Vermilion Sands, de James G. Ballard
(Vermilion Sands)
Eds. Minotauro
Barcelona, 1993 [1971]
In Memoriam: JAMES GRAHAM BALLARD (1930-2009)
Vermilion Sands es un conjunto de relatos (escritos en un amplio período de tiempo) que se sitúa en el mejor (literariamente hablando) de los futuros que puede crear la ciencia-ficción; es decir, no en un futuro marcado por los adelantos científicos que suelen quedar o desfasados o ser imposibles, sino en aquellos futuros creados más bien por un estado de ánimo. O sea, en la tradición fantacientífica del "espacio interno" o ficción especulativa. El hilo conductor de estos relatos es el lugar, Vermilion Sands, un balneario refugio de antiguas estrellas de cine y de las artes, que más que una época, marca una concepción de vida ("lo que me gusta de Vermilion Sands ─dice uno de los personajes─ es que siempre está igual. Nada cambia en Vermilion Sands"). Como dice el propio autor: «Vermilion Sands tiene más que su cuota de sueños e ilusiones, miedos y fantasías, pero en un marco menos limitado. Además, me gusta pensar que celebra las descuidadas virtudes de lo cursi, lo extravagante y lo grotesco.»
Esto respecto a la continuidad del medio físico. Respecto al medio temporal, es un lugar donde la gente ha conocido a Dalí o Picasso, pero se sitúan en un tiempo donde hay nuevas técnicas artísticas, una fauna y ecología propias, etc., todo lo cual contribuye a una sensación de otredad sin embargo cercana a nuestros paradigamas culturales.
En cuanto a las líneas argumentales, hay una constante, y es una especie de canibalismo (o vampirismo, a veces) emocional. Y el medio por ele que se ejerce este canibalismo son las artes.
Los protagonistas están en su decadencia la mayoría, en su cénit algunos, pero todos necesitan, no amor, sino ser amados. Recibir lo que consideran el máximo homenaje de la gente de su alrededor, aunque en ese proceso destruyan a sus amantes y adoradores; el medio para este homenaje son las artes, que se esfuerzan por devolver una belleza o grandeza perdidas a las representaciones del objeto amado.
Sin embargo, nos dice ballard, el arte es terco y veraz, el arte no es halagador, el arte es lo único auténtico y sincero que existe en esa relación. Y la tragedia de los protagonistas es no percibir ese definitivo y sincero homenaje, no admitir la adoración por lo que se es, sino pretender la admiración por lo que se ha sido y no volverá o por lo que nunca se ha sido, y en cambio se ansiaba conseguir ser. No valorar el amor que se recibe por su persona en sí, con sus defectos y características totales, sean cuales sean.
Son unos relatos que fascinan, no por los gadgets, sino por sus personajes, ambiente y por unas historias tan complejas como el ser humano, con sus deseos, frustraciones y aspiraciones. No es de extrañar que Ballard exprese que no se sentiría incómodo en Vermilion Sands, "donde el juego es el último trabajo y el trabajo el último juego". En efecto, es un puro microcosmos con reglas propias, una especie de paraíso artístico en el que, sin embargo, el ser humano lleva sus propios problemas. Y tal vez por estar desconectado de cualquier otra realidad, el ser humano, al enfrentarse a sí mismo, está definitivamente solo.
Un lugar que me gustaría visitar, aunque el riesgo es el de pagar un precio muy alto. Tal vez por fortuna, sí se puede visitar Vermilion Sands en las páginas de este libro sin tener que pagarlo. Eso sí, saliendo de su lectura con una reflexión sobre el arte, el amor y el ser humano.
Portada y comentarios
2 comentarios:
Wowwww, Lluís, en otra entrada te decía que casi no leo ciencia ficción, pero este libro en específico me resulta fascinante porque lo introspectivo siempre despierta mi interés. Tal vez ese vampirismo emocional que mencionas no está muy lejos de la realidad...
Estupenda reseña, lo añado a mi lista.
¡Un saludo!
P.D. Según mis cálculos nunca voy a poder leer, no digamos 200 ó 300, ni siquiera unos 80 ó 90 libros al año. :(
Hola, Andrómeda:
Es un mundo extraño, irreal, pero a la vez muy cercano. Son situaciones también límite, pero en las que te introduces con curiosidad y asombro. Y no son tanto las situaciones como los sentimienrtos que trata y que suscita. Ballard era un genio en eso de ver lo que hay debajo de la superficie de las cosas.
Y, bueno, lo importante no es leerlo todo, ni verlo todo, ni escuchar todo, sino cómo se hace. El producto resultante se llama uno mismo, y es el conjunto de personalidad de las experiencias y el propio raciocinio. Y si ese conjunto se puede decir que ha llegado a un punto de equilibrio consigo mismo, entonces todas las lecturas, películas, obras de arte y todo lo que vivas es adicional. Pero la base ya está construida :)
Un saludo!
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