L'Agent Confidencial, de Graham Greene

(The Confidential Agent)
Eds. de La Magrana, col. La Negra
Barcelona, 1993 [1938]

En una anterior reseña me dedicaba a reivindicar el papel de John Le Carré como renovador del género de espionaje y gran narrador, escapando de la sombra del gran Greene, que había puesto las bases literarias de la novela del juego sucio por excelencia.
Establecidos ya los méritos de Le Carré, sería injusto tirar a la papelera la ingente obra de Graham Greene y no reconocer sus logros en el establecimiento de un género. Méritos no sólo argumentales, sino literarios, morales y humanos.
La trama de El Agente Confidencial es paradigmática de la obra de Greene: Un agente de la república española, en plena Guerra Civil, y al que sólo se identifica con la inicial D., es enviado a Inglaterra por su gobierno para conseguir carbón, imprescindible para el esfuerzo de guerra. Por desgracia, coincide con un agente homólogo del gobierno franquista con la misma misión. Éste, con mejores contactos y más recursos humanos y materiales, consigue robar las cartas credenciales, de presentación y documentos de D., enviándolo directamente a un calvario personal por el cumplimiento de su misión y su propia supervivencia.
Hasta aquí la novela no se aleja de un policíaco o una aventura "normal". Lo paradigmático en Greene es la tortura del protagonista, su abandono (hasta sus correligionarios desconfían de él), su soledad apenas paliada por una chica conocida durante el viaje a Inglaterra, su desamparo. En muchas ocasiones el lector tiene la sensación de que todo es inútil, de que D. haría mejor en abandonar, pero a Greene no le interesa tanto la misión como mostrarnos la entereza moral de su protagonista.
Lastradas por los finales felices (la conclusión de la versión fílmica de El Tercer Hombre parece ser una excepción, y sospecho que se debe más a Orson Welles o Carol Reed; en la novela, Greene se empeña: el chico consigue a la chica, suenan violines de fondo y cantan los pajaritos, metafóricamente hablando), las novelas de Greene, sin embargo, tienen mucho más de lo que su sinopsis muestra. El lector que busque aventura e inmersión en el sucio mundo de los servicios secretos quedará satisfecho. Pero nociones como deber, moral, integridad, expiación (Greene era católico inglés, un hecho que por lo general aboca a la militancia) y conflicto personal siempre se hallan presentes. Esos conceptos elevan las historias de Graham Greene por encima del pasatiempo, y las hacen necesarias.

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12 comentarios:

Carolina dijo...

Hola Lluís:
La anécdota de este libro comienza a partir del infortunio del puente. A raíz de este accidente, su testigo comienza a armar las ex vidas de los ahora difuntos. Una labor detectivesca. Suena atractivo este libro. Desconozco al autor y su obra, sin embargo me has incitado la curiosidad.
Saludos

Carolina dijo...

Ouch, acabo de fijarme que este comentario debió ir en la otra entrada: El Pont de San Luis Rey, de Thornton Wilder.
Ouch, qué homerada, je.
Saludos

Anónimo dijo...

Carolina, ya decía yo que lo del puente era de otro libro, jeje.

Muy bueno, Greene; y efectivamente, el que sienta las bases.

Saludos, Lluís.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Carolina:
No pasa nada... A mí me ha pasado lo mismo en otro blog. Y lo importante es hablar de libros, tampoco importa mucho el dónde...
Bueno, El Puente de San Luis Rey no es tan detectivesca como parece. A causa de que intento no extenderme demasiado (algo imposible) y a no desvelar tampoco demasiado de la trama y a que, digámoslo sinceramente, escribo muy mal, de hecho no es el hermano Junípero el relator, ni leemos strictu sensu esa compilación suya, sino que recibimos toda la información de un narrador omnisciente. Junípero mismo se incorpora a esta narración como un actor más... Y me callo, porque si no puedo desvelar demasiado, y para quien no haya leído esta novela, su descubrimiento puede representar muchas satisfacciones.
Un saludo!

Saludos, Asterión:
Te debo unos cuantos comentarios en tu blog. Paciencia. Soy lento, pero cumplo.
Greene es un narrador de primera categoría. Tanto en sus novelas de espionaje e intriga como en las llamadas "cristianas", como El Poder y la Gloria. Otro día comentaré alguna de estas obras. Lo que pretendía hoy era decir que LeCarré es un escritor que para nada está a la sombra de Greene, pero que Greene no puede ser considerado menor en absoluto, ni obsoleto.
¡Hasta pronto!

Y hola al resto de lectores de la reseña. Para dar a cada uno lo suyo, en la introducción a El Tercer Hombre, el propio Greene habla del final fílmico y el novelesco:
"Una de las escasas disputas importantes que tuvimos Carol Reed y yo fue acerca del final, y él tenía toda la razón. Mi opinión era que una película de corte ameno [!] como ésta no podía soportar el peso de un final desgraciado. Reed pensaba que mi final --que era indeterminado, sin que se hablara una palabra-- podía resultarle al público, que acababa de ver la muerte y el entierro de Harry, desagradablemente cínico. Me convenció sólo a medias: temía que poca gente iba a aguantar en sus butacas el largo paseo de la muchacha desde la tumba y que el resto de los espectadores abandonaría el cine pensando que ese final era tan convencional como el mío. Yo no sabía hasta dónde era capaz de llegar la maestría de Reed, y por entonces, por supuesto, ninguno de nosotros preveía el descubrimiento que hizo de Anton Karas, el tañedor de cítara. Todo lo que yo había puesto en el guión era algún tipo de melodía relacionada con Lime."

Una precisión: en efecto, en el final de la novela no se dice una palabra. Pero... "la mano de ella cogió el brazo de él..."
Con lo que me reafirmo en mi opinión sobre los finales de Greene, y presento mis excusas a Carol Reed, artífice de un final que, justo por ese largo paseo, resulta memorable. E incierto.
Saludos a todos.

milserifas dijo...

Uy, qué buena reseña. Leí alguna vez El americano imposible y me encantó y desde entonces lo recomiendo a diestra y siniestra y espero volverlo a leer más temprano que tarde. Pero me sucede que veo muchas novelas de él, y no sé por cuál decidirme, pues se me ocurre que su obra no toda debe de ser buena. Y su reseña es una luz para mi indecisión.
Saludos

Lluís Salvador dijo...

Hola, Milserifas:
Gracias. Por lo que respecta a Greene, tu planteamiento me pone en un brete. Intento hallar una obra mala de este autor (de entre las que he leído, claro está) y no hallo ninguna. ¿Por qué comento El Agente Confidencial en vez de otra? Por huir de las adaptaciones cinematográficas (y es algo que no he conseguido completamente). Pero si quieres mi recomendación, y ya habiendo leído The Quiet American, El Poder y la Gloria, El Ministerio del Miedo, Nuestro Hombre en La Habana, El Cónsul Honorario o El Factor Humano. Aparte de El Agente Confidencial, claro.
Un saludo!

jul dijo...

tu reseña me ha caido muy bien, es decir tenia algunas dudas sobre la novela que estoy terminando de leer (el agente confidencial), y que me ha absorbido en su trama. es un autor con el que apenas me he topado y me parece genial, muchas gracias .jul

Lluís Salvador dijo...

Hola, jul:
Bienvenido. Siéntete como en casa, opina, comenta, sugiere y critica, a tu gusto.
Me alegro de haberte sido de utilidad.
En cuanto a Graham Greene, es autor que será recurrente. El problema es que hay más libros que días...
Un saludo!

Francisco Ortiz dijo...

Muy de acuerdo: en la novela hay constantes referencias a la moral, la guerra, la valentía, la cobardía, la integridad, etc.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Francisco:
Bienvenido. Con toda libertad para comentar, opinar, sugerir o criticar, que para eso estamos.
Y es que Greene y la moral es consustancial e inseparable. Y de hecho tengo pendiente repasar algunas de sus obras "no de espías", donde eso se hace más evidente.
Por cierto, curioso blog el tuyo sobre novela y cine negro. Lo frecuentaré...
Un saludo!

Al rico libro dijo...

Efectivamente, las novelas de Greene van mucho más allá del mero thriller (o suspense), para desarrollar unos personajes moralmente ambiguos y muy complejos.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Al rico libro:
En Greene hay muchas cosas, sobre todo porque el propio Greene era poliédrico en sus intereses, pero el conflicto moral es algo inmanente en su obra, tal vez motivado por el sentido religioso que presidía la vida del escritor. El caso es que, si descontamos esos finales felices que muchas veces destrozan lo que se ha escrito antes, pocos escritores han llegado tan lejos en ese conflicto.
Un saludo!