La Cua de Palla: Retrat en Groc i Negre, de Jordi Canal i Artigas y Àlex Martín Escribà

En este país es inusual prestar atención y estudiar editoriales, colecciones e iniciativas culturales impresas que hayan conseguido marcar la vida intelectual y proporcionar unos hechos peculiares a una sociedad. La Cua de Palla: Retrat en Groc i Negre [La Cua de Palla: Retrato en Amarillo y Negro] es uno de esos raros estudios, y ciertamente merecía la pena realizarlo. Por muchos motivos. En el páramo del género policíaco peninsular que rodeaba su fundación, el hecho de que una editorial plantease la creación de una colección especializada era una osadía; más aún, una osadía doblemente arriesgada, ya que La Cua de Palla no se planteaba como una serie de novelas detectivescas de estilo Agatha Christie, tan inocentes y separadas de la realidad. Su corpus principal siempre fue la novela negra, con su carga social, sus dilemas morales y su firme arraigo en la realidad. La Cua de Palla tenía su inspiración más en la Série Noire de Gallimard o en el Séptimo Círculo de Borges y Bioy que en otra cosa. Realizar esto en un país en el que la censura era omnipresente en el medio escrito no podía caer en gracia a los estamentos oficiales y, en efecto, los tropiezos con los censores fueron constantes (lo cual dice algo al respecto del género). Que además fuera una colección en catalán sólo levantaba más suspicacias si cabe.
La personalidad de su fundador y primer director, Manuel de Pedrolo, tuvo mucho que ver. Lector y cultivador del género, figura imprescindible (si bien olvidad injustamente en los últimos tiempos) de las letras catalanas (policíacas o no), Pedrolo poseía el fondo de conocimiento necesario para realizar una selección de calidad; políglota en una época en que el saber idiomas extranjeros era raro, este hecho daba la posibilidad de elegir entre lo mejor que en esa época se publicaba. Escritor de alto nivel, el cuidado que se prestó a las traducciones y ediciones fue desusado. Concienciado social y políticamente, su selección no fue nunca inocua y vacía.
En Cataluña, además, tuvo una influencia mucho mayor. Contribuyó a la difusión de una lengua que era perseguida; ayudó a modernizarla, gracias a su utilización en un género no aislado y que era universal y moderno. Y muchos lectores que hubieran dudado en leer en catalán se decidieron a hacerlo ante la imposibilidad de leer esas novelas si no era en esa lengua.
Todo esto y más es minuciosamente estudiado por Jordi Canals (director de la primera, mayor y más consistente biblioteca pública dedicada al género, La Bòbila de Hospitalet de Llobregat) y Àlex Martín (que acaba de estrenarse como director de la prometedora colección crims.cat); tan minuciosamente que, de las 431 páginas de este estudio, 262 son de apéndices, bibliografía y tablas, por cierto, útiles.
Con el detalle añadido de que no se muerden la lengua. Cuando se estudia una colección que casi ha conseguido la categoría de mito es fácil caer en el elogio rendido e incondicional, perder la ecuanimidad. No es el caso. Canal y Martín realizan su papel de historiadores con claridad, buen análisis y documentación, y critican políticas editoriales y decisiones erróneas cuando deben hacerlo. En un país en el que parece haberse santificado la política (nunca mejor dicho) de no criticar jamás las decisiones culturales, tal vez en nombre de un mal entendido sentido de país, que se señale que la gestión de las últimas encarnaciones de la Cua de Palla fue un desastre, motivado casi por la antítesis de lo que fue en sus principios (desconocimiento del género, falta de respeto y promoción a la producción autóctona, pérdida de señas de identidad, reediciones puramente (o eso se pensaba) comerciales, falta de asunción de riesgos, etc.) es notable.
Único, podríamos decir. Casi tan única como fue esa colección.

Ed. Alrevés
Barcelona, 2011 [2011]
Prólogo de Xavier Coma

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