Bill, Héroe Galáctico, de Harry Harrison

(Bill, the Galactic Hero)
Eds. Gigamesh, col. Gigamesh Breve
Barcelona, 2010 [1965]

Les presento una obra maestra de la ciencia ficción, del humor y del antimilitarismo: Bill, Héroe Galáctico.
Hay que tener en cuenta que fue escrita en 1965, cuando el conflicto de Vietnam apenas empezaba, de modo que no se trata de una obra de reacción ante una guerra, ni una sátira de la misma (y me apresuro a decir que, aunque escrita en 1965, no ha envejecido ni un ápice, y conserva su frescura y genialidad). No, en realidad, Harrison, escritor de ciencia-ficción que siempre ha demostrado tener un buen sentido del humor y de la sátira, en realidad lo que quería era realizar una parodia de las novelas "militares" de ciencia ficción, del tipo "La Legión del Espacio" pero, sobre todo, de Starship Troopers / Tropas del Espacio, de Robert A. Heinlein. (Una nota al margen: puesto que Tropas del Espacio es una de esas novelas tramposas y que no comentaría en la vida en este blog (que sólo se ocupa de novelas que me hayan gustado, se lo recuerdo), bueno será un par de antecedentes sobre la misma; primero, la dedicatoria, "A mi sargento, que me hizo un hombre"; segundo, el hecho de que la gente que se emociona con la acción trepidante de esta novela no recuerda que durante tres cuartas partes (o cuatro quintas) el texto se limita a ser una descripción del entrenamiento de las tropas, y la poquísima acción que hay ocupa muy poco en comparación con la extensión del libro. Eso sí, muy bien descrita. Pero es un libro que me aburre por su contenido y me repele por su mensaje militarista. Fin de la nota.)
Pero lo que surgió como una parodia de género, y sin duda gracias a que Harrison conocía el ejército, se convirtió en una sátira antimilitar en toda regla, capaz de situarse en este aspecto al lado del Schweijk de Hasek o de Trampa 22 de Heller.
Todo, absolutamente todo lo militar es puesto en solfa en esta novela, con un humor increíble, una vis cómica inimitable y una perspicacia ante lo satirizable como pocos autores han tenido. La instrucción militar, la rutina de cuartel, la idiotez de los combates, lo demencial de la intendencia militar, las corruptelas, la propaganda... todo.
Cada lector tiene sus escenas favoritas, porque hay muchas. Una de las que yo considero inmortales es la presentación del sargento instructor en el campamento León Trotsky:
«─Soy el sargento Ansiademuerte Drang, y me llamaréis milord o "señor" ─empezó a pasear con expresión torva por entre las filas de reclutas aterrorizados─. Soy vuestro padre, vuestra madre y todo vuestro universo y vuestro más devoto enemigo, y pronto lamentaréis haber nacido. Voy a aplastar vuestra voluntad. Cuando diga "rana", saltaréis. Mi misión es convertiros en soldados, y los soldados son disciplinados. Disciplina significa, sencillamente, sumisión ciega, ausencia de albedrío y obediencia absoluta. Eso es lo único que pido...»
Tengan en cuenta que esto fue escrito en 1965. Estamos a décadas del sargento de La Chaqueta Metálica, el Clint Eastwood de El Sargento de Hierro y otros similares. Es una muestra de lo quintaesencial que resulta esta novela respecto al tema militar. Por poner otro ejemplo:
«─¿Nombre?
─Bill, con dos eles.
─Bil ─murmuró el cabo. Dio un lametón a la punta del lápiz y escribió el nombre en la lista del personal de la nave con letra torpe y redonda─. Las dos eles son para los oficiales; te fodes y a ver si aprendes cuál es tu sitio.»
Insisto, cada lector de esta novela tiene sus momentos cumbre particulares, y es así porque en esas 160 páginas está condensado lo mejor de la sátira antimilitar que se haya escrito. En palabras de Terry Pratchett: "Simplemente, el libro de ciencia ficción más divertido que se haya escrito jamás." Es decir mucho, pero es decir una gran verdad.

Portada y sinopsis

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2 comentarios:

Mannelig dijo...

A ver qué dices de Tropas del espacio, ¿eh? ¿Dónde estabas cuando lo de Klendathu? ¿O es que acaso eres una quinta columna de las chinches? Sospechoso, sospechoso...

Por otro lado, de nuevo me has convencido. Recuerdo Hagan sitio, hagan sitio y la película derivada, con su delicioso soylent green, así que, con tantas referencias a favor...

Lluís Salvador dijo...

Hola, Mannelig:
¡Ja, ja, ja! No, de las chinches no... Más bien de los chingers, que son los archienemigos de la novela de Harrison. Sé que Heinlein provoca furores a favor y en contra, y en los lejanos años setenta y ochenta habían debates encendidísimos, en persona y en las publicaciones (recuerdo las críticas de Carlo Frabetti en la revista Nueva Dimensión y las cartas que provocaban ("¡Anatema! ¡Que lo ahorquen! Echadlo de la revista!")); y de hecho Robert A. no me es antipático (sobre todo en Forastero en Tierra Extraña y otras cosillas; pero una vez leído Tropas sin el ímpetu del fervor juvenil, lo cierto es que se pasó de rosca...
Bill, Héroe Galáctico te encantará. No tiene una sola página de desperdicio. Lo he leído en inglés, en la traducción de la editorial Dronte y en esta de Gigamesh, y pese a que en las versiones castellanas se podían haber esmerado un poco más, conserva toda su potencia, insisto, incluso hoy, cincuenta años después de escrita. Y el final es sublime, de una ironía perfecta.
Un saludo!