El Caso Moro, de Leonardo Sciascia

(L'Affaire Moro)
Tusquets Eds., col. Andanzas
Barcelona, 2010 [1978]

Cuando en 1978 se produjo el secuestro y posterior asesinato de Aldo Moro, Leonardo Sciascia era precisamente diputado por el Partido Radical y formó parte de la comisión parlamentaria que investigó el caso y emitió un informe sobre el mismo. Este informe forma parte de este libro, pero que no sorprenda a nadie que ocupe 33 páginas de las 186 totales. Aunque duro con ciertas actuaciones e ineficiencias policiales y con algunos hechos, este informe comisionado no podía entrar en trasfondos morales ni en hipótesis sobre lo que el gobierno y el partido Democracia Cristiana podía hacer y no hizo o sobre la dirección que tomó su política durante la crisis. Pero la persona Sciascia sí.
Les ruego que lean, por favor, el resumen de contraportada que encontrarán en el enlace al pie de esta reseña; constituye una recensión interpretativa por sí misma.
El núcleo del razonamiento de Sciascia es ese "afirmaban [...] que las cartas escritas por Moro desde el cautiverio eran obra de un loco o fruto de la coacción". En efecto, en un principio Moro intenta ganar tiempo pidiendo la negociación, mientras en sus cartas da pistas sutiles para, como mínimo, circunscribir la búsqueda policial a la zona de Roma donde se hallaba prisionero (sin éxito). Pero, casi de inmediato, la reacción a esa petición de canje es automática: «Moro ya habla como un miembro de las Brigadas Rojas: ésta es la tesis que, como una losa, cae sobre el hombre vivo, lúcido y batallador que Moro sigue siendo en la "prisión del pueblo", mientras se recuerda y se celebra al Moro difunto, al Moro digno de un monumento, al "gran estadista" que Moro nunca fue. En su vieja ensoñación o alucinación del Estado (y lo digo sin sarcasmo, porque también yo padezco de esa ensoñación o alucinación, sólo que él cree haber visto al Estado alguna vez en Italia, y yo nunca), Montanelli entonó un "réquiem por Moro", mientras que el diputado comunista Antonello Trombadori proclamó, en los pasillos del Congreso: "¡Moro ha muerto!". Y un selecto grupo de "amigos de Moro", entre sus muchos "amigos", redacta un monstruoso documento renegando de él: el Moro que habla desde la "prisión del pueblo" no es el Moro que conocimos».
Es un mecanismo frecuente y reconocible. De repente, Aldo Moro, que poca cosa podía hacer en sus cartas, deja de ser "de los nuestros". Por tanto, pasa a ser "de los otros", en ese maximalismo despiadado. Y si es "de los otros" es uno de ellos con todas las consecuencias; y "los otros", mejor muertos que vivos. De hecho sólo volverá a ser el Moro "que conocimos", el Moro "de los nuestros", si muere, santificado por el martirio y expiada su culpa de haber insinuado que se podía negociar un canje. Es un mecanismo de alienación conocido, y desde ese momento la sentencia de muerte para Moro es extendida, al alimón, tanto por los brigadistas como por los propios compañeros de partido y de gobierno de Moro.
En esta sentencia terrible, en esta deshumanización tremenda, Sciascia compone una sobrestructura contenida pero intensa, y en extremo inteligente, que intenta, si no comprender, sí por lo menos explicar cómo frente a la brutalidad de los terroristas, toda una maquinaria política y las se supone personas que la integraban  pudieron colaborar para dejar a un hombre solo y sin más alternativa que la de morir por los disparos de una pistola con silenciador.

Portada y sinopsis

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2 comentarios:

Richard dijo...

¡Hola Lluís! Leí El Caso Moro hace un par de años, y estoy de acuerdo con tu muy buena reseña en cuanto al valor e interés de la obra. Qué triste el callejón sin salida creado por la situación política. La edición del libro en inglés viene acompañada por otro ensayo "histórico", de Sciascia, que se llama La desaparición de Majorana: igualmente interesante. ¡Saludos desde el frío de Nueva Inglaterra!

Lluís Salvador dijo...

Hola, Richard:
Bueno, es que la Desaparición de Majorana es un precedente casi del caso Moro. En cualquier caso es un suceso que se nota que a Sciascia le debió resultar repugnante. El encastillamiento en "ideales" políticos sin tener en cuenta a la persona... Y, sobre todo, que siempre ha existido la impresión de que a quien más convenía que muriera MOro era a algunos miembros de la DC. Supongo que esa impresión (algo dice Sciascia) debió desconcertar a los de las Brigadas Rojas. Y sin embargo, éstas también siguieron el juego. Y Moro, el ser humano Moro, se vio atrapado entre estos dos fuegos. Lamentable. Pero un texto, el de Sciascia, fundamental como modelo de análisis político e intelectual de la política.
Saludos muy cordiales desde la hoy nublada (pero agradable de temperatura) Barcelona!