La Fe de Nuestros Padres, de Philip K. Dick
(Faith of Our Fathers)
En Visiones Peligrosas II (Dangerous Visions)
Compilación de Harlan Ellison
Eds. Martínez Roca, col. SuperFicción
Barcelona, 1983 [1967]
Ilustraciones de Leo y Diane Dillon
¿Hasta qué punto es comentable una obra de Dick sin entrar en las circunstancias personales de su vida? Si lo hiciera, sin duda alguna remarcarían el hecho de que esta vida por desgracia breve marcó su ficción de manera indeleble. Bien, pues conste por tanto que, dicen, Dick era un paranoico, no como epíteto peyorativo, sino como enfermedad. Según algo que puede o no ser leyenda, Dick creía que el gobierno le vigilaba y perseguía. También Dick (y esto sí está probado) pasó por todo el camino de lo que se ha venido a denominar la experimentación con los estados alterados de conciencia. A este respecto, hacer notar que la experiencia demuestra que no por drogarse uno va a escribir mejor. Tiene siempre que haber un cierto talento para empezar. Si las drogas (sean cuales sean: chocolate, azúcar, alcohol, LSD, pongan ustedes la que quieran) actúan como catalizador, como placebo, como potenciador o como distorsionador, no es asunto mío. Ni del lector, en el fondo. La obra, en el caso de un creador, es siempre lo importante.
Pero este relato trata de ambas cosas. En un mundo en el que los países de más allá del Telón de Acero han ganado la guerra fría y existe un Gran Timonel mundial (llamado Benefactor Absoluto del Pueblo), el Partido controla todos y cada uno de los aspectos de la vida de los ciudadanos.
No es un tema nuevo, y George Orwell ya lo trató en su 1984, pero lo que distingue a este relato de Dick, aparte cosas como el control psicotrópico de la población (y que puede influenciar la visión que se tenga de este líder único), es que este Líder es en realidad un ser, un dios, que no se alimenta del poder que detenta, sino del odio que ejerce contra toda la humanidad. Para ejercer estos mecanismos de odio ha fundado el Partido y el Anti-Partido, controla toda la sociedad y es hasta plausible que controle a cada individuo. En esta paranoia última y definitiva el sentimiento es que no hay salida, y que la elección del ciudadano no puede ejercerse entre esto y lo otro, puesto que ambas cosas son las caras de una misma moneda.
Por descontado, no sólo esta visión sostiene el relato. El estilo y los conceptos se amontonan, pero sabiamente ordenados y explorados. La gran virtud de Dick fue la de tratar siempre temas proclives a la alegoría o a la moraleja (pesimista), pero huir de estas formas morales. Este relato posee aires lovecraftianos; por supuesto, posee un aire orwelliano e incluso huxleyano. Pero el resultado final de estas características sólo parciales es puramente dickiano. Más allá de implicaciones sociales o históricas, Dick se interroga sobre lo que es Dios, no metafísicamente (o sólo metafísicamente) sino sobre lo que es sobre la Tierra y los efectos que tiene sobre la humanidad en su existencia, inexistencia o inmanencia.
2 comentarios:
Hola Lluís: parece un buen relato que toca los temas dickianos por excelencia. Tienes razón con respecto a su vida y obra, tan imbricados e indisolubles. Hay un libro que toma una parte de su vida de manera brillante Confesiones de un artista de mierda, te dejo el link "http://mimalapalabra-biblos.blogspot.com/2009/05/confesiones-de-un-artista-de-mierda.html"
Un saludo
Hola, Mariano:
He leído ese libro, uno de los imprescindibles para comprender a Dick (y es cosa bien difícil, lo de la comprensión, quiero decir :)
Gracias por la visita y la aportación.
Un saludo!
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