El Merodeador en la Ciudad al Borde del Mundo, de Harlan Ellison

(The Prowler in the City at the Edge of the World)
En Visiones Peligrosas I (Dangerous Visions)
Ed. Martínez Roca, col. SuperFicción
Barcelona, 1983 [1967]

Este relato no constituye sino una prolongación del comentado anteriormente de Robert Bloch, Un Juguete para Juliette. Sin embargo, no constituye un pastiche, ni una mímesis, ni tan siquiera un epigonismo. Ellison es un autor irreductible, y no renunciaría a su propio estilo, compuesto de frases precisas y metáforas a veces extremas (y que han sido parodiadas con frecuencia). Es un escritor controvertido, que no escatima el verismo en sus descripciones, aunque me apresuro a decir que Ellison puede describir la violencia, pero no se recrea en ella; una sutil distinción, pero una que marca la diferencia entre la literatura y la morbosidad.
Es un relato amargo, en el que Jack descubre que le han traído sólo para experimentar de forma vicaria sus pensamientos y sensaciones en el acto del asesinato, y en el que Jack, paradójicamente, descubre su propia soledad, desesperación e inutilidad de lo que suponía una misión divina y que queda reducida al absurdo.
Se trata de un cuento con una rara perspicacia psicológica, y mientras el género ha repetido hasta la saciedad la figura del asesino psicópata, nunca después se ha llegado tan lejos en este intento de entender (que no justificar) lo que pasa en la mente del asesino y, sobre todo, la actitud de un público que, en el fondo, siente una extraña atracción por los actos del Destripador.
Ellison, en ocasiones, tiene unos manierismos que pueden resultar cargantes. Sin embargo, es un autor que asume riesgos y que plantea recursos estilísticos propios suficientes y únicos como para hacer que sus relatos (apenas ha escrito novelas) en primer lugar no dejen indiferente, y en segundo, resulten experiencias que ningún otro puede transmitir. Incluso en sus peores relatos, Ellison pone valores y recursos redimentes. Algo que no es habitual.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

No, no, Lluís, te ruego un poco de piedad para los mortales que no hemos leído la mayoría de textos que reseñás aquí. O en todo caso, como los estudiantes de secundaria, solicito, encarecidamente, que se valide la lectura de tus reseñas como si de las obras se tratase. Borges quizá consentiría: Quién dirá si no fue la reseña germen de la obra, jaja.

Un saludo afectuoso.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Asterión.
¡Ja, ja! No creas que es una tontería eso de las reseñas como inicios de la obra. Más de una película, novela y cuento han nacido de una reseña y de alguien que se ha dicho "yo lo haría de otra manera". Aunque sé que te refieres a otra cosa, más metafísica. A ver si cuando reseñe El Quijote me convierto en Pierre Menard... (o a lo mejor resulta que reseño la versión de Pierre Menard).
Y ahora en serio, reitero, y no me cansaré de decirlo, que esto que hago con obras desconocidas, sobre todo con obras desconocidas o apenas, es sólo lanzar un aviso. Si a alguien interesa la reseña, entonces cuando tropiece, algún día, con la obra puede concederle un poco de atención. Igual, de otra manera, pasaba desapercibida. En este caso, cuánta gente no diría, "bah, una antología de ciencia-ficción". Y sin embargo, ahí se encierran unas joyitas, no muy valiosas, no hay que exagerar, pero curiosas y originales.
Gracias por el aporte, como siempre, y un cordial saludo!