Mortadelo y Filemón, de Francisco Ibáñez




Hace más de cincuenta años que van por el mundo. Pero para aquellos que seguimos su evolución casi desde el principio, el punto de inflexión de estos personajes tuvo lugar en 1969.


Fueron al principio pareja de detectives exclusivamente dedicados al gag sencillo producto del equívoco, Filemón vestido a lo Sherlock y con pipa, y Mortadelo con bombín en el que almacenaba sus disfraces. Poco a poco, fueron ganando personalidad, y Filemón abandonó sus manierismos ingleses, Mortadelo dejó el cubrecabezas para lucir su perenne calva y F. Ibáñez creció en recursos estilísticos y artísticos. Ha sido uno de los dibujantes que mejor ha dominado el movimiento en la viñeta, un movimiento veloz y vertiginoso, pero claramente expresado cinemáticamente expresado como pocas veces en el cómic, y que trasciende al fotograma congelado para hacerse dinámico. Vivo.


Pero seguían siendo gags de media, una, dos páginas. El punto de inflexión vino cuando editorial Bruguera quiso realizar una revista compuesta de mitad material francés (Blueberry de Gir, Aquiles Talón de Greg, Gottlib, Iznogud de Tabaré) y mitad autóctono, con Mortadelo y Filemón como bandera. Así se creó El Sulfato Atómico.


El Sulfato Atómico es una obra odiada por el propio Ibáñez. Le llevó tres veces más tiempo de realización que el mismo número de páginas a su estilo habitual. Sería la única historia que hiciera con este supuesto derroche de esfuerzo y detalle. Una lástima, porque Mortadelo y Filemón entraron, por primera y única vez, en el elenco de los grandes cómics europeos. Y sin embargo, a pesar del disgusto del creador y de las consideraciones comerciales del editgor, el público, es decir, los niños que éramos entonces, vimos que los Mortadelos podían ser más que tebeos de consumo inmediato, que había algo más.


Y nos pusimos a esperar la reproducción de ese pequeño milagro. En vano, aunque algunas lecciones se conservaron para los personajes y las historias.


Mortadelo y Filemón habían encontrado el vehículo adecuado para su lucimiento, las historias por episodios o la historia de largo recorrido. Las que, en resumen, podían reunirse en álbum. Surge así la época dorada de Mortadelo: El Sulfato Atómico, Mortadelo y Filemón Contra el "Gang" del Chicharrón, Safari Callejero, Valor y... ¡al Toro!, El Caso del Bacalao, Chapeau el "Esmirriau", La Máquina del Cambiazo o La Caja de Diez Cerrojos. Coincide esta mayoría de edad con su despegue internacional: Clever und Smart en Alemania, Mortadel et Filémon en Francia, Mortadella e Filemòne, más tarde Fortune e Fortuni en Italia, Paling en Ko en los Países Bajos, Flinck och Fummel en Suecia, Flipp og Flopp en Noruega, después Nopsa ja Näpsä, después Älli ja Tälli; Salamâo e Mortadela en Portugal, Antirix kai Symphonix en Grecia, Clever a Smart en la República Checa, Zriki Savargla i Sule Globus en Serbia, Dörtgöz ve Dazlak en Turquía, Mortadelo e Salaminho en Brasil; Txorizo eta Txistorra en vasco.


A partir de esta edad dorada, la decadencia ha venido, no inevitablemente, pero sí por motivos diversos: la entrada de equipo de realización apócrifo, la disputa de derechos sobre los personajes entre su creador y la editorial y, por fin, el agotamiento intelectual de su autor, que a falta de argumentos, empieza a decantar la serie introduciendo políticos y situaciones coyunturales (El Quinto Centenario; Maastrich... ¡Jesús!, etc.). Mala idea. Los personajes han cumplido cincuenta años, pero el Tratado de Maastricht tuvo una vida informativa de cuatro. Hoy, hablar de eso es hablar en chino. Una decadencia, no infame, pero sí triste para unos personajes que, en Safari Callejero, perseguían, por ejemplo, al vampiro Celestino, un murciélago vampiro que había perdido el gusto por la sangre y se había aficionado al tintorro.


Pérdida de la sencillez. Una bendita sencillez que desde los inicios tenían los personajes y que llegó a su cúspide cuando coincidió, en temática, longitud y similitudes, con sus modelos de referencia: Laurel y Hardy. Los mejores Laurel y Hardy, los que combinaron el slapstick y los recursos del cine mudo con los equívocos y temas del primer cine sonoro. Las referencias son tan claras que no es gran mérito señalarlas. Es fácil ver a Filemón como un Oliver Hardy satisfecho de sí mismo, que se cree la máquina pensante del dúo, presumido, soberbio y dominante; y a Mortadelo como el Stan Laurel tímido, chapucero pero bien intencionado, fuente de catástrofes, autor de iniciativas y planes que, inequívocamente, siempre terminan en desastre.

Pareja de hecho que conviven en una especie de relación no amorosa, sino sadomasoquista, como Laurel y Hardy, Mortadelo es quien asume la parte sumisa de la relación, mientras Filemón es el personaje autoritario. Mortadelo, tras uno de sus habituales desastres, juega con el borde de su levita, en actitud sumisa y lloriqueante similar a la de Stan Laurel en situaciones semejantes.

Los aprovechamientos del cine mudo son constantes: la violencia espectacular e inofensiva en el fondo remite más al slapstick, a la tarta en la cara, a la farola de Chaplin en "La Calle de la Paz", más que a Walt Disney.

Los disfraces de Mortadelo remiten también a Laurel y Hardy y a los "Hey, presto!" del cine mudo. Sus legionarios franceses y sus bebés parecen extraídos directamente de las películas de el Gordo y el Flaco. Los detalles rememoran a los absurdos aditamentos al uniforme de Charlot en "Armas al Hombro". De manera similar, Ibáñez emplea el truco del paso de manivela de Méliès de forma continua para realizar cambiazos visuales (en una viñeta se lleva a un perro de la correa; en la siguiente, lo que se lleva es una ristra de salchichas colgante). Todo ello nos remite a un género perdido para el cine, pero que funcionó, funciona y funcionará en el cómic. Ibáñez lo utiliza de forma magistral y son estos recursos los que hacen de Mortadelo y Filemón algo imitado, pero nunca emulado.

Menos significativos, pero también importantes, son los juegos verbales, desde prolongar la tendencia de los años cuarenta y cincuenta de los títulos rimados hasta la actualidad, muchas veces con brillantez (El disfraz, cosa falaz). Y la inclusión de expresiones a veces surrealistas ("Jefe, parece que lleve un chino en la espalda") que han pasado al lenguaje popular.

Y, finalmente, un aspecto poco visto, como fue la miopía de los censores. A partir de 1969 (coincidiendo también con El Sulfato Atómico), los dos detectives abandonan su "agencia de información" y se convierten en agentes secretos al servicio de la T.I.A. (Técnicos de Investigación Aeroterráquea). El nombre puede remitir a una parodia de la CIA, pero en realidad todo el público percibía de qué se hablaba en realidad: un servicio de inteligencia puramente español, impregnado de la característica nacional por excelencia, la chapuza. Si la censura franquista no vio lo que era evidente: los botijos como arma secreta, un científico incompetente, una estructura falaz e ineficiente, un superintendente Vicente convencido de que es alguien importante cuando sólo es un fantoche ridículo, no puede ser más que por la incompetencia inherente en la misma estructura censora que parodiaba el mismo cómic. Esta idiosincrasia puramente hispánica, de que todo lo español está hecho con cuatro latas mal puestas y es de funcionalidad como mínimo dudosa, y que pervivió hasta la gran catarsis de los Juegos Olímpicos de 1992, era tan constante que no podía sino conllevar una identificación, un verse reflejados en las incongruencias de la TIA. Hasta tal punto que, cuando los servicios de inteligencia españoles la han pifiado (y ha sucedido en varias ocasiones), el primer recurso de los humoristas, de los viñetistas, del pueblo llano, ha sido inmediato: Mortadelo y Filemón.

En estas características, en su atemporalidad en los mejores álbumes, perviven Mortadelo y Filemón como el mejor cómic de humor jamás hecho en España.

btemplates

13 comentarios:

Carolina dijo...

Lluís:
Sólo he leído algunos números de Mortadelo y Filemón, hace años y en casa de un amigo español. Si bien estos personajes europeos llegaron a Venezuela nunca fueron tan populares como los cómics y las historietas de los que hemos hablado con anterioridad. Hace poco vi que una librería de la ciudad tienen varios ejemplares, al igual que de Tintín, pero son tan caros que uno prefiere reírse del precio que pagar por reírse de sus historias.
Al leer tu reseña me entraron ganas de encontrar al Safari callejero.
Saludos.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Carolina:
Poco remedio hay para este problema endémico (a menos que Luis haga muestra de nuevo de sus habilidades mercuriales y aparezca un día con un mortadelo y diga: "mira qué barato!"). Safari Callejero es uno de los mejores títulos de Ibáñez.
http://seronoser.free.fr/bruguera/mortadelo.htm
Pero en esta dirección por lo menos están todas las prortadas, y esas suelen valer la pena.
Un saludo!

Victor dijo...

Corrección Lluis:

Luis va a decir: "¡Mira lo que me conseguí!". Y Carolina pondrá su famosa cara de "Yo sólo estoy aquí de testigo".

Víctor dijo...

Se me olvidó: Yo tengo "Mortadelo y Filemón contra los bomberos", el de los Dinosaurios, "La vuelta" y otros más. Todos ellos, es cierto, fueron adquiridos gracias a donaciones de absolutos desconocidos.

Carmen dijo...

Lluis, gran homenaje le has hecho a Mortadelo y Filemón.
Yo fui una niña que aprendió a leer con comics, de hecho fue la época de oro del comic aquí en México, leía las historietas gringas como los de Walt Disney: El pato Donald, Mickey Mouse; los de de Warner Brothers: El conejo de la suerte, Porky, El pato Lucas; los de Archie, Susy, Batman, el Hombre Araña; hasta los europeos como Asteric y Obelix, y por supesto Mortadelo y Filemón.

Pero así como lo mencionas uno prefiere más las historietas donde ve reflejada la vida de su país, personajes entrañables que son tan parecidos a seres que conocemos de todos los días, que sufren las miserias y las aventuras para sobrellevarla. Es por eso que mis comics favoritos de esa época eran: La familia Burrón, de Gabriel Vargas.
http://www.supermexicanos.com/vargas/Entrevista.html

http://www.canal22.org.mx/burron/index.html

Eran unas historietas superdivertidas, el autor todavía vive casi 100 años de vida, la historieta continúa saliendo pero ya no es lo que era hace 40 o 50 años cuando comenzó. Yo tengo mis incunables que todavía conservo algunos antes de que yo naciera que me regalaron, y ahora que te busqué para copiarte los vínculos me entero que venden una colección en 40 000 mil pesos, ¡qué barbaridad, ya son objeto de culto!

Un abrazo querido Lluis

Magda RB dijo...

Hola Lluis,

Yo los leí poco pero lo poco que leí era genial, recuerdo la T.I.A. con mucho cariño y a veces la cito cuando en alguna situación en mi vida real me hace pensar que la persona con la que he tratado debe pertenecer a esa patosa organización... lo que ocurre es que poca gente pilla lo que estoy diciendo!

Y en cuanto a la ilustración como bien dices, que gran agilidad para dar expresión a todo, que colorido, no tiene miedo de dibujar nada, los disfraces, las calles...

Y no nos olvidemos del profesor Bacterio (lo recuerdo bien verdad? se llamaba así), el que siempre les daba nuevas herramientas como en las películas de Bond, James Bond...

Muchas gracias por el comentario y no sabía que se había traducido a tantos idiomas!

Anónimo dijo...

No sé ni cómo he leído algunas historietas de Mortadello y Filemón, porque en Cuba, jamás se han vendido, ni siquiera en los irrisorios precios que vio Carolina. Parece que las personas los compran en el extranjero y los traen y como Mi Librería es de uso... pues ahí me entero, por suerte, porque me gustan mucho. Cuando el hecho de las torres gemelas, se publicó una portada de este comic donde se veía un avión que iba a impactar en las torres y decía que eso se había publicado años antes...¿sería verdad? nunca supe si fue realmente una premonición o un invento publicitario.
Un saludo,
AD.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Víctor:
Es que yo hablo de la habilidad para el cambiazo que tienen las viñetas de Ibáñez, pero nada tienen que envidiar las dortes para el mismo de Luis... En una viñeta es un precio, en la siguiente, otro :) Personaje dignísimo para Ibáñez, sería.
En las aventuras que comentas, si no me falla la memoria, hay ya un detalle que ha resultado ser marca de la casa de Ibáñez: La firma animada. Es casi digno de estudio las diversas formas y circunsatancias que adopta ese rectángulo con la firma.
Un saludo!

Hola, Carmen:
Es curioso lo de las dos orilla. Evidentemente, yo me crié con los productos españoles, pero muy de tanto en tanto, llegaban los cómics de la Novaro mexicana (de hecho, los primeros cómics de superhéroes que yo ví, y seguro, el primer Superman que leía en mi vida). Y, cosa curiosa, eran, por descontado, de los más buscados, por lo escaso.
Gracias por los enlaces. Muy interesantes. También teníamos aquí nuestra familia de clase media, "La Familia Ulises", que aparecía en el mítico TBO. A propósito, ¿es cierto que Gabriel Vargas inventó el término "descuajaringarse"? Es una expresión popular incluso aquí, y no se me ocurre su origen.
Y estos cómics que leíamos y despreciábamos... ¡y ahora son objeto de coleccionista! La vida es una perpetua paradoja.
Gracias de nuevo, y un saludo!

Hola, Magda:
Venga, Magda, no me digas que te tratas con gentes que no saben lo que es la TIA (y no me hagas el viejo chiste: "¿La tía? ¿La tía de quién?"
Bacterio, en efecto. Inventor y científico catastrófico, y responsable de la calvicie de Mortadelo...
Un saludo!

Hola, AD:
Pues no es estrictamente una portada, pero sí una viñeta final en la que se ve al fondo, en efecto, un avión incrustado contra una de las torres. Aquí está el enlace que permite ver la página:

http://www.mortadeloyfilemon.com/ibanez/articulos/030.asp

Lo que pasa es que esto es muy incidental, y común en los dibujos de Ibáñez: los pilotos estrellados en monumentos, el incrustarse en fuentes y estatuas... Pero en este caso es meramente incidental, un gag complementario que se convirtió en casualidad. La imagen es de 1993.
Un saludo!

Carmen dijo...

Gabriel Vargas puede ser el autor de cantidad de palabras que se usan en el lenguaje popular de un mexicano. No hubiera imaginado que descuajeringarse se utilice por allá. Esa palabra aquí se usa cuando algo se atrofió o se descompuso o de plano se dió un mal golpe.

Saludos

Lluís Salvador dijo...

Hola, Carmen:
Pues sí, descuajaringarse (así escrito por acá; alguna diferencia fonética tenía que haber en el traslado) se emplea, y con el mismo sentido que en México. Pero jamás me hubiese imaginado que tenía origen en una historieta mexicana :)
Un saludo!

Kike dijo...

Ya decía yo.
Tengo el Sulfato Atómico desde pequeño, y siempre me pareció la mejor historia que jamás vi de Mortadelo y Filemón en cuanto a calidad gráfica.
Una pena que Ibañez no esté de acuerdo en volver a repetirlo...

Lluís Salvador dijo...

Hola, Kike:
Coiincidimos. El Sulfato Atómico es de lo más grande que ha hecho jamás Ibáñez.
Y en estos momentos, me temo que Ibáñez ya está por una veta decididamente comercial, muy apartada de los elementos que hicieron grandes a sus personajes.
Y, sin embargo, me extraña que incluso hoy día, habiendo transcurrido años de el hecho que motivó que El Sulfato Atómico no tuviera "hermanitos", el propio Ibáñez muestre tanta aversión por él. Entendámonos, la historia le debe encantar, el dibujo también... Pero cada vez que se le menciona ese álbum, es como mentarle la bicha. Se queja, lanza maldiciones y menosprecios contra aquellos que querían "hacer historietas al estilo de los franchutes", etc. Nunca he acabado de entender que no asuma que, por mucho trabajo, por esclavista que fuera el sistema de Bruguera en aquellos años (y lo era), por antieconómico (para él) que fuera esa historia, no conceda al menos que ese tiempo extra que tuvo que meter en su confección estuviera bien empleado a nivel artístico y estético. Una pena, en efecto. Pero, y una vez mostrado lo que pudo ser y no fue, le reconozco a Ibáñez sus otras grandezas en lo que ha publicado. Siempre recuerdo una serie de tres viñetas de Valor... ¡Y al Toro!, en las que Mortadelo, disfrazado de torero, cita al morlaco en la primera, en la segunda sólo hay las líneas de movimiento del toro que se lleva por delante a Mortadelo, y en la tercera a éste encajado entre los cuernos de la bestia mientras se dirige a toda velocidad hacia Filemón, a la sazón picador.
Nadie ha transmitido esa sensación de velocidad y movimiento como él.
Un saludo!

Anónimo dijo...

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