Quel Petit Vélo à Guidon Chromé au Fond de la Cour?, de Georges Perec
En Romans & Récits
Le Livre de Poche, col. La Pochothèque
Varese, 2002 [1966]
Edición de Bernard Magné
Leí a Georges Perec mucho antes de saber que era escritor. Se trataba de una entrevista en Science & Vie sobre el juego japonés del Go. Que recuerde una entrevista en lengua extranjera sobre un juego que no he practicado jamás es significativo, y quiere decir que trascendía la mera anécdota y el propio tema para convertirse en algo más. Es muy difícil definir la genialidad, pero una de sus constantes, en mi opinión, parece ser la capacidad del genio para hablar de cualquier cosa y convertirla en algo original e interesante.
Tal vez, también, me llamara la atención su aspecto. Un rostro enmarcado por un cabello encrespado y una perilla indescriptible, pero sobre todo una cara bondadosa y con una mirada de niño feliz que disfruta de la vida como un juego. En esa entrevista, Perec mostraba que no había dejado de jugar jamás, a lo que fuera, y se tenía la impresión de que después de entrevistado iría de nuevo a jugar, y si era a algo nuevo, mejor. No es de extrañar que recibiera de la vida un juego que ésta pone a todos a nuestra disposición, pero que a él le debió encantar. El inmenso e interminable juguete del lenguaje que puesto en sus manos le iba a convertir en un narrador prodigioso.
¿Aquél Pequeño Velomotor con Manillar Cromado en el Fondo del Patio? es un divertimento, una tontería entre la novela corta (por sus páginas) y el relato (por su extensión), un cuento épico en prosa adornado con diversas flores y ornamentos retóricos, empleados con finalidades satíricas, humorísticas y paródicas. Su tema, sin embargo, es muy serio. Un soldado va a ser enviado a la guerra de Argelia y sus compañeros se conjuran para idear un método para que obtenga la baja médica. El adjetivo de "épico" ya da idea del tono humorístico, y no obstante Perec, narrador sabio, consigue no ocultar el drama bajo el humor. Un divertimento, una tontería, pero en absoluto tonta; un ejercicio de estilo con todas las formas de la retórica, pero no sólo un ejercicio. Los subtextos están en toda obra para quienes quieran buscarlos y hallarlos. El secreto de la buena narración es que estén ahí sin molestar a la narración principal y sin quitarle protagonismo a esa narración.
Y Georges Perec no es escritor que haga nada superfluo. Y así, por ejemplo, riendo, riendo, uno percibe unas curiosas reiteraciones o fijaciones en el texto con los números once (cuenten las palabras del título) y cuarenta y tres. Es misión del comentarista el descubrirnos la fecha del 11 de febrero de 1943, cuando el padre de Georges Perec "murió por la Patria".
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