El Hijo de Lagardère, de Paul Féval (hijo)

(Le Fils de Lagardère)
Ed. Mateu, col. Juvenil Cadete
Barcelona, s. f. (c. 1955?) [1893]

Dentro de la literatura folletinesca de aventuras, la ocurrencia de descendientes de los héroes queridos y apreciados por el público ha sido constante, aunque pocos de estos vástagos han sobrevivido al tiempo. El mismo Dumas practicó el sistema con su Vizconde de Bragelonne y el hijo de Athos. Otras manos apócrifas se aprovecharon de los mosqueteros y así surgió, por ejemplo, La Hija de Porthos (de Féval hijo, curiosamente). El mismo Salgari puso en escena a Yolanda, la Hija del Corsario Negro. Y así podríamos seguir, con estos émulos de sus padres a veces escritos por sus creadores y, las más, por otros escritores más vampíricos que eficaces.
Cuando menos, el recurso del hijo tiene un punto de respeto por el héroe creado por otras manos en el hecho de que le deja en paz y carga las nuevas invenciones en el hijo, bastardo o no, por poner un ejemplo, de d'Artagnan en lugar de masacrar el personaje original.
Sin embargo, en este El Hijo de Lagardère, quien retoma la saga es asimismo hijo del creador original. Un hecho notable. Para los freudianos que se están arremangando, les diré que tienen razones para alegrarse. Féval hijo explica los últimos instantes y circunstancias de la heroica muerte de Enrique de Lagardère, por ejemplo. El resto del análisis psicoanalítico se lo dejaré a ellos.
El caso es que Enrique de Lagardère dejó descendencia en forma de un hijo de tres años, que presuntamente murió o fue asesinado, aunque es más que posible que en realidad, y por motivos que quedarán claros, fuera sustituido in articulo mortis y hecho desaparecer, y que sea, justamente, el sargento "Bella-Espada" que aparece desde las primeras páginas del libro. Dejémonos de cuentos, la sutileza no es precisamente el terreno del folletín.
En cambio, lo que constituye su medio es el suspense periódico, el melodrama, la acción y la resolución final del misterio. Final y feliz, por supuesto. Suelen ser reglas que se siguen y es necesario que el lector se sitúe en ellas, así como se sitúa en otras en la contemplación de, por ejemplo, una película de dibujos animados.
Y funcionan en esta novela, como funcionaban en la de su padre. Si quieren un resumen argumental les doy uno somero: Bella-Espada es Felipe, el hijo de Lagardère y está siendo perseguido por uno de los antiguos enemigos de su padre, persecución que se extiende a su madre, a la que no conoce. En una serie de trampas y peligros, que sólo podrán ser desbaratados en el último momento y con la ayuda de los viejos camaradas de Enrique de Lagardère, Felipe encontrará su familia, su posición y el amor después de múltiples peligros y de culminar (o no) la venganza sobre el asesino de su padre.
Si les parece simplista, en efecto, lo es. Pero ¿y lo que se disfruta leyéndolo? Hay folletines y folletines. He leído, por puro completismo, algunos de los más caducos e infectos. De los que no funcionan, vaya. Pero este Hijo de Lagardère funciona. Y Paul Féval hijo no desmereció en nada a su padre.

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11 comentarios:

RebecaTz dijo...

Hola, Lluís, no conocía a Paul Feval hijo. Gracias por esta entrada (me encanta el folletín, y más si está bien recomendado).
Del padre sólo leí La ciudad vampiro en una edición preciosa (Marte) de 1964, númerada, prologada y adaptada por Javier Tomeo e ilustrada por Serafín. Una joyita que adquirió mi padre cuando era joven.
Perdón por el rollo pero es que el libro y la edición me emocionan. :)
¡Saludos!

Luna dijo...

Uff, esto sí es una buena noticia. Es que creo que todos los que nacimos con el gusto de la lectura tuvimos un libro de cabecera, o varios. Pues el mio era El jorobado, de Paul Feval, y aunque eso fue cuando tenia 11 o 12 años, siempre me gustó tanto que lo releí durante años, y seguro que me encantará leer este. Hay una frase del Jorobado que nunca olvido, y hasta podría servirte para INCITACIONES: "Sólo provocan odios aquellos a quienes hubiera podido amarse"

Lluís Salvador dijo...

Hola, Andrómeda:
Pues imagínate a mí cuando recurro a esta edición de por allá los años cincuenta, que fue la de mis primeras lecturas en serio... Sólo que aquí nos conformábamos con ilustraciones de Fariñas y sin prólogos, por supuesto. Pero por lo menos era un tesoro de aventuras (y no: también leí Mujercitas), y de las mejores: Melville, Dumas, Verne, Fenimore Cooper, Mayne Reid, etc. Algún día comentaré alguna otra.
Un saludo!

Lluís Salvador dijo...

Hola, Luna:
Noticia será mi reseña, porque en cuanto a existencia de edición, me temo que es bastante inencontrable... Aunque parece que existe un resurgimiento de esta literatura... esperemos que algún editor se anime.
Yo era más de los mosqueteros, pero claro, quien en su infancia no se ha sentido cautivado por la estocada de Nevers...
Gracias por la cita, y por el comentario, y un saludo!

lucho dijo...

hola! saben si en hbo u otro canal habian hecho por los 90 o 2000 un dibujo animado de lagardere? yo creo recordar una mini serie o dibujo de un espadachin frances que se ponia una mascara veneciana.

Lluís Salvador dijo...

Hola,Lucho:
La verdad es que no tengo ni idea, y las investigaciones que he realizado me hablan de las adaptaciones a película y teatro de la novela, pero no de que haya habido una adaptación en dibujos animados. De todas maneras, dejo aquí la pregunta, por si alguien puede responderla.
Un saludo!

Unknown dijo...

Pues este libro es literatura folletinesca de la buena y clásica tipo Alejandro Dumas este hijo de Paul Feval sabía lo que tenía que hacer. Caeran como no lo que tengo pendiente de esta serie de Lagardere, El hijo de Porthos y El hijo de D'Artagnan tambien del mismo autor.
En definitiva un autor que sabía escribir folletín de capa y espada.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Javier:
Gracias por el comentario, la apreciación y sobre todo por el entusiasmo que desprende. La literatura folletinesca se merece recuperarla con honores cuando es buena, como la serie de Lagardère de los Féval.
Un saludo!

Unknown dijo...

Pues si yo sinceramente me río de la gente cuando me dicen que las continuaciones de los clásicos nos son buenas. Hace tiempo alguien me dijo que Alatriste era repetitivo en sus otras novelas.
Es lógico que se repitan personajes pero cambia la trama.
A parte de que si las escribe un buen escritor sueles tener buenas novelas.
Paul Feval Hijo hizo una gran continuación de las aventuras de Enrique Lagardere. La novela cuando se resucita al factotum de Gonzaga es un no parar de acción hasta el final.
Por cierto tengo pendiente también leer un ciclo completo que continua las andanzas de los hijos de los mosqueteros de Paul Mahalin pero tengo que conseguir que alguien me traduzca los títulos del francés. He leido en bayuca una reseña y tiene muy buena pinta.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Javier:
Disculpa el retraso en la respuesta. Las razones en parte, se hallan en las últimas entradas de este blog. Respecto a lo que dices, y si tienes problemas sólo con los títulos (me falta tiempo para traducir novelas enteras), envíamelos y puedo echarte una mano con la traducción. En cualquier caso, sigue informando.
De nuevo disculpas, y un saludo cordial!

Carmen M. dijo...

el primer libro que leí en mi vida fue este, el Hijo de Lagardere, no sabía q había existido la saga del padre, y q esta era la del hijo, leí tb Los mellizos de Nevers q es la continuación de la primera. Voy a leer la del padre después de muchos años. Gracias!!!