Macanudo nº5, de Liniers

Random House Mondadori
Barcelona, 2009 [2007]
Edición argentina:
Eds. de la Flor
Buenos Aires, 20073 [2007]

Liniers es uno de los dibujantes más interesantes que existen actualmente en el mundo. Las razones son muchas, pero podrían resumirse en que su universo es tan extenso que parece no tener fin.
No es que no tenga personajes fijos o series internas, al contrario: El Misterioso Hombre de Negro, Lorenzo y Teresita, Oliverio la Aceituna, sus duendes, la biografía de Pablo Neruda en sus momentos poco significativos, José Luis el infeliz, los amigos imaginarios, Origami Boy, Cosas que, a lo mejor, le pasaron a Picasso, sus sempiternos pingüinos, mis favoritos Enriqueta, la niña lectora, y sus compañeros el gato Fellini y el osito de peluche Madariaga; o las verdaderas aventuras del propio Liniers. Entre otras, que no tienen porqué estar protagonizadas por personajes identificables o suceder en un entorno concreto. De hecho, pueden suceder en cualquiera de los territorios de la imaginación de Liniers, que son vastos e innúmeros. Y no siempre alejados de la realidad, sin embargo.
Con semejante panorama de temas, universos y tendencias, leer un recopilatorio de Liniers es enfrentarse con una antología sosprendente, en apariencia anárquica (bendita anarquía) pero siempre refrescante.
Desde el humor del absurdo (que no humor absurdo) hasta lo onírico, desde lo social hasta lo literario, de lo visual a lo textual ("Pero ché... Ya tendría que haber llegado. La película está por empezar. ¿Dóde está? ¡Cada vez que vamos al cine pasa lo mismo! ¿¡Dónde está este idiota!?" ─La Novia de Godot), Liniers hace y dibuja lo que quiere con un saludable derroche de imaginación y buen humor.
Un humor tremendamente inteligente, no sólo por sus referencias, innumerables en lo literario y lo artístico sino por sus propios mecanismos creativos, que le dan una libertad interpretativa que proporciona una consistencia cualitativa envidiable.
Es posible que una sola tira de Liniers no haga que la adicción surja en el lector. Poder leer progresivamente sus pequeñas obras proporciona sin embargo un extraño sentido de continuidad. Y en sus recopilatorios, como en este, uno tiene recompensas inesperadas, como "El Inquilino", una historia de cuatro páginas dedicada a, y en el estilo de, Edward Gorey. Pero sin perder las esencias de Liniers.

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