La Verdad, de Terry Pratchett

(The Truth)
Plaza & Janés
Barcelona, 2009 [2000]
Serie del Mundodisco nº25

Terry Pratchett ha obtenido un éxito tan absoluto y ha realizado las cosas con tal aparente simplicidad que cabe preguntarse por suál es su secreto. No es que se base en un único concepto, pero uno de los principales factores que lo han hecho grande es la profunda humanidad de sus personajes y la profunda humanidad que despliega Pratchett al tratarlos.
Grandes o pequeños, grandiosos o ridículos, son gentes a las que reconocemos, con sobre todo sus defectos, pero con alguna grandeza intrínseca corriendo por ahí. Pero sobre todo por el trato que Pratchett les dispensa. Malvados o benéficos, todos gozan de un trato (y un fin; o a veces hasta de un principio) justo. Y es que puede parecer que hay muchas cosas irracionales en la ficción del Mundodisco, pero hay también una justicia intrínseca, aunque sea la que la física o la naturaleza reserva al orden de las cosas.
No es una ficción que nos tranquilice, por supuesto, aunque siempre nos divierta. El auténtico humor despoja, más que viste, al ser humano. Tampoco es que nos reafirme en nada, salvo en lo chapuceros que podemos ser los humanos. Aún así, nos sentimos, si no bien, sí justamente tratados.
La Verdad. ¿Qué sería esto, así, con mayúscula, sin ser un tratado filosófico? Vamos, piensen. Pero no olviden que somos humanos. ¡Ajá! ¿qué otra cosa podría ser, sino un periódico? En efecto, esta es una novela sobre la aparición de la prensa informativa en el Mundodisco. Y no, el periódico no se llama La Verdad, sino el Ankh-Morpork Times, pero todo director de periódico piensa en realidad que lo que su prensa edita es esa verdad.
Ingeniosa y humorística como siempre, esta novela es, a la vez que un homenaje, una exposición de lo que es el periodismo, lo que fue en sus tiempos heroicos y una adecuada alegoría del conflicto entre poder e información.
Veinticinco novelas después de que Pratchett encontrara el canal adecuado para su humor, que a la vez es visión esclarecedora de los absurdos y contradicciones del ser humano, su ingenio sigue aguzado, su humor fresco y su mundo (familiar para los lectores avezados, deformante en el sentido de que contiene al nuestro según normas que no debemos seguir para los nuevos en el Mundodisco) sigue siéndonos tan propio que no podemos sino contemplarlo con auténtico cariño.

Portada y sinopsis

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