Una Humilde Propuesta, de Jonathan Swift
(A Modest Proposal for Preventing the Children of Poor from Being a Burthen to Their Parents or the Country, and for Making Them Beneficial to the Publick)
En Una Humilde Propuesta... y Otros Escritos
Alianza Editorial, col. El Libro de Bolsillo
Madrid, 2002 [1729]
En el siglo XVIII, las extravagancias satíricas (porque el siglo XVIII fue un gran siglo para la sátira, uno en el cual nació la caricatura política, por ejemplo) disfrazadas de gran ensayo fueron comunes; una de las mejores e inmortales fue la archiconocida (pero tal vez no tan leída como parece) Del Asesinato Considerado Como una de las Bellas Artes, de Thomas De Quincey; es un género que ha caído en declive, aunque hemos ya visto unas gloriosas excepciones en el Allegro Ma Non Troppo de Carlo M. Cipolla. Digna y merecedora del podio en igualdad con el texto de De Quincey es esta Humilde Propuesta del fabulador y filósofo Swift.
Debido a la hambruna y miseria que azotaba Irlanda en la época, Swift propone, humildemente «que un niño sano y bien amamantado constituye, a la edad de un año, un manjar de lo más delicioso, nutritivo y saludable, tanto estofado o asado como cocido o hervido, y no albergo ninguna duda de que estaría igualmente bueno en una fricassée o un ragoût.» para «que dejen de ser una carga para sus padres o para la parroquia, no necesiten comida ni ropa durante el resto de sus vidas y, muy al contrario, puedan contribuir a la alimentación y en parte a la vestimenta de muchos miles.»
Semejante y extemporánea proposición es expuesta con toda la apariencia de seriedad, punto a punto, de tal manera que ante una suma tan atinada y razonable de argumentos, uno no puede dejar de pensar que, si la sociedad ha creado este estado de cosas, no dejaría de ser plausible esta propuesta. Como mínimo, sería coherente, como nos recuerda el propio Swift: «Reconozco que esta comida será algo cara, y por tanto muy apropiada para los terratenientes, quienes, como ya han devorado a la mayoría de los padres, parece que tienen todo el derecho sobre los hijos».
Es esta frase, entre otras, la que sitúa el punto de la sátira, que es gargantuesca (el padre de todas las sátiras del XVIII parece ser, con toda justicia, Rabelais), que obliga a la carcajada en muchos momentos, pero que por ello mismo desnuda todas las vergüenzas de la sociedad contemporánea. Con todas las risas que la acompañan, Swift traza un cuadro más auténtico y veraz de la época que cualquier informe, estudio o historia pudiera realizar.
En esta época políticamente correcta, esta humilde propuesta parece, repito, extemporánea. También lo pareció entonces. Pero esa extemporaneidad sirvió entonces y sirve ahora a un propósito: mejor que pensemos en poner remedio a esa situación. Porque la alternativa es reírnos. Reírnos hasta morir.
Portada y sinopsis
4 comentarios:
Hola, Lluís:
Sería muy interesante hacer este tipo de propuestas en esta nuestra cultura actual, tan "políticamente correcta", a ver si algo se mueve, por lo menos.
El argumento me parece que logra, además de un sátira, poner en entredicho, o demostrar, más bien, que la moral es meramente una construcción, y que esta "solución" no es diferente, en sentido estructural, de otras, excepto si es juzgada moralmente.
Saludos.
Hola Lluis,
Yo siempre he pensado que este texto en realidd, era una llamada a una reflexión sobre el control de natalidad. ¿Para que tenían que nacer tantos bebes destinados a pasar hambre y a morir, o bien en las estruendosas cifras de mortandad infantil o ya de mayores?
Si no había tantos niños no había el problema de la manutención de tantos adultos... pero éso era contrario a las doctrinas religiosas de "todos los que Dios nos conceda"...
Desde luego sabía como provocar, aun publicado hoy, este texto sería incendiario...
Un saludo!
Me gusta la sártira y la finalidad moralizante que predominan en el siglo XVIII. He leído muchas fábulas de la época, y de Swift, Los viajes de Gulliver, en los que destroza sin piedad a la naturaleza humana.
Estupenda reseña, Lluís.
Interesante la idea de Asterión, y también lo que apunta Magda.
Me apunto el libro.
¡Un saludo!
Hola, Asterión:
Ya llevas razón, ya... Y algo hacen... los cómicos, teatreros y otras gentes (dicen) de mal vivir. Y como son cómicos, teatreros, etc. nadie les hace caso.
El golpe sería que alguien, político serio, saliera a la tribuna de oradores y lanzara propuestas de este tipo. A ver si así, por lo menos, avergonzaba a uno o dos de los responsables.
Y, por descontado, algo de eso tramaba en cuanto a la definición de moral. Ya lo demostró en los Viajes de Gulliver, una comparación de costumbres brutal en cuanto a sátira.
Un saludo!
Hola, Magda:
Lamento decir que no se puede hablar de control de natalidad en el siglo XVIII. La reflexión que haces la puedes hacer contemporáneamente, desde nuestro punto de vista del XX/XXI, pero entonces era imposible hacerla (y herética, aunque creo que a Swift el tema no le hubiese importado mucho). Por otro lado, el sentido de la propuesta de Swift va más allá de eliminar los niños que mantener, sino que llega a la alimentación de toda la población adulta restante. Como es evidente que los únicos que se podrían pagar los bebés son los terratenientes, estos comprarían estas deliciosas carnes a sus proveedores, que así tendrían algo más el sustento resuelto. Porque el problema no es que faltara comida en Irlanda. El problema es que había gente que especulaba con las existencias. Por sierto, algo que hemos visto muy recientemente con los mercados agrarios...
Un saludo!
Hola, Andrómeda:
Completamente de acuerdo en tu apreciación de Swift. Un día de estos me meteré a fondo con El Asesinato Considerado..., que también tiene tela. Y en cuanto a fábulas soy menos experto... Podrías hacer una reseña...
Un saludo!
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