Feathertop, de Nathaniel Hawthorne

(Feathertop)
En Horrorscope, Mitos Básicos del Cine de Terror, vol. 1
Edición de J. A. Molina Foix
Editorial Nostromo
Madrid, 1974 [1852]

El hubris de la Nueva Inglaterra colonial, fortísimo, desde siempre ha dejado impronta en sus literatos, y el primero de estos auténticamente enraizado allí fue Nathaniel Hawthorne. Creció en el país en el que se produjo el proceso por brujería más célebre de la historia, y es seguro que es el escritor que más cerca estuvo de quien protagonizó el suceso y de su relato, y por tanto no es de extrañar que de continuo aparezca el diablo campando por sus respetos en su ficción. Pero Hawthorne no era un folklorista. Nació en una sociedad puritana, tal vez la más puritana de toda la joven norteamérica, pero en toda su ficción, tanto la fantástica como la que no, muestra una crítica implacable hacia este puritanismo inmovilista e hipócrita.
Feathertop no es una excepción, y constituye, además de un delicioso cuento de brujas, una sátira de los usos y costumbres de la época. Vamos por partes. La Madre Rigby, una bruja tan canónica que merecería figurar en los anales de la literatura fantástica, decide fabricar un espantapájaros. El meollo del asunto es que, a pesar de los materiales de fortuna que emplea, le sale muy bien, tanto como para ser «demasiado bello para desempeñarse como espantapájaros [...] ¡Vaya, si yo he bailado con otros más feos cuando los compañeros escaseaban en nuestros aquelarres del bosque! ¿Qué sucedería si lo dejara probar suerte entre los otros hombres de paja que circulan afanosamente por el mundo sin nada adentro? [...] ¡Encontrará muchos hermanos suyos en todas las esquinas!»
Dicho y hecho. Dándole el aliento vital mediante el humo de tabaco de una pipa, Feathertop (nombre, "Cabeza de Plumas", que refleja su naturaleza, todo apariencia, nada de cerebro) es enviado al mundo con la misión de hacerse un lugar en él, y el viático con el que parte es que hable aunque no tenga nada que decir; nada coherente, al menos. «Era maravilloso ver hasta qué punto se comportaba como un ser humano. Sus ojos (porque parecía poseer un par) estaban fijos sobre la Madre Rigby, y en los momentos oportunos inclinaba o meneaba la cabeza. Tampoco le faltaban palabras apropiadas para la ocasión: "¡Vaya! ¡Por favor! ¡Le ruego que me lo cuente! ¿Es posible? ¡Quién lo habría dicho! ¡De ningún modo! ¡Oh! ¡Ah! ¡Ejem!", y otras ponderables exclamaciones que demuestran que el que escucha está atento, indaga, asiente o discrepa.»
Y así entrará en el mundo. Percibido en su realidad sólo por un perro y un chiquillo, a los que nadie hace el menor caso, Feathertop se hará un lugar en la sociedad, e incluso conquistará a la hija del juez.
Aunque hay un pequeño inconveniente. Todos, al verle, pueden creer que es lo que no es, salvo una sola persona...
Feathertop es un relato irónico profundamente divertido, inefable en su sencillez y magistral en su construcción, que introduce el tema fantástico como asunto de hecho (que es como hay que hacerlo; en el género de terror y fantasía, la mejor manera de fracasar es justificar, o avergonzarse, si quieren, de lo sobrenatural); prosigue en su mejor tradición satírica y se desarrolla con una suavidad y credibilidad casi insultantes por su facilidad. Desde el primer "¡Dickon! ¡un tizón para mi pipa!" el lector queda atrapado, y sigue los pasos de Feathertop por el mundo con simpatía y, porqué no decirlo, algo de piedad por un espantapájaros que es más humano que muchos hombres.

Enlace al blog El Espejo Gótico, que publica completo el cuento Feathertop

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4 comentarios:

Veronika dijo...

¡Parece un relato delicioso! ^__^
He leído otros relatos de Hawthorne y aquella famosa novela que fue llevada al cine, interpretada por Demi Moore y Gary Oldman, La letra escarlata.
Hoy a la mañana, mientras leía las noticias locales, pensaba justamente en que aquí hay demasiados hombres con cabeza de paja como para que las cosas marchen bien.
Me gustó mucho tu reseña, hace que uno comience a segregar saliba ante la posibilidad de leer dicha historia, y da una buena idea de lo que se puede encontrar en ella. Comparto plenamente eso de que a los elementos fantásticos hay que introducirlos como algo de hecho, sin justificaciones de ningún tipo... Por cierto que es bastante molesto cuando el autor empieza disculparse por emplear tal artilugio en su narración (el mismísimo Poe suele incurrir en esta práctica).

¡Saludos Lluís!

Lluís Salvador dijo...

Hola, Verónika:
En primer lugar, lo importante, que es cómo poder leer este cuento. Acabo de incluir en la entrada un enlace a un blog que lo tiene publicado. De modo que lo tienes a un clic.
Y cuando lo habrás leído, verás que ojalá el mundo estuviera dirigido por espantapájaros. Tienen más sensibilidad...
Tienes razón en que POe se sintió acomplejado muchas veces, pero hay que disculparlo... la época era la que era. Sin embargo, en muchos de sus relatos no se para en barras y la intrusión, aunque poética, es brutal. (Un día de estos tengo que comentar El Cuervo, y el Método de Composición que lo suele acompañar.)
En cambio, Hawthorne, bien porque todo el folklore local de la joven Nueva Inglaterra o era indio (y, por tanto, en gran parte hechiceril) o era brujeril al estilo de Salem, o bien por tocar las narices a los puritanos, da por asumido que diablos y brujas campan por allí como si fuera su casa.
Un saludo!

Veronika dijo...

¡Muchas gracias por incluír el enlace!. ¿Dijiste algo así como "¡Dickon! Un enlace para este cuento" ? jaja.

Queda claro que ya lo he leído. Me gustó mucho y me declaro partidaria del buen Feathertop, que supo aceptar su propia naturaleza con insospechada grandeza.
Digo más, ya quisiera yo poseer el talento de la Madre Rigby y, así, poder insuflar vida en una calabaza... Aunque en mi caso en una hecha de palabras.

¡Saludos!

Lluís Salvador dijo...

Hola, Verónika:
Ja, ja! No siempre sale bien... El caso es que esta vez busqué y hallé. Un día de estos tengo que detenerme en ese blog para ver con más atención qué tienen.
Tienes razón en eso de la grandeza de Feathertop... es una que refuerza el cuento y hace alianza con el lector.
Y, Verónika, Verónika... sabes muy bien que eres muy consistente en tus poemas, que además tienes un raro respeto por las formas clásicas, que sabes utilizar, y que cuando estás en forma, y lo estás muchas veces, tienes una poesía que conmueve, que es potente y que no es fácil de encontrar en el marasmo poético de estos tiempos. No es que pretenda que te creas la mejor del mundo. De hecho, hay que tratarte con jucha delicadeza, porque el potencial que tienes es tan enorme que sólo espero ser testigo de cómo se desarrolla. Por tanto, Madre Verónika, nada hay imposible para ti.
Un saludo!