Lliçons Americanes. Sis Propostes per al Pròxim Mil·leni, de Italo Calvino

(Lezioni Americane)
Eds. 62, col. El Balancí
Barcelona, 2000 [1984-1985]

En 1984, Italo Calvino fue invitado a pronunciar una serie de conferencias en La Universidad de Harvard; Calvino eligió tratar una serie de valores literarios a conservar para el próximo milenio [por el actual]. Así surgieron estas Lecciones Americanas. Seis Propuestas para el Próximo Milenio. Y de las notas que se hallaron se publica este libro, compuesto no de seis sino de cinco lecciones: "Ligereza", "Rapidez", "Exactitud", "Visibilidad" y "Multiplicidad". La sexta, "Consistencia", tenía que ser escrita en Harvard, pero Calvino tenía ideas y material para al menos dos más; la que hubiera sido la octava, según Esther Calvino, hubiera sido "Sobre el inicio y el final" de las novelas. La muerte impidió tanto la escritura de la sexta lección como de las adicionales, así como la celebración de las conferencias, y eso nos priva del enriquecimiento que la preparación previa y el debate posterior hubiesen podido aportar. No obstante, con sólo el material que perdura es ya posible adentrarse en el pensamiento de Calvino sobre la literatura, un pensamiento claro, iluminador y clarividente sobre el futuro de las letras.
Los títulos de las lecciones pueden parecer crípticos: ¿qué es la ligereza? Tal vez acostumbrados como estamos a las metáforas ya desestimamos la literalidad de las palabras. Ligereza no es "superficialidad"; es lo contrario a peso, a opacidad. Es la agilidad, el vuelo del pensamiento que por esa cualidad se sobrepone al lastre que supone todo el pensamiento anterior, los estilos anteriores, las estructuras lingüísticas.
Calvino no era un teórico dado al cartesianismo, al método, al esquema inmutable. Por tanto, estas lecciones no son recetas de cocina para la escritura del futuro; son más bien sugestiones, ideas que deben presidir el espíritu y la aproximación a la literatura si ésta debe ser perdurable y avanzada a sus tiempos.
A este respecto, la ejemplificación es importante para llegar a esta comprensión intuitiva de lo que Calvino nos quiere decir. Si uno mira el índice onomástico (algo que suele ser conveniente, además de útil) descubriremos que los autores más citados son clásicos: Dante, Lucrecio, Ovidio, Leopardi, Cavalcanti, Balzac. De los modernos, significativamente, Borges y Carlo Emilio Gadda. No es de extrañar en alguien que escribió Porqué Leer los Clásicos, pero hay una reflexión que hacer sobre esto. Con toda su antigüedad, estos clásicos consiguieron perdurar mucho más allá de su época, y convertirse en atemporales y frecuentados. Es lo que cualquier autor pretende, y lo cierto es que las cualidades a las que se refiere Calvino para la poética de nuestro milenio están todas presentes en esos clásicos. Cosa que no es posible decir de literatura producida, como quien dice, anteayer. Pero es importante resaltar también a estos modernos. Escribir para nuestro milenio no es imitar los clásicos. Pocos han sido tan transgresores como Gadda, por ejemplo, y nadie comprendió también a los clásicos y les sobrepuso una estructura nueva encima como hiciera Borges. Innovación y clasicismo no están reñidos entre sí con este sistema de valores calviniano.
Quien lea esta reseña y pretenda hallar un resumen (un prontuario) del libro de Calvino, buscará en vano. Ni Calvino da recetas, ni yo las extracto. Entre otras cosas, porque es imposible resumir un libro al que hay que aproximarse paso a paso para llegar a la comprensión de aquello que Calvino nos quiere decir. Son sólo 143 páginas, de las más apasionantes y amenas que ha dado jamás la teoría literaria. Si alguien quiere tan sólo un extracto, tal vez debería dedicarse a otra cosa.

Portada y sinopsis de la edición castellana

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