Una Besada Abans de Morir, de Ira Levin

(A Kiss Before Dying)
Eds. 62, col. Seleccions de la Cua de Palla
Barcelona, 1986 [1953]

El caso de Ira Levin es notable por el hecho de que, sin ser uno de esos grandes nombres que perduran en la mente de los lectores, sí ha sabido tocar sus teclas con eficacia y dejar una impresión perdurable de sus obras. Veamos: una comedia suya, Critic's Choice, fue montada por Otto Preminger; Death Trap, otra obra teatral, tuvo su adaptación fílmica por Sidney Lumet; ha escrito la muy apreciable Las Mujeres de Stepford (Stepford Wives), de la que tendremos algo que decir en un futuro; Los Niños del Brasil es recordada, aunque pocos asocian este título con Levin en un primer momento; y, por descontado, es autor de La Semilla del Diablo (Rosemary's Baby), un texto que se ha hecho mítico en forma impresa y filmada.
Esta Un Beso Antes de Morir es una obra peculiar en el sentido de que uno puede leer su inicio y puede leer su final, pero eso no arruina la obra. De hecho, sí lo hace, pero sólo en el sentido de que el lector saldrá perdiendo: o es leída en su orden debido, o el lector no alcanzará las cotas de tensión y de intriga que esta novela tiene. Y, de todas maneras, se quedará igual y desconcertado. La explicación es que Levin compone sus novelas con precisión de relojero. En medio de la trama hay un hecho que hace que las piezas encajen. Si el lector no pasa por allí, la novela pierde todo sentido.
Como argumento, es notable: Tenemos a un guapo chico estudiante en la universidad, pero algo inquietante ya desde un principio, cuya novia ha quedado embarazada. Son malas noticias para él. El padre de ella es capaz de desheredarla y esa es la ambición de nuestro cínico protagonista: no la chica, sino la herencia. Descartadas las otras posibilidades, sólo queda el asesinato disfrazado de suicidio. Y una vez realizado éste, y puesto que el magnate tiene otras dos hijas, ¿por qué no seguir yendo a por la herencia?
Habrán observado que no he mencionado el nombre del supuesto asesino. Es intencionado, y Levin tampoco lo hace hasta bien entrada la novela, de modo que la incertidumbre se mantiene (en las universidades, cómo no, hay muchos chicos guapos y rubios), y el lector mismo se vuelve loco buscando pistas que le permitan identificar al criminal... hasta que Levin (que no es un tramposo) lo deja patente, y entonces la intriga se vuelve tensión a la espera de si podrá o no salirse con la suya. Si Levin hubiera sostenido el anonimato hasta el final, hubiera cometido fraude con el lector; haciéndolo de esta manera, sencillamente juega con el tempo narrativo. (Tengo muy poca curiosidad en saber cómo las dos versiones fílmicas, la de 1956 de Gerd Oswald, y la de 1991 de James Dearden, resolvieron esto; probablemente mal, y los críticos acusan a las películas de "sobresimplificación de la novela".)
El caso es que Levin sí mantiene la tensión y la intriga, y resuelve la novela de manera limpia y elegante, una manera que ha llegado a ser su marca de fábrica.

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2 comentarios:

Magda Revetllat dijo...

Creo que he visto una de las dos películas que citas, en ésta, la hermana de la chica que ha muerto se da cuenta que en el momento de morir llevaba una cosa azul, una cosa vieja y una cosa prestada y se da cuenta que no iba a suicidarse sino a casarse... Me gustó la intriga, no sé si es la novela que dices o es otra distinta.

Un saludo,

Lluís Salvador dijo...

Hola, Magda:
En efecto... es esta misma novela. Aunque acabas de cargarte uno de los intríngulis de la intriga, ja, ja! No te preocupes. Tampoco es tan grave, al menos en la versión papel. Donde está la intriga es en quién es y cómo sucederán las cosas posteriores a este hecho que comentas.
Buena novela de un relojero de autor...
Un saludo!