Sin Blanca en París y Londres, de George Orwell

(Down and Out in Paris and London)
Eds. Destino, col. Destinolibro
Barcelona, 1972 [1933]

Esto no es una novela. Se trata de un libro durísimo (el primero que Orwell publicó) que relata las vivencias padecidas por el propio Orwell cuando las circunstancias le llevaron a un grado de pobreza tal que tuvo que luchar, día a día, por conseguir un mínimo nivel de supervivencia.
Albergues para mendigos o la supervivencia a la intemperie, la vida del clochard, homeless o sin techo, como quieran llamarle. La explotación laboral en un mercado negro de trabajo, las estafas de la ayuda social o la caridad, la persecución policial, con sus mil trampas y subterfugios destinados al único objetivo de apartar de la vista, de esconder, a aquellos que no disponen de medios de subsistencia. No fuera a ser que las "personas de bien" se los encontraran a la salida de un restaurante. Escuchemos a Orwell:
«Vale la pena decir algo sobre la posición social de los mendigos, porque cuando los has tratado y has visto que son seres humanos normales y corrientes, es inevitable que te llame la atención la curiosa actitud que la sociedad adopta respecto a todos ellos. A lo que parece, la gente cree que hay una diferencia esencial entre los mendigos y los hombres "que trabajan". Son una raza aparte, marginados, como los delincuentes y las prostitutas. Los trabajadores "trabajan", los mendigos no "trabajan"; son parásitos, son inútiles, por naturaleza. Se da por supuesto que un mendigo no se "gana" la vida igual que un albañil o un crítico literario se "ganan" la suya. Es una simple excrecencia social, tolerada porque vivimos en una era humana, pero esencialmente despreciable.
»Ahora, si nos fijamos bien se ve que no hay ninguna diferencia esencial entre los medios de vida de un mendigo y los de un montón de gente respetable. Los mendigos no trabajan, se dice; pero, entonces, ¿qué es trabajar? Un peón trabaja haciendo servir el pico. Un contable trabaja sumando cifras. Un mendigo trabaja estando en la calle llueva o nieve, víctima de las varices, contrayendo bronquitis crónicas, etc. Es un oficio como cualquier otro; completamente inútil, claro, pero muchos oficios reputados también son completamente inútiles. Además, como tipo social un mendigo es muy comparable al resto de la gente. Es honesto comparado con los vendedores de la mayoría de especialidades médicas, altruista comparado con el propietario de cualquier semanario, amable comparado con un vendedor de productos a plazos; en resumen, un parásito, pero un parásito bastante inofensivo. Casi nunca saca de la comunidad otra cosa que los medios ralos para subsistir y, cosa que según nuestro código ético lo tendría que justificar, lo paga con creces a través del sufrimiento. No creo que un mendigo tenga nada de especial que lo tenga que situar en una clase diferente del resto de personas, nada que dé derecho a la mayoría de hombres de hoy en día a despreciarlo.
»Entonces surge la pregunta: ¿por qué se desprecia a los mendigos? (ya que es evidente que se los desprecia universalmente). Creo que es por la simple razón de que no consiguen ganarse bien la vida. En la práctica a nadie le importa si un trabajo es útil o inútil, productivo o parasitario; la única cosa que se exige es que sea rentable. Detrás de todo lo que se habla hoy día sobre energía, eficiencia, servicio social, etcétera, ¿qué hay sino la idea de "ganar dinero, ganarlo legalmente y ganar mucho"? El dinero se ha convertido en la gran prueba de la virtud. Los mendigos no superan esta prueba, y por tanto se los desprecia.»
Dentro de estas vivencias, de esta caída en la miseria y el desprecio, lo que siempre nos acompaña como un fantasma es la sensación de que esto le pasó a George Orwell, ese autor que iba a escribir 1984, Rebelión en la Granja y otros libros de valía. La idea de que esto le sucedió a una persona por encima de los valores que consideramos mínimos. Nadie le preguntó qué sabía hacer, nadie movió un dedo por situarle según sus capacidades, y tuvo suerte de que un amigo le pudo conseguir un empleo decente al final. No es, por supuesto, el único caso. La moral es que la pobreza está cerca de cualquiera, no importa lo que haya hecho, para qué valga o si es alguien excepcional, si tiene estudios o no o si su situación es sobrevenida o voluntaria. La miseria lo cubre todo y su pátina se vuelve desprecio y marginación.
La sensación de que lo normal es que se reciba el extrañamiento. Lo milagroso, lo excepcional, no es que Orwell estuviera en la misera, sino que lograra salir de ella. No es algo como para sentirse orgullosos, socialmente hablando.
Y esto le sucede, lo hacemos, a los que tenemos al lado. Imagínense lo que les sucede a los pobres, lo que le hacemos a los pobres de otros países.
Las últimas palabras de este libro son quizá un primer paso que dar en cambiar nuestra forma de pensar. Aplíquenlas al vecino y al extraño, al compatriota y al extranjero:
«De todas maneras, puedo apuntar una o dos cosas que sin duda he aprendido después de vivir sin blanca. No volveré a pensar jamás que todos los vagabundos son un hatajo de borrachos facinerosos, ni esperaré que ningún mendigo se sienta agradecido cuando le dé un penique, ni tampoco me sorprenderá la falta de energía de un hombre que no tiene trabajo, ni me inscribiré en el Ejército de Salvación, ni empeñaré la ropa, ni rechazaré un folleto de propaganda, ni comeré a gusto en un restaurante de lujo. Por algo se empieza.»





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13 comentarios:

Anónimo dijo...

Estupenda reseña y sinposis, aunque no sé si me han entrado ganas de leer el libro, o al contrario.

Un saludo, y felicidades por este magnífico espacio.

Lluís Salvador dijo...

Hasta aquí el comentario del libro. Este blog es lo que es, y por puro respeto a los autores y sus obras, la carga de mis opiniones personales tiene que ser ligera. Presente, pero ligera.
Pero en el comentario externo puedo expresarme con más soltura respecto del tema. Esta entrada y comentario se enmarcan en la campaña Blog Action Day, este año contra la pobreza (y gracias a Rayuela y su blog por hacérmela notar).
Como han podido comprobar por el post, una de las cosas que más me preocupan es el extrañamiento de la pobreza, el intento constante de hacer que desaparezca de nuestras calles no para solucionarla, sino para que no ofenda a nuestra vista. De las calles al albergue, del albergue o las calles a la prisión, de las calles, el albergue o la prisión, a la expulsión. Una vez limpias las calles y el país... bueno, eso ya es problema de SUS gobiernos, ¿verdad? Déjenme contarles un chiste (aparecido hace unas semanas en un extra del Quadern de El País sobre el humor, en este caso el marroquí):
Un marroquí, vestido pobremente, se encuentra por la calle con un compatriota, vestido a todo lujo y con un fajo de billetes de diez euros en la mano. "¿Qué tal?" pregunta este último. "Mal. Estoy en la miseria. Pero tú, ¿cómo has conseguido que te vayan tan bien las cosas?" "¿Cómo? Mendigando." "Pues voy a probar". Al cabo de una semana vuelven a encontrarse. "¿Y qué tal te ha ido?", pregunta el elegante. "Fatal. Me puse en la calle con un cartón que decía 'Estoy sin trabajo y tengo mujer y tres hijos', pero no consigo para vivir." "¡No, hombre!, lo que tienes que poner en el cartón es: 'Me faltan 10 euros para poder volver a Marruecos'".
Impagable.
Hace unos pocos años que este planeta es capaz de alimentar a toda su población. Pero, como ha dicho Eduardo Galeano, este planeta ha decidido alimentar a sus automóviles antes que a las personas. Existe una razón para ello. Nuestro coche es nuestro. Los pobres siempre son de otros.
Otra de mis preocupaciones respecto de las actitudes para con la pobreza son las excusas: A un pobre hay que enseñarle a pescar y no darle pescado. A un pobre, cómprale un bocadillo porque si no se lo gasta en vino. Los países pobres tienen gobiernos que malversan la ayuda internacional, o sea que es dinero perdido. No doy a ONGs porque a saber si no hacen negocio con la pobreza.
La opinión más contundente que recuerdo es una de Arturo Pérez-Reverte, y él sabrá disculpar lo inexacto de la cita. Creo haber conservado la esencia. Cuando ante la petición de limosna se sacó un billete de 1.000 pesetas del bolsillo y se lo dio al indigente, alguien le interpeló: "Pero, ¿cómo le das dinero, si lo más seguro es que se lo gaste en vino?" Respuesta de don Arturo: "Si con ese vino se siente feliz y se olvida de lo que está viviendo, mejor para él. Porque con lo que está pasando, ya tiene bastante con pedir limosna como para que , encima, le demos una lección de moral".

Lluís Salvador dijo...

Ana:
Bienvenida, y gracias por el comentario.
Creo qué quieres decir con eso de no saber si tienes ganas de leer el libro o no. Hace pocos años, en televisión dieron una reposición de "Ladrón de Bicicletas", una película neorrealista italiana muy dura (en este estilo de dureza) que había visto cuando chaval y que me había dejado hecho polvo. Pero una grandiosa película. El caso es que me dispuse a verla y, ya se sabe, la mente humana y todo eso, me entró una angustia tal sólo con imaginarme lo que iba a volver a ver que no pude. De modo que te comprendo perfectamente.
Un saludo, y pasa por aquí cuando quieras.

Magda RB dijo...

Me contaron algo sobre este libro y era que en uno de los trabajos que hizo por esos tiempos fue en un restaurante y que era pasmoso ver entre otras cosas el aprovechamiento de sobras... Y ERA UN RESTAURANTE DE LUJO!! Es cierto que el libro lo comenta Lluis?

Por otra parte siempre me ha dado mucha rabia que lo que en inglés se titula LA GRANJA ANIMAL en castellano es REBELIÓN EN LA GRANJA. Creo que la variación del título le cambia del todo el sentido ya que "rebelión en la granja" lo centra todo allí pero "La granja animal" es algo que llegaron a hacer aunque lamentablemente al final saliera mal...

Lluís Salvador dijo...

Hola, Magda.
En efecto, trabajó como plongeur (una especie de pinche lavaplatos) en varios restaurantes de hoteles de lujo, a régimen de 17 horas de trabajo al día y sueldo... bueno, pues sueldo de plongeur. Lo que dices es verdad, lo cuenta. Y más, mucho más...
Algo de razón tienes con los títulos. Animal Farm es más neutro, marca distancia con la historia que se va a relatar. Pero en castellano es más sonoro "Rebelión" Y suerte que no lo titularon "Motín". Porque "Revolución", desde luego, era impensable. Era en la época en la que el color rojo no existía. Sólo el colorado.
Un saludo.

Veronika dijo...

Muy bueno el post, Lluís. No conozco ese libro de Orwell, y tampoco conocía su historia personal.
Tus comentarios en el post, se agradecen... es como ir a comprar un libro y llevarse tres por el precio de uno.
Y me gusta el cierre "por algo se empieza". Ojalá todos buscáramos por dónde empezar.
El comentario sobre los coches y los alimentos, me recordó un e-mail, bastante duro que envié a mis amistades hace unos meses. Finalizaba así: ¡Qué bueno que los autos y maquinarias van a poder seguir funcionando cuando todos los niños etíopes se hayan muerto!... De ese humor me dejan ciertas noticias sobre biocombustibles y pobreza.

Saludos.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Verónika.
Gracias por los elogios, pero si te fijas, en el post quien habla principalmente es Orwell. Y respecto a mis comentarios... Bueno, se hace lo que se puede, aunque me temo que a quienes hay que convencer no leen blogs.
Es que la frase de Galeano es cierta con toda su crudeza. Es como una maldición infernal: toda la técnica puesta a tope, lo conseguimos, disponemos de alimentos y entonces aparece de nuevo la técnica y lo quita de la boca para producir fuel-oil. Algún día tendremos que decidirnos. ¿Cuándo? Demasiado tarde, me temo... demasiado tarde.
Un saludo.

Carmen dijo...

Pues mira, llegué aquí por andar buscando en la red algo sobre este libro, al autor ya lo había leído por los dos títulos más conocidos. 1984 y Rebelión en la Granja, no sabía de este y me interesó muchísimo. Me he quedado sorprendida por la reseña tan buena que hiciste y por tu sensatez en los comentarios. Por eso no me quise ir sin antes agradecerte y felicitarte. Si no te molesta te tendré entre mis vínculos.
Un saludo desde México

Lluís Salvador dijo...

Hola, Carmen, bienvenida.
Gracias por la visita y por los elogios (que merece más Orwell que yo). Pasa por aquí cuando quieras y siéntete libre para comentar, proponer, sugerir, pedir y lo que se te ocurra.
¡Y cómo me va a molestar! Muy honrado.
De nuevo, bienvenida y un saludo.

Shyri Skunk dijo...

muy buen comentario me han dado aun mas ganas de leer esta obra, como todos quede imprpesionado con 1984 y ahora quiero explorar las primeras letras de Orwell.

solo que no me ha sido posible conseguir el libro por ningun medio, en las librerias me dicen que se ha agotado y electronico solo lo veo en ingles y soy malisimo para el idioma.

si alguien pudiera decirme donde conseguirlo o en su defecto descargarlo lo agradeceria, muy buen blog y comentarios aun mejores, suertecita.

Lluís Salvador dijo...

Hola, zhyri:
En efecto, y por lo que he podido ver, está momentáneamente agotado en castellano. En catalán goza de una edición reciente, y no me extrañaría que se reeditase un día de estos.
No obstante, ve pasando por www.quedelibros.com Tienen una buena selección de obras de Orwell, y bien pudiera ser que acabase apareciendo por ahí.
Un saludo, y gracias por el comentario!

Alv.. dijo...

que buen blog. pase aqui apurado por otras cosas, y tuve que "perder" mi tiempo igual.
cuando pueda me paso de nuevo.
pero queria saludar, felicitar y agradecer.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Álvaro:
Gracias por los elogios, y sobre todo por el saludo. Y bienvenido: esta es tu casa, y siéntete libre para comentar, sugerir o criticar aquello que creas conveniente.
Hasta la vista, y un saludo!