The Man Who Went Too Far, de E. F. Benson

Edward Frederick Benson fue, del trío de hermanos escritores, el que más y mejor se dedicó a la ficción de terror sobrenatural. Y siempre lo hizo con una originalidad y una clase inmensa. Benson fue un literato, no muy recordado hoy, pero muy apreciado por sus contemporáneos (en mi opinión, con justicia; un año de estos podría ser que fuera reivindicado y volviéramos a encontrar sus obras no fantásticas en los estantes), y lo que los comentaristas británicos definen como una "social butterfly", alguien presente en todas las fiestas y reuniones en las que valiera la pena estar.
De modo que extraña que un hombre en apariencia tan volátil dedicara sus esfuerzos a la ficción terrorífica. La verdad es que lo hacía por diversión. Sin embargo, esa teórica diversión, esas tonterías aparentes, llevaban una carga de muy buena literatura. En su construcción, en sus temas, en sus finales.
Es así en este El Hombre que Fue Demasiado Lejos, un relato único en su género, ampliamente apreciado por Lovecraft y todos los que han tenido la suerte de leerlo.
Su argumento ya es inusual: En un remoto lugar campestre, un artista casi retirado del mundo recibe a un amigo y le cuenta que, en el mundo en que viven, la alegría ha desaparecido casi por completo. La alegría de vivir, claro. La pura alegría, como dice, "del perro que juega con su cola". En este camino de recuperación de esta alegría, ha empezado un regreso a la naturaleza, cada vez integrándose más, haciéndose uno con ella; y ha empezado a escuchar, muy lejanas, al principio, las siringas de Pan.
Es un planteamiento ciertamente original, por lo menos para la época, y su desarrollo lo hace una de las obras maestras del género. Literariamente, la descripción del ambiente artístico y del artista mismo es genial, y sin duda está basado en los muchos artistas que Benson conoció en su vida. Pero además sabe transmitir una atmósfera de progresiva exaltación, de verosimilitud, conforme el relato avanza. Y todo ello combinado con una carga emocional terrible, respecto a ese regreso a la epoca apolínea, al paganismo primitivo que se conjuga en un subtexto de goce personal bajo esa capa de búsqueda de la felicidad.
Y su final perfectamente rematado, con una frase que corona un relato que está llevado de la manera más sabia que se pueda encontrar.

En Dark Banquet
St Martin's Press
Nueva York, 1985 [1904]
Ed. de Preston Child

Texto en inglés de The Man Who Went Too Far

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