Porco Rosso, de Hayao Miyazaki

SESIÓN MATINAL

(Kurenai no Buta); 1992

Director: Hayao Miyazaki; Guión: Hayao Miyazaki; Música: Joe Hisaishi.

Esta película surge de un acto de amor. Por el romanticismo de una época, amor por la aviación de los tiempos heroicos en los que los aviones eran de tela y madera, y en concreto por los hidroaviones, por las historias de aventuras, por el fantástico introducido en estas historias. Incluso por una canción.
A hayao Miyazaki no hay que descubrirlo a estas alturas. Es el director de dibujos animados japonés más literario, personal y coherente de los que pueblan esa parcela del cine. Sin embargo, Porco Rosso, hablando en sentido estricto, sólo es una película de dibujos animados porque da la casualidad de que los que la interpretan son dibujos. Porque lo cierto es que por trama, personajes, época y espectáculo aéreo, esta hubiera podido ser una magnífica película de acción real. O tal vez no; los encuadres y movimientos que son posibles con la animación tal vez hubieran quedado dubitativos en imágenes aéreas. No lo sé y no importa, porque cada vez que veo Porco Rosso me sumerjo en ella sin ejercer grandes esfuerzos por superar la barrera de los dibujos versus "realidad".
Porco fue en tiempos un aviador de la primera guerra mundial. Pero, por alguna razón, tal vez no murió cuando le correspondía. Y por tanto ahora vaga por la tierra italiana y los cielos del Adriático convertido en cerdo. La tierra italiana de los primeros tiempos del fascismo; como dice el mismo Porco: "prefiero ser un cerdo a ser un fascista". Y los cielos del Adriático, hogar de los piratas del aire, libertarios, anárquicos y condenados a la desaparición. Allí ejerce su oficio Porco, entre pirata y mercenario antipirata y, por supuesto, puesto fuera de la ley, con su pequeño hiroavión rojo que empieza a tener problemas de motor. Ya que "un cerdo que no vuela sólo es un cerdo". Y también allí se aloja su amor secreto e imposible, al que un aventurero americano recién llegado también pretende, destronándolo de paso de su supremacía en el aire.
Una película que por ambiente y creación tiene más de Casablanca que de anime. Una obra maestra de la animación, pero también una obra maestra de cine clásico. Una película surgida de un acto de amor, vaya.

Tráiler:

btemplates

4 comentarios:

Vero dijo...

Fue la 1ª peli del director que vi y ya me encantó :) pero para mó Totoro es la mejor.

Veronika dijo...

Hola Lluís!
Hace un tiempo, cuando hice aquel post sobre Miyazaki y El castillo ambulante, me mencionaste esta película. Entonces, era una deuda pendiente que tenía. Pero ya he tenido la suerte de verla.
Me gustó esa comparación final con Casablanca, por alguna razón la asocié con la misma película.
Dos aspectos que me agradaron mucho fueron, por un lado, la metáfora de Porco transformado en cerdo, y que se lo muestre siendo más honorable, más coherente que aquellos que tienen aspecto humano... Y, por el otro, esa pasión de Miyazaki por la aviación que nos permite deleitarnos con el diseño de sus aviones, siempre realistas y mágicos al mismo tiempo.
La escena de los aviadores muertos perdiéndose en las alturas es mi favorita... Es conmovedora sin recurrir a lo estridente. Hermosa película.

Se percibe que esta película te gusta mucho, creo que es una de tus reseñas más pasionales...Y va como cumplido. :)

Saludos!

Lluís Salvador dijo...

Hola, Vero:
Bueno... sobre gustos... No, en serio, Miyazaki me encanta. Pero esta obra de amor por elcine clásico que es Pocor Rosso me puede...
Un cordial saludo!

Lluís Salvador dijo...

Hola, Verónika:
Tienes toda la razón en lo que dices... en todo. Porque esa imagen del cielo de los aviadores es un punto de inflexión en la historia, una imagen bellísima, y una que cuando la vi por vez primera hizo eso que pocas veces se consigue en el cine... un ascender en la butaca, abstraído de todo lo que no sea esa escena que parece que se esté viviendo. Y después, viene el remate cuando Porco está revisando las balas y Fio lo ve... (no desvelaré lo que pasa). Es otro clic bellísimo, que daría para libros de teoría.
Y cierto, Porco Rosso me encanta (en todos los sentidos). ¿Por qué? Porque amo el cine clásico, el cine con compromiso pero no panfletario, el fantástico, el cine de aventuras, el de piratas. Y también, cómo no, esos locos en esos viejos cacharros biplanos y a hélice que, en esta película, además, flotan... Sí, adoro esta película.
Un saludo muy cordial!