la obtención de poder y riquezas a cambio de lo que sea, el alma y un engaño por parte del viejo mefistófeles occidental; liberar al djinn de su prisión en la mediooriental, a saber qué en el resto de culturas. Sin embargo, ya desde la primera frase del relato Boucher establece el tono que va a tomar la narración: «─Es una porquería de hechizo el que estás usando ─dijo el demonio─ si yo soy lo mejor que puedes invocar». Snulbug es un demonio, de acuerdo, pero su tamaño es el de un pulgar humano. Está bastante desastrado, también; las serpientes que conforman su pelo están moribundas, tiene un colmillo careado y parece tener un frío intenso en este nuestro mundo, tanto que su mayor placer es bañarse en la llama de una cerilla.
Y ya en primera instancia le dice a su invocante Bill que, sea lo que sea lo que le pida, no saldrá bien. Nunca lo hace.
A partir de aquí Anthony Boucher construye una escalada de despropósitos, parte responsabilidad de Bill y parte debidos a la incompetencia y el poco poder del pequeño Snulbug; una escalada realmente humorística que compone un cuento delicioso.
Y que, además, tiene un final feliz... aunque con sorpresa.
Hay que tener en cuenta una cosa. Este relato lo tengo en más de diez antologías, seguro. Pero siempre que he adquirido todas y cada una de ellas, cuando regresaba a casa en el metro o en el autobús, las he abierto y siempre me he vuelto a sumerger en la divertida y agradable familiaridad de las tribulaciones de Bill y el diablillo Snulbug. Como ha vuelto a ser un placer releer este cuento para hacer esta reseña.
Texto en inglés de Snulbug
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