Eche Veinte Centavos en la Ranura, de Raúl González Tuñón

En mi juventud, una canción que escuché por la radio me dejó fascinado. Como de costumbre, nadie dijo qué es lo que había sonado en aquella ocasión, de modo que no pude poner ni nombre ni filiación a una de las letras más hipnóticas y literarias, más decadentes y bohemias, trágicas e irónicas que había podido escuchar.
Años más tarde, el misterio se desveló: se trataba del Cuarteto Cedrón, cantando Eche Veinte Centavos en la Ranura. Una canción que se hallaba en un disco doble que compartía el cuarteto con Paco Ibáñez. Trabajo perdido. El vinilo agonizaba, la industria se reformulaba a sí misma, los tiempos ya no eran los de antes, imposible encontrar el disco, ni la canción.
El mundo marcha y, un servidor, más viejo, menos bohemio pero más tecnológico, ha podido rastrear gracias a la red esa canción, y enterarse de unas cuantas cosas. Por ejemplo, que interpretación al margen, se trata de un poema de Raúl González Tuñón. Que en España se desconozca a este hombre me parece una de esas injusticias que tienen que ser reparadas cuanto antes. Me gustaría que le echaran un vistazo al poema (y que escucharan esa versión que tanto me eludió). Por mi parte, pretendo leer todo lo que pueda de González Tuñón. Y yo de ustedes haría lo mismo.

A pesar de la sala sucia y oscura
de gentes, y de lámparas luminosas,
si quiere ver la vida color de rosa
eche veinte centavos en la ranura.
Y no ponga los ojos en esa hermosa
que frunce de promesas la boca impura.
Eche veinte centavos en la ranura
si quiere ver la vida color de rosa.
El dolor mata, amigo, la vida es dura,
y ya que usted no tiene ni hogar ni esposa
eche veinte centavos en la ranura
si quiere ver la vida color de rosa.

Cien lucecitas. Maravilla
de reflejos funambulescos.
¡Aquí hay mujer y manzanilla!
Aquí hay olvido, aquí hay refresco.
Pero sobre todo mujeres
para los hombres de los puertos
que prenden como alfileres
sus ojos en los ojos muertos.

No debe tener esqueleto
el enano de Sarrasani
que bien parece un amuleto
de la joyería Escasany.
Salta la cuerda, sáltala,
ojos de rata, cara de clown
y el trala-trala-trálala,
rima en tu viejo corazón.

Estampas, luces, musiquillas,
misterios de los reservados
donde entrarán a hurtadillas
los marinos alucinados.

Y fiesta, fiesta casi idiota
y tragicómica y grotesca.
Pero otra esperanza remota
de vida miliunanochesca.
¡Qué lindo es ir a ver la mujer,
la mujer más gorda del mundo!
Entrar con un miedo profundo
pensando en la giganta de Baudelaire...

Nos engañaremos, no hay duda,
si desnuda nunca muy desnuda,
si barbuda nunca muy barbuda
será la mujer.
Pero ese momento de miedo profundo...
¡Qué lindo es ir a ver la mujer,
la mujer más gorda del mundo!

Y no se inmute, amigo, la vida es dura,
con la filosofía poco se goza.
Eche veinte centavos en la ranura
si quiere ver la vida color de rosa.

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9 comentarios:

Veronika dijo...

Qué maravillosa idea... Me encanta este tipo de posts. Alguien tiene que tomarse la molestia de rescatar canciones, poemas, pequeñeces lindas que desaparecen en la vorágine tecnológica.

¡Saludos!

P/D: quién no se vió tentado, alguna vez, a introducir esos veinte centavos en la ranura...

Lluís Salvador dijo...

Hola, Verónika!
Gracias por el apoyo moral. Pero es que creo que es un gran poema y una gran canción. Y quedármela para mí solo me parece feo...
Y por eso también es fascinante: porque a todos nos duele en el bolsillo la moneda para asomarnos al titirimundi.
Un saludo!

Magda RB dijo...

Hola Lluis,

Me ha parecido simpática pero no la he entendido mucho, supongo que es más poética que otra cosa no? Me refiero a que el poema emite fragancias, sonidos, imágenes pero me ha dejado un poco desconcertada, sobretodo como va saltando de un tema a otro...

La música es tango?

De todas maneras que encanta que nos des a conocer este tipo de cosas Lluis, gracias!

Lluís Salvador dijo...

Hola:
Bueno, en efecto, es un poema, y ahí estamos en el terreno de la metáfora, las imágenes y las licencias poéticas...
Pero, fundamentalmente, de lo que trata es de aquella vieja y omnipresente desesperación humana (o miseria; o soledad) que se intenta conjurar mediante una visita a una feria circense (y en este caso, más bien sórdida), un conjuro que apenas sirve, porque es falso, exagerado y vacuo.

¿Que si es un tango? ¡Ay! Verónika, Bárbara, Rayuela, anónimos lectores que no osáis expresaros y que provenís de la República austral, acudid en mi ayuda... Porque a mí me parece que sí, pero con lo que entiendo de música puedo estar metiendo la pata hasta las corvas...

Un saludo!

Lluís Salvador dijo...

Ah, sí, me olvidaba. Ya que me he puesto a explicarlo, en este caso es interesante acudir al poema "La Giganta", de Baudelaire, en Las Flores del Mal...
Un saludo!

Magda RB dijo...

Sobre el poema de Baudelaire intentaré encontrarlo Lluis, lo que también "la giganta" me ha recordado la película de animación "Monster House", maravillosa, que desde luego no es para niños pequeños, un cuento un poco "gore" sobre el amor entre un hombre pequeñito y una mujer enorme...

Gracias por tus comentarios.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Magda:
Pues. algo de eso hay en Baudelaire... Pero menos gore.
Un saludo.

Carlos dijo...

La vida es dura, con la filosofía poco se goza. Eche veinte centavos en la ranura si quiere ver la vida color de rosa. Cuantas veces suenan estos versos en mi cabeza gracias a la maravillosa interpretación del Cuarteto Cedrón. Yo también la descubrí en el viejo disco de Paco Ibañez y sonó tantas veces que ese estribillo y la canción en general me surgen espontaneamente cada dos por tres. Gracias por traernos estos maravillosos versos.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Carlos:
Una canción maravillosa, una trasposición musical enorme, un poema perfecto, sugerente y grandioso... Una delicia.
Un saludo!