El Buscavidas, de Robert Rossen
SESIÓN MATINAL
(The Hustler); 1961
Director: Robert Rossen; Guión: Robert Rossen, Sidney Carroll, basado en la novela de Walter Tevis; Intérpretes: Paul Newman (Eddie Felson), Jackie Gleason (Minnesota Fats, el Gordo de Minnesota), George C. Scott (Bert Gordon), Piper Laurie (Sarah Packard), Myron McCormick (Charlie Burns), Murray Hamilton (Findley), Michael Constantine (Gran John); Dir. de fotografía: Eugen Schufftan; Música: Kenyon Hopkins.
O la épica sórdida.
Una película que trasciende al tema primario que trata, como es el billar; con rapidez, al espectador le da igual que sea billar americano o la brisca (aunque el hecho de que sea un juego común ayuda sin duda a la sintonía con el público).
Eddie Felson (Newman) es un genio con el taco, pero también es un estafadorcillo de tres al cuarto, capaz de fingirse un torpe hasta que procede a desplumar a los "primos" en billares de pueblo y de mala muerte. Sin embargo, conocedor de sus posibilidades, quiere demostrar de lo que es capaz y entrar en el gran juego, ser el mejor. Pero para ello necesita dinero y, sobre todo, una mente más analítica y fría de la que posee. Ahí entra Bert Gordon (Scott, magistral como casi siempre) quien le proporciona financiación y organización a su carrera, por sólo el módico 75% de las ganancias y una relación parecida a la esclavitud. Su fracaso sentimental con Piper Laurie sólo hará que animarle a completar "su" misión para la que se siente capacidado, y es la de convertirse en el número uno del tapete verde. Todo muy sórdido, y así es reflejado en la película.
Pero hemos hablado de épica, y sin embargo sólo hemos mostrado a un antihéroe; y lo que tenemos para la epopeya es el adversario mítico por excelencia, aunque (en un toque genial) este adversario en apariencia esté desprovisto de todo aspecto heroico: el Gordo de Minnesota. Pero posee esos atributos: un gordo que no suda, que tras horas de jugar está fresco como una rosa, que es el mejor, una leyenda en vida, tan bueno que introducirá la duda en el mismo Felson. Gleason interpretó el mejor papel de una carrera secundaria (magníficamente secundaria, por otra parte) de tal manera que entró de forma directa en el elenco de los grandes actores característicos.
Las dos confrontaciones entre ambos, filmadas con brillantez, adquieren proporciones homéricas, si bien por ambiente y tema es una épica hampona, de mala vida, pero que trasciende su motivo figurativo. Tras su triunfo (y no es desvelar nada importante: no es fundamental el desenlace, sino cómo se logra) Felson ha llegado a la cima, pero es una cumbre solitaria. Ha pagado un precio altísimo por ello, en lo personal y sentimental. Lo que queda por delante es una incógnita.
El crítico David Robinson dijo: «Hay la impresión general de una intensa violencia, y el aire de decadencia espiritual rara vez ha sido transmitido con tanta viveza».
Tráiler:
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