El Asalto, de Fons Rademakers
SESIÓN MATINAL
(De Aanslag); 1986
Director: Fons Rademakers; Guión: Gerard Soeteman, basado en la novela de Harry Mulisch; Intérpretes: Derek De Lint (Anton Steenwijk), Marc Van Uchelen (joven Anton Steenwijk), Monique Van De Ven (Saskia De Graaf / Truus Coster), John Kraaykamp (Cor Takes), Huub Van Der Lubbe (Fake Ploeg), Elly Weller (Sra. Beumer), Ina Van Der Molen (Karin Korteweg); Dir. de fotografía: Their Van Der Sande; Música: Jurriaan Andriessen; Montaje: Kees Linthorst.
En enero de 1945, en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, justo pocos días antes de que esta finalice, en la ciudad holandesa de Haarlem unos resistentes matan al jefe de policía local, colaboracionista de los nazis. Éstos responden quemando la casa frente a la que se ha producido la muerte y fusilando a veintinueve rehenes, entre ellos los adultos habitantes de la casa.
El hijo pequeño, Anton, es enviado con sus tíos. La guerra, una guerra que ya se terminaba, le ha alcanzado de la forma más cruel e inesperada, como si hubiera sido un rayo. Porque no sólo nadie de su familia mató al policía, sino que ni siquiera se produjo frente a su casa: el cadáver fue trasladado por los vecinos, temerosos de que sucediera lo que después pasó a los Steenwijk.
Sin embargo, Anton no es hombre que se plantee preguntas. La guerra fue lo que fue, y ya fue lo bastante doloroso como para preguntarse si hubieron culpables esa noche y qué grado de culpa tuvieron.
Y la película sigue a ese Anton, ya adulto, en el transcurso de su vida, desde 1946 hasta 1983; una vida en la que, por azar a veces, inevitablemente otras, irá encontrándose con gente que estuvo presente en el lugar esa noche de enero. E irá descubriendo fragmentos de verdad, hasta que por fin todas las piezas (¿por qué matar a Ploeg? ¿Por qué trasladar su cadáver? ¿Por qué a la casa de los Steenwijk y no a la del otro lado?) se pondrán en orden.
Una película sencilla, pero que se plantea como un thriller sobre la memoria y las consecuencias de los actos humanos, por no hablar de la guerra. Magistralmente dirigida por Rademakers, nos lleva de la mano de ese enigma que parece no resolverse nunca, y que de hecho ya podría parecer que no tiene ninguna importancia, pero también nos lleva en el viaje anímico de Anton, el hombre, que no sólo no busca venganza, sino tampoco saber, aunque el conocimiento llegue a él por fin como una especie de iluminación que veda el aparente azar que parecía que era la muerte de sus padres fusilados por los nazis.
Todo ello con una sensibilidad extrema, una de las mejores películas que se pueden ver sobre esto que se ha venido en denominar "memoria histórica".
Tráiler: No gran cosa como tráiler, de hecho casi nada, pero es lo que hay. Sin embargo, en los "vídeos relacionados" pueden ver alguna escena de la película.
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