L'Home que Va Confondre la Seva Dona amb un Barret, de Oliver Sacks
(The Man Who Mistook His Wife for a Hat)
Ed. Enciclopèdia Catalana/Proa, col. Proa Butxaca
Barcelona, 2004 [1985]
Con El Hombre que Confundió a su Mujer con un Sombrero sucedió una cosa curiosa. Publicada en castellano, empezó una serie de recomendaciones boca de lector a oreja de lector que hicieron que fuera adquiriendo unas ventas consistentes, hasta el punto que, puesto que los lectores acudían a las secciones de literatura en su búsqueda, algunas librerías optaran por tenerlo expuesto en dos lugares: en la sección de medicina/psicología (su lugar natural) y en la sección de narrativa.
¿Confusión? ¿desconocimiento? Creo más bien en una intuición razonable del público. Este libro constituye en la descripción de una serie de casos neurológicos extremos, tan extravagantes o llamativos que parecen ir más allá de la ciencia y adentrarse en la ficción. Si consideramos que Peter Brook escribió una obra de teatro, y Michael Nyman una ópera en un acto sobre el caso que da título al libro, podemos decir que el público (como casi siempre) tenía razón.
La carga científica del libro es ligera. No es reprochable. Se trata de un libro más para motivar a la reflexión que para la práctica clínica o la exposición congresual. Tampoco sostiene tesis ni aporta discursos. No me molesta. No le pido a los libros que necesariamente abonen modos de pensamiento ni ofrezcan moralejas. En este caso, cada lector tiene la capacidad de pensar y encontrar lo que quiera. Es seguro que algunos no verán más allá de la exhibición de fenómenos que podría constituir el libro, mientras que otros rememorarán casos, tal vez no tan extremos, que hayan conocido.
Pero, más allá de la curiosidad o el conocimiento de que tales cosas pueden suceder (el hombre del título realmente confunde a su esposa con un sombrero; la mujer que oye piezas musicales, fieles al original, de forma continua; los pacientes con síndromes de Tourette, repletos de tics; los miembros "fantasmas" de los amputados; la anciana que, por una neurosífilis, recupera el ánimo juvenil y el gusto por el flirteo [y si les suena, pues, en efecto; este caso, casi palabra por palabra, fue una trama secundaria de un episodio de la serie House]; el hombre con amnesia inmediata que reinventa la realidad y a sí mismo continuamente; el hombre que se "detuvo" en 1945; y muchos otros), más allá de eso, a mí me motiva pensar, en primer lugar, en lo tenue de la frontera entre la función y la disfunción (y téngase en cuenta que hablamos de casos neurológicos, no psiquiátricos; no son producto de causas externa, traumas o dificultades de relacionarse con el mundo "real" o "cuerdo", o producto de un declive cada vez mayor, sino de causas químicas, fisiológicas, que suelen presentarse como cae un relámpago); son personas "normales", con una mente "normal", pero las dolencias que sufren comportan de inmediato el rechazo y la incomprensión sociales.
Y también hacen que sienta una intensa pena (no lástima, ni compasión caritativa) por ellos. Por unas vidas plenas y saludables que se ven destrozadas de repente por una dolencia que les impide seguir con esas vidas y les relega a la categoría de "mochales" o "majaretas", sin importar que fueran (¡sean!) excelentes músicos, eficientes ejecutivas de publicidad o magníficos obreros de la construcción.
En este sentimiento, permítaseme que me aparte de los libros por unos momentos (este blog tiene carácter errabundo, no lo olviden). Sacks nos relata dolencias y casos que han incapacitado, destrozado vidas. En los mejores casos han podido adaptarse, pero tendrán que vivir siempre con el rechazo o medicarse de por vida. Son dolencias que no querríamos para nadie.
¿Pueden existir dolencias que representen una bendición, que sean admirables? Sí; esos seres que son capaces de hacer cosas que ni siquiera soñamos se llaman savants o, según la desafortunada expresión popular, "sabios idiotas". Sacks trata unos pocos de esos casos en su libro. Pero, a veces, y sobre todo en el ensayo, una imagen puede valer todavía más que las palabras. Hace pocos años vi una serie documental de televisión que trataba sobre ellos, Beautiful Minds, en tres capítulos. Lamentablemente, sólo corren por internet unos fragmentos, y los tres episodios completos en http://www.teachers.tv/, pero sólo para uso en el Reino Unido. Se los recomiendo vivamente, si tienen la oportunidad. No trata a esas personas como fenómenos de feria, sino como lo que son: las joyas de la disfunción, el límite a lo que puede llegar el ser humano, salvo porque a ese límite, por razones que desconocemos, lo acompañan maldiciones igualmente terribles: autismo, incapacidad de relación, imposibilidad de realizar acciones que todos damos por hechas. Si ven esos documentales sentirán admiración, pero también cariño y comprensión por esos seres humanos.
Así debe ser. Pero tengamos también ese cariño y esa comprensión por aquellos que padecen la maldición sin tener a cambio nada que les atraiga la simpatía de los demás.
7 comentarios:
Comenzaré diciendo que adoro a Sacks. Empecé con Un antropólogo en Marte y quedé cautivada. Ya había en mí el interés por la neurología y, al descubrir sus obras, éste se incrementó. Es cierto que Sacks no describe exámenes médicos detallados (ni lo pretende), y esto hace que sus libros sean accesibles para los que carecemos de nociones médicas.
Me gusta de Sacks que "conoce" a sus pacientes, llegando incluso a convivir con ellos durante cierto tiempo; no los trata como casos aislados sino que se esfuerza en aprender de ellos. Realmente es un neurólogo-antropólogo.
Gracias a sus libros he descubierto mecanismos del ser humano sorprendentes, como cosas tan importantes como la capacidad de habla o de lectura dependen de una minúscula parte de nuestro cerebro.
Buscaré el documental que mencionas, Lluís. Hace no mucho vi uno muy interesante sobre niños con síndrome de Tourette (primero lo vi a trozos por internet, meses después lo emitieron por TV); recuerdo lo que decían: "Yo tengo Tourette, pero el Tourette no me tiene a mi". Era desolador ver cómo otros niños los apartaban...
Hace menos aún, en la Noche temática de La 2, emitieron varios reportajes sobre el autismo, igualmente recomendables. Me impactó mucho descubrir cómo, cuando recién se empezaba a investigar, se culpó a las madres de los niños autistas de ser las responsables de la enfermedad.
Ahora espero ansiosa la traducción al castellano de lo último de Sacks: Musicoterapia.
¡Saludos!
Fe de erratas: el título correcto del próximo libro de Sacks es Musicofilia (y no Musicoterapia).
El pasado mes de mayo, El País publicó un extracto: Musicofilia. Como caída del cielo.
Yo caí en la trampa del desconocimiento por no decir ignorancia y comencé a leer el libro, que bajé de Internet como tantos otros, como si éste fuese una novela o un ensayo del tipo La personalidad neurótica de nuestro tiempo de K Horney; vos lo explicas muy bien,no tesis, no teorías.
Lo leí hasta que el hombre confundió a su mujer con un sombrero y lleva a la risa por una cuestión de proporciones aunque tiempo después un amigo docente, en tono de confesión, me contó que un día llegó a su casa y encontró a la mujer hablando muy seriamente con un parlante ( bafle, altavoz) y aquí podríamos invertir el título: La mujer que confundió a su hombre con un parlante.
como siempre muy buena tu información, aportes y paralelismos.
saludos
Rayuela:
Gracias por la aportación y los comentarios. Es cierto lo que reseñas de que Sacks se muestra en extremo humano con sus pacientes. Y en el fondo, creo que lo que siempre ha pretendido que los entendamos mejor...
Los tres documentales sobre los savants... una de esas decepciones de internet. Los estaba buscando, los localicé en teachers tv y cuando vi que estaban a disposición general me alegré un montón. Incluso volví a ver uno de ellos on line. Al cabo de tres días, volví para redactar el post y me encontré con un aviso de que como no me hallaba en territorio del Reino Unido no podía hacer lo que había hecho tres días antes. En fin.
Mariano:
Es curioso, pero cuando se empieza a hablar de estos temas, vemos de repente que los tenemos más cerca de lo que parece. Y es como lo del resbalón con la piel de plátano, que uno se ríe cuando le pasa a otro, pero cuando le pasa a uno maldita la gracia.
Escuchando a los de Radio la Colifata y Radio Nicosia, uno llega ya a la conclusión de que todos estamos un poco locos, en mayor o menor grado. Leyendo a Sacks descubrimos que hay enfermedades que bien pùeden atacarnos a nosotros cualquier día. ¿Y esas antiguas demencias seniles, que ahora sabemos que son Alzheimer?... O la fatiga crónica, que antes se consideraba pura vagancia y cuento... Somos muy complicados, pero cuanto más investigamos más vemos también que somos muy frágiles.
¡Un saludo a ambos!
A mí me emocionó profundamente. Me lo recomendaron y después leí más de Sacks.
Son universos increibles.
Hola Lluis, yo sólo conocía la obra de Brook porque se representó hace unos años en Buenos Aires en ocasión del Festival internacional de teatro. Al escritor no lo conocía ni lo he leído, lo voy a tener en cuenta, me recordó, lo que contás (no sé si estaré bien encaminada) a El hombre elefante (de Lynch) y La escafandra y la mariposa.
Saludos y me lo anoto para próximas lecturas.
Sá:
Pienso seguir leyendo más de Sacks, y seguro que vuelve por aquí. Un beso (yo también tenía esa cola blanca; y los multibolis, y los lápices de dos colores :-)
Bárbara:
Perfectamente encaminada. De hecho, me planteaba si citar o no citar el film de Lynch, pero intento hacerlo breve...
Un saludo!
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