Chacal, de Fred Zinnemann
SESIÓN MATINAL
(The Day of the Jackal); 1973
Director: Fred Zinnemann; Guión: Kenneth Ross, basado en la novela de Frederick Forsyth; Intérpretes: Edward Fox (Chacal), Michael Lonsdale (Lebel), Alan Badel (el Ministro), Eric Porter (Coronel Rodin), Cyril Cusack (el armero), Delphine Seyrig (Colette), Donald Sinden (Mallinson), Tony Britton (Inspector Thomas), Timothy West (Berthier), Olga Georges-Picot (Denise), Barrie Ingham (St. Clair), Maurice Denham (General Colbert), Anton Rodgers (Bernard), Derek Jacobi (Caron); Dir. de fotografía: Jean Tournier; Música: Georges Delerue; Montaje: Ralph Kemplen.
Es incluso posible disfrutar de esta película aún habiendo leído el libro. La razón es que Fred Zinnemann compone un thriller con una tensión enorme, una metodología precisa y un manejo de los tiempos y las situaciones impecable.
La historia, para quienes no la conozcan, es una curiosa mezcla de realidad histórica y ficción posible: La OAS (Organization de l'Armée Secrète), un grupo de militares franceses retirados y enfurecidos por la teórica blandura de la presidencia de De Gaulle sobre todo en los temas de la descolonización argelina, han intentado ya repetidas veces atentar contra la vida del presidente, sin éxito. En un giro que ya en sí es irónico, deciden recurrir a un profesional, Chacal (un personaje basado más o menos en el terrorista internacional Carlos). A partir de ahí asistiremos a cómo éste se prepara para cometer el atentado, y cómo los servicios policiales franceses y británicos, que tienen alguna información de lo que se prepara, intentan impedir el magnicidio y detener al terrorista.
Se ha acusado a esta película de frialdad. Mi opinión es que esa teórica frialdad es un reflejo fílmico (y por tanto, mérito de Zinnemann) de esa misma frialdad con la que el asesino, interpretado a la perfección por Edward Fox, procede en todos y cada uno de los terrenos: la preparación, su cobertura, sus amores, sus movimientos, su documentación... todo. Y todo encaminado a lograr el éxito de su misión. En efecto, y empleando una famosa frase, fríamente, sin motivos personales.
Esa frialdad crea una tensión añadida, un sentido de implacabilidad, una impresión de que Chacal es tan, pero tan bueno, que el éxito de su misión es inevitable.
Aunque sabemos que no lo conseguirá (al fin y al cabo sabemos que De Gaulle murió en la cama), durante la proyección llegamos a olvidarnos de eso y a pensar que bien puede llevar a cabo su asesinato. Hacer eso con una película es algo muy grande.
Tráiler:
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