Una Incursión en el Mundo, de Donald E. Westlake

(Brothers Keepers)
Ed. Júcar, col. Gran Etiqueta
Madrid, 1989 [1975]

In Memoriam: Donald E. Westlake (1933-2008)

Si ustedes clican en la etiqueta de Donald E. Westlake que figura al pie de esta reseña, comprobarán que, para el que escribe, no ha sido necesaria la noticia de la muerte de este maestro del policíaco y el humor para tener en consideración su obra. Por desgracia, su desaparición (y ha sido una muy poco tratada en los medios, como corresponde a los tiempos de miopía intelectual que vivimos), su desaparición, digo, motiva que tenga que comentar otra obra de Westlake, probablemente antes de lo que mi errática programación preveía.
Pero no ha sido, pese a las circunstancias, sin placer.
El hermano Benedict es un monje de la muy contemplativa orden Crispinita del Novum Mundum, con sede en un monasterio de estilo (!) hispano-morisco-colonial-griego-hebraico en el centro de Manhattan, y cuya misión en el mundo es meditar sobre Dios y los viajes. Por el momento, a la única conclusión a la que han llegado tras dos siglos de meditación es que "jamás debe emprenderse un Viaje a la ligera y sólo cuando ello sea absolutamente necesario para la mayor gloria de Dios entre los hombres. (O sea que casi nunca vamos a ningún lado.)"
Esta pacífica vida se ve alterada cuando, en la sección de arquitectura del periódico, descubren que su monasterio será demolido para construir un rascacielos.
La orden tiene un contrato de arrendamiento por 99 años (que ya se renovó una vez), y tienen una cláusula de renovación automática, pero su copia del contrato ha sido robada del monasterio.
De modo que la situación es desesperada, y el hermano Benedict no va a tener más remedio que Viajar. Cosa curiosa, la única aliada que parecen tener los monjes (o más bien Benedict) es la hija del propietario de los terrenos...
Si creen que esto va a desarrollarse como un argumento convencional, están muy equivocados. Westlake no estaba hecho para las convenciones. Lo suyo siempre fue la sorpresa, los giros de trama, los personajes enormes, todo siempre al servicio del humor.
Porque Westlake fue único en su introducción del humor en el género (y pueden comprobarlo en Un Diamante al Rojo Vivo). Y no lo hizo de forma incidental, sino consistente y constantemente, sin por ello renunciar a una buena historia y a las convenciones del género policial, aunque adaptándolas para sus fines.
Esta Una Incursión en el Mundo es una de las mejores novelas de Westlake, una en la que no desaprovecha cualquier ocasión para el humor, en la que el argumento se desliza con suavidad hasta su final. En cada página hay un motivo humorístico, y toda la novela provoca el interés y la simpatía por la lucha de la pequeña orden contra el gigante inmobiliario. Una obra de alguien irrepetible y que merece mejor consideración que el anuncio de su muerte en un suelto en el periódico.

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