Brazil, de Terry Gilliam
SESIÓN MATINAL
(Brazil); 1985
Director: Terry Gilliam; Guión: Terry Gilliam, Tom Stoppard, Charles McKeown; Intérpretes: Jonathan Pryce (Sam Lowry), Robert de Niro (Archibald 'Harry' Tuttle), Michael Palin (Jack Lint), Kim Greist (Jill Layton), Katherine Helmond (Mrs. Ida Lowry), Ian Holm (Mr. M. Kurtzmann), Ian Richardson (Mr. Warrenn), Peter Vaughan (Mr. Helpmann), Bob Hoskins (Spoor); Dir. Fotografía: Roger Pratt; Música: Michael Kamen; Diseño Producción: Norman Garwood; Montaje: Julian Doyle.
Dentro de la inmensa imaginación de su director, demostrada una y otra vez, esta no es una película perfecta, pero tiene escenas y un tono general más que atractivo para complacer al espectador inteligente. Sus defectos: avanzar a saltos; unos giros de guión y falsos finales sucesivos que perjudican al producto final. Sus virtudes: una imaginería deslumbrante, desconcertante y exuberante, más propia del steampunk (y de hecho pudo influenciar su aparición y desarrollo) que de las fantasías tecnologizadas, lo que la hace más perenne que las películas suplidas de “avances” tecnológicos que quedan superadas al cabo de los años. El referirse de continuo, pero de forma sutil, al 1984 de Orwell, a las pesadillas de Kafka, en parte a las paranoias propias de Thomas Pynchon, al Metrópolis de Fritz Lang y al Proceso de Orson Welles. Interpretaciones que sostienen la trama y un consciente humor negro y sardónico que (y precisamente por eso me encanta) disgusta profundamente al establishment, a los productores y al público conformista y mentalmente adolescente que, dicen los expertos, es quien va en realidad al cine (después de haber expulsado de las salas al resto, el público inconformista y mentalmente evolucionado; pero eso los expertos no lo dicen).
Salvando las distancias, Gilliam es un nuevo Orson Welles: convertido en paria por las productoras, tendente al derroche y a los rodajes interminables, creyente más en la artesanía y el arte que en los gadgets (pero conocedor de dónde, cuándo y cómo emplearlos), probablemente nos moriremos sin ver las obras maestras que podría hacer. Y, sin embargo, prefiero antes a un Gilliam silente que a un Gilliam adocenado. Sólo se equivoca quien arriesga. Brazil no es una película perfecta. Pero es una película arriesgada. Y cuando acierta, lo hace de manera magistral. Lo bastante como para que el balance de su visionado sea más que positivo.
Tráiler:
4 comentarios:
Es por eso que admiro a Gilliam, por su capacidad de arriesgarse, de intentar ir un paso por delante a pesar de la mala suerte que pueda tener; por su inconformismo y su negativa a crearse una marca fija.
Hace poco vi Brazil y, si bien tiene sus defectos, si uno es capaz de meterse en el mundo de Gilliam, puede quedar encantado... o no. Porque sí es cierto que la película se descontrola ocasionalmente con el guión, igual que ocurre con "Parnassus". Pero igualmente, su imaginación, que yo creo que está en constante evolución y por eso va por delante de su capacidad de realización, compensa con creces.
Un saludo!
Un autor muy particular, y quizá en esta y el Barón Munchausen es donde mejor lo demuestra.
Cuando vi "El pescador de ilusiones" me gustó mucho, pero claro, era yo más joven y aún bastante ingenuo. Hoy, me parece almibarada como la mayoría de productos gringos, igual que 12 monos, que algo arriesga, pero se queda corta en sus pretensiones.
Tengo pendiente Jabberwocky.
Saludos
Hola, Kenneth:
Completamente de acuerdo contigo. Suelen descontrolársele las situaciones dentro de guión, pero yo sospecho que es porque no quiere renunciar a nada. Y pese a esta falta de control, sus películas me siguen atrayendo porque sé que nunca, nunca, va a jugar a empatar, siempre arriesgará.
Un saludo!
Hola, Asterión:
Ah, el Munchhausen... Demasiado larga para mi gusto, demasiado descontrolada a veces, pero en su línea de derroche visual.
Y, sin embargo y con respecto a lo que comentas sobre Pescador de Ilusiones/El Rey Pescador, creo que es una película a reivindicar, con mucho más trasfondo de lo que parece si trazamos paralelismos con las leyendas artúricas (es que hay leyendas artúricas muy almibaradas, Gustavo, te lo digo yo). Ex una película para hacer lo que no me gusta, despiezarla, pero es que las referencias son constantes, a veces mínimas y a veces evidentes, tantas que es como para para detener el visionado, buscar la alusión y seguir hasta la próxima.
En cambio, en 12 monos estoy de acuerdo, se queda muy corta, pese a que el planteamiento era muy, pero que muy bueno.
Un saludo!
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