Twistanschauung, de Víctor García Tur

Ed. Empúries, col. Narrativa
Barcelona, 2009 [2009]

Cuando vi el título de esta colección de trece relatos (sólo en catalán por el momento, lo siento), me dije que un título tan ingenioso bien merecía echarle un vistazo. También contribuyó que hubiera ganado el Premi Documenta, que de entre el marasmo de premios literarios es uno que conserva un cierto prestigio de independencia y calidad.
García Tur escribe con resabios del estilo de Quim Monzó. Eso no quiere decir que escriba como Quim Monzó, que ejerza un mimetismo temático y formal, porque García Tur posee voz propia en ambos campos. Y tampoco son malos esos resabios. Al fin y al cabo, Monzó es uno de los pocos que ha intentado llevar a una literatura, la catalana, a una modernidad necesaria, en lugar de anclarse en el "Caterina sospirà amb despit" que mantiene la expresión literaria catalana alejada, no ya de este siglo, sino hasta del anterior (a este respecto, véanse las opiniones de, por ejemplo, Vicenç Villatoro). Si esta influencia es voluntaria o no, da igual. Lo que marca distancias es el talento que hay detrás (si por cada mal imitador de Monzó que existe tuviera un euro, podría comprarme La Pedrera de Gaudí); y talento, hay.
Por supuesto, esta es una primera publicación, y no hay que exigir una excelencia total. Hay cuentos malos, para mi gusto (Cremallera (una impressió) [Cremallera (una impresión)] es uno de estos pocos cuentos). Pero hay unos relatos que van más allá de la simple corrección. Alguien que ha escrito Apunts per a un Elogi de Quinying Zhou [Apuntes Para un Elogio de Quinying Zhou] o El Conte de Fons i Figura [El Cuento de Fondo y Figura], merece ser premiado, no con galardones, sino con una lectura atenta.
Otra de las influencias, si es que son tales, es la de Màrius Serra (Serra, crucigramista genial, enigmista grandioso, tío simpático y (se nota) mejor persona, es un novelista al que le pierde el juego con las palabras, que muchas veces distrae del objetivo principal y hace que sus novelas, que son interesantes en un principio, resulten fallidas por pura incontinencia y falta de control). García Tur gusta de jugar con el lenguaje y con los elementos físico-tipográficos. En el peor de los casos, se excede, (como en Mozzaiku, que es salvado, sin embargo, por un argumento y un estilo notables) y entonces la narratividad y la narración se resienten de ello. En el mejor, como en el citado El Conte de Fons i Figura, son elementos que contribuyen a mejorar el relato. En otros casos, son curiosidades que no molestan (como en Les 7 Diferències/Las 7 Diferencias y Antena/AntenaI). Pero estas ganas de jugar son estimulantes y, porqué no, muestran a un narrador que no está dispuesto a caer en rutinas o estereotipos.
García Tur posee estilo, temas, dominio del lenguaje, humor y percepción. Tiene la virtud de poder cambiar o invertir la marcha de sus relatos a voluntad, en giros que sorprenden a veces y en otras cambian la percepción o la perspectiva de sus cuentos. Pocos escritores consiguen eso, y lo consiguen gracias a un trabajo inmenso o bien a un talento natural.
El autor, probablemente porque considera que sus hijos son todos igualmente queridos, hace que sus relatos se inicien todos en la página 13. Ese amor de padre, legítimo, no tiene porqué ser compartido por el lector. Pero sí es cierto que aun los peores relatos tienen algo que los hace apreciables. En los mejores, García Tur muestra unas cualidades extremas. Víctor García Tur es un escritor al que hay que seguir con atención. En este Twistanschauung ya nos proporciona grandes satisfacciones. A poco que se lo proponga, puede darnos muchas más.

Portada y sinopsis

Web del autor: http://www.garciatur.com/

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2 comentarios:

Mannelig dijo...

¡Guau! Un título casi kantiano...

¿De verdad está tan anticuada la cosa literaria en catalán? No sé, aunque apenas tenga referencias, creo que Sánchez Piñol escribe en esta lengua, por ejemplo, y al menos en las traducciones no me parece malo...

Lluís Salvador dijo...

Hola, Mannelig:
Un título genial... de aquellos para filosofar bailando o para bailar mientras se filosofa, que no sé si es lo mismo.
Respecto a la literatura catalana, hay que recordar que somos un país pequeño, y que por tanto la cuota de grandes escritores en nuestra lengua que nos corresponde es también pequeña. Pero sucede que tenemos una industria editorial que tiene que mantenerse en marcha, y por tanto la mediocridad se edita, mientras que en otros lugares eso no tiene porqué ser así. Y respecto al lenguaje, hay una dicotomía fundamental. La gran mayoría de las obras literarias catalanas no "hablan" como se habla en la calle. Eso no quiere decir que para escribir en catalán moderno se haya de machacar el catalán como se hace a pie de calle. Es más una cuestión de estructura gramatical. La lengua hablada tiende a simplificar la expresión, aunque sea correcta, mientras que los escritores no se dan cuenta que se expresan correctísimamente, pero entonces están haciendo hablar a sus personajes como hombres y mujeres de la Renaixença, es decir, del siglo XIX. Por otro lado, algunos escritores (bastante malos pero con su público, qué le vamos a hacer) identifican estilo con corrección a ultranza y si puede ser con palabras que un catalán no ha pronunciado en la vida normal desde que lo parieron, mejor. Y así está la cosa. Por descontado, Quim Monzó, Sergi Pàmies, Garcia Tur y otros han tenido la percepción (y han realizado el esfuerzo) de adecuar su estilo a los tiempos, y emplear el lenguaje en consecuencia, que es correctísimo, pero no constreñido por la gramática o por los remordimientos lingüísticos. Y en cuanto a Sánchez Piñol, en efecto, no es de los acogidos a esta rigidez. El problema es que La Piel Fría para mi es el estallido de una bengala (que no me acaba de gustar por completo) que todavía tiene que tener continuidad...
Un saludo!