El Programa Estelar, de István Örkény

(Rózsakiállítás)
En El Programa Estelar / Un Comandante en Casa
Argos Vergara, col. En Cuarto Mayor
Barcelona, 1984 [1977]

Al comentar Un Comandante en Casa ya hicimos notar la vis cómica de Örkény. En El Programa Estelar, y pese a la presencia del humor negro, predomina el tono irónico. La razón es su misma temática, la realización de un documental para la televisión sobre la muerte. Y no un debate, o una recolección de declaraciones filosóficas o metafísicas sobre el hecho de morirse, sino la filmación en directo de tres agonías diferentes y los diálogos corrspondientes de los protagonistas, es decir, los difuntos in pectore.
Por una vez, detengámonos en la cubierta de Julio Vivas, en extremo apropiada para el libro: en un recuadro con forma de pantalla de televisión aparece una sonriente muerte (la muerte siempre sonríe, pero tal vez por aparecer en televisión, esta parece hacerlo más). La ironía es apropiada. Supongo que más de un productor mataría por tener, pongamos, a la muerte, a Dios, a Gengis Khan, a Hitler, a San Francisco de Asís o a quien se le ocurra en pantalla. Después, y viendo lo que vemos, les preguntarían las mismas estupideces que de costumbre, pero esto último ya no tiene que ver con la novela y es una observación mía.
Lo que sí tiene que ver con la novela es que, recordemos, en un país socialista y antes de la proliferación de televisiones, y desde luego mucho antes de que la frase de Andy Warhol parezca estar haciéndose realidad, para desgracia de todos, y sea el motivo principal de la génesis de la telebasura, lo que tiene que ver, decía, es que Örkeny se planteara estos mismos temas y lo hiciera con rara perspicacia.
Aron Korom, el realizador, no quiere centrarse en el elemento morboso; quiere realizar un documental serio, objetivo, y lo cierto es que así lo hará. Pero también es cierto que la muerte cambia muchas cosas (de hecho, hablamos de la perspectiva de la muerte). El primero de los tres narradores no lo es; cuando Korom obtiene el permiso de rodaje, hace diez días que ha muerto. Pero su esposa, interesada en el dinero ofrecido, se presta a relatar los últimos días de su marido. Örkény nos plantea, sin demora alguna, dos hechos: primero, que el interés económico puede desnudar cualquier intimidad; y segundo, que la muerte es lo más íntimo que le puede suceder a una persona y a las de su entorno. De hecho, tras describir el cambio de relación que la enfermedad terminal conllevó, la viuda declara: «Cuando repaso nuestros diecisiete años de matrimonio, tengo la sensación de que en ningún momento fui de verdad su esposa hasta esos últimos diez días. Quizás esto me deje en mal lugar, pero la única vez que fui feliz con él fue cuando estaba muriéndose».
El segundo caso será el de una anciana, y allí descubriremos los estragos de la televisión. Sus vecinos la considerarán una celebridad, y empezarán a mimarla. Pero pronto la situación revertirá, y lo que es halago se hará denuesto por la envidia que provoca tanto protagonismo, en un hecho, además, que se considera normal y corriente (que lo es. Todos morimos).
Y en cuanto al tercero, se trata de un escritor, J. Nagy, y es en el que el realizador tiene puestas más esperanzas. Llegado el momento, el escritor prefiere suicidarse a soportar la agonía. Los temas en la novela aparecen en rápida sucesión: la desesperación del realizador cuando considera que las declaraciones de Nagy son banales; su búsqueda de "filosofía" en la filmación; el contraste entre la muerte real y la filmada, la modificación que la mirada de la cámara ejerce sobre las conductas; la vanidad que se exacerba al ser centro de atención, y muchos otros.
Todo ello se relata con una ironía que es más una mueca amarga sobre nuestra sociedad de consumo audiovisual y sobre los mecanismos de la popularidad que otra cosa, pero que no elude el auténtico trasfondo del problema. La muerte es un hecho presente y un hecho sobre el cual no sabemos nada y, por mucho que nos empeñemos, nada sabremos. El intentar comprenderlo sólo resulta en una tragicomedia, en este caso, televisiva.

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