El Arte de la Mentira Política, de Jonathan Swift
(The Art of Political Lying)
Eds. Sequitur
Madrid, 20092 [1712]
Edición bilingüe
Edición y traducción de Francisco Ochoa de Michelena
Introducción de Jean-Jacques Courtine
Aclaremos que, en una ironía muy acorde con el título, este libro no fue escrito por Jonathan Swift, sino por John Arbuthnot. Sencillamente, y conociendo el paño de las sátiras de Swift, le fue atribuido, sin duda porque el tono y estilo parecían muy propios del cínico irlandés. Arbuthnot, modesto y muy poco preocupado por temas tales como la autoría y la posteridad, no se ocupó en absoluto de enmendar el error; aclaremos también que Arbuthnot no era un desconocido ni en la escritura panfletaria (en una época en la que la mejor escritura panfletaria no tenía las connotaciones negativas que ese adjetivo confiere en la actualidad, sin duda alguna una lección a retener por los que se dedican a poner etiquetas a los géneros), ni en el arte de la sátira: fue el creador del personaje John Bull, una personificación literaria del inglés medio que pervive hasta nuestros días.
Y aclaremos que el texto que sobrevive y se publica no es un tratado. Como nos informa convenientemente el título original (extenso como se estilaba en la época), Tratado Ciertamente Curioso que se Propone Mediante Suscripción φευδολογα πολιτικη o El Arte de la Mentira Política. Resumen del Primer Volumen del Mencionado Tratado, se trata más bien de una recensión. El caso es que no sabemos si el tratado se llegó a escribir jamás o bien si, inédito, se perdió. A efectos prácticos, lo que pervive es un ejemplo avant la lettre de ese género tan querido por Borges y frecuentado por Stanislaw Lem de la crítica a un libro inexistente.
Libro que, sin duda, y conociendo la prosa dieciochesca que se estilaba, hubiera sido mucho más pesado que esta recensión que se publica. Y que es deliciosa. Conociendo también los modos de principios del XVIII, ya metidos en el cartesianismo, procede con todo método desde el origen de la mentira hasta el saber si una mentira se contrarresta mejor con una verdad o con otra mentira; por supuesto, el autor opina que la mejor manera de destruir una mentira es con otra.
Lleno de hallazgos felices, como por ejemplo las mentiras de comprobación, aquellas que se dejan caer para sondear la credulidad del pueblo; o la sabia recomendación de que los jefes de partido no se crean sus propias mentiras.
Este opúsculo irónico y mordaz, a trescientos (!) años vista sigue teniendo una actualidad, una propiedad para los tiempos que corren que a la vez asombra y avergüenza.
«La mentira política, dice, es el Arte de hacer creer al pueblo falsedades saludables y hacerlo a buen fin. Lo denomina Arte para distinguirlo así de la acción de decir la verdad, para la cual al parecer no se precisa de ningún arte. Pero, aceptada esa definición, la misma sólo se refiere a la invención ya que, en efecto, se requiere más arte para convencer al pueblo de una verdad saludable que para hacer creer y aceptar una falsedad saludable. [...] Por la palabra buen [fin], no entiende lo que es absolutamente bueno sino lo que así le parezca al que hace profesión del arte de la mentira política.»
Irrebatible.
Portada y sinopsis
2 comentarios:
Cómo me habrás convencido, que en lugar de apuntarlo en mi lista para después de vacaciones, le acabo de mandar un correo al librero de mi barrio, para que me reserve un ejemplar y me paso luego a recogerlo.
Hola, Mannelig:
Espero que te lo pases bien con él. Y, por cierto, también encontrarás en este librito una recensión del propio Jonathan Swift (esta vez sí) sobre un texto sobre la mentira política, que puede ser el de Artbuthnot, publicada en The Examiner en 1710; una minibiografía de John Artbuthnot; y una nota sobre Jonathan Swift, el propagandista.
Como ves, esta gente ha cumplido...
Ahora te respondo a otro comentario.
Un saludo muy cordial!
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