Voy a Probar Suerte, de Fritz Leiber
(Gonna Roll the Bones)
En Visiones Peligrosas II (Dangerous Visions)
Ed. Martínez Roca, col. SuperFicción
Barcelona, 1983 [1967]
Ilustraciones de Leo y Diane Dillon
De Fritz Leiber hemos hablado anteriormente (Aciago Encuentro en Lankhmar). Fue el autor más galardonado en la ciencia-ficción, la fantasía y el terror, y lo fue sin grandes estruendos, en una carrera que se extendió desde 1945 hasta poco antes de su muerte en 1992. En todos los campos llevó más allá los conceptos de base y, de nuevo, lo hizo con naturalidad, como sin concederle importancia, sin gritar al lector: "¡Eh, mirad lo que he hecho!" Harlan Ellison lo define así en este relato: "Muestra la concepción leiberiana del universo unificado por la magia, la ciencia y la superstición, al tiempo que despliega el amor que siente el autor hacia el idioma inglés. Es imposible clasificarlo en ninguna categoría, aunque tiene huellas de puro horror, ciencia-ficción, fantasía psicológica y explicaciones jungianas acerca de la locura personal de nuestro tiempo".
Este amor por el idioma se traduce en un cierto barroquismo en la expresión; pero tranquilícense los lectores. Es un barroquismo que podría remitir más al de Borges que no al de los autores dieciochescos o decimonónicos, es decir, uno que enriquece la expresión sin empalagar al lector.
Este Gonna Roll the Bones, con esos huesecillos que rememoran las tabas y pueden sustituirse por marfiles, dados, suertes, puntos, nos sitúa en un mundo irreal y onírico, vagamente anclado en una realidad alternativa en la que el protagonista entra en un local, apropiadamente llamado "El Osario", para enfrentarse en una partida única y definitiva con una entidad que puede ser el Príncipe de las Tinieblas, la Muerte o una apropiada combinación de ambas. Con sorpresa final doble, es un relato que, como casi siempre en el autor, obliga al lector a seguir leyendo, sumergido en un escenario mantenido en pie a base de estilo e imaginación sin parangón con lo ya conocido... o con lo que el lector pueda esperar. Por concisión, argumento y recursos, es un relato único e inimitable, atemporal y que escarba en los miedos y el sentido de desafío del ser humano, así como en sus relaciones de dependencia e independencia para con los demás. Es un relato que esgrime como principal arma aquella que sólo los grandes narradores saben emplear: la desvergüenza, la valentía narrativa, el no mirar atrás, el atreverse a cruzar el abismo con la mera fuerza de la narración como bagaje, sin concesiones al verismo o la razón. Una que requiere la complicidad del lector. Y lo recompensa por ello con una historia inimitable.
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