Historia de la Fealdad, a cargo de Umberto Eco

(Storia della Brutezza)
Ed. Lumen
Barcelona, 2007 [2007]

"A cargo de". Quede claro, por tanto, que esto no es un libro de Umberto Eco, aunque la mano del maestro se reconozca en gran parte del texto que configura, aproximadamente, una cuarta parte del volumen.
En realidad, sería más acertado hablar de una "Antología de la Fealdad Humana". El libro se compone de un texto teórico y analítico que acompaña el corpus principal de la obra, que es una extensa selección de imágenes, del mundo clásico hasta nuestros días, y una selección de textos literarios y de otro tipo, que ejemplifican el tema tratado a través de los tiempos.
Este es un libro singular por el tema que trata. Yo, que me considero feo (pero con un alma resplandeciente; tampoco vamos aquí a flagelarnos), lo he leído con interés. Y cierta admiración. Porque, a diferencia de la belleza (que tiene un volumen gemelo realizado por las mismas manos) la fealdad nunca ha gozado de cánones tan establecidos y representaciones arquetípicas, y la conclusión es que la fealdad no puede ser sino vista históricamente de forma oblicua, mediante objetos y representaciones de seres estrambóticos, imaginarios u odiosos, como el diablo, las brujas, los monstruos de terras incógnitas o las caricaturas. La otra dificultad con respecto a lo feo es la imposibilidad de entrar en las mentes de las diversas épocas, con lo que no podemos sino intuir las reacciones ante los diversos rasgos que podrían, en un momento dado, definir la fealdad.
El recorrido es completídimo: la contradicción de la belleza en el dolor de Cristo; el infierno y el diablo; la tradición antifeminista; la bruja; la redención romántica de lo feo; lo siniestro; la fealdad industrial; el decadentismo; la fealdad ajena; lo kitsch y lo camp, etc. Hasta llegar a "Lo feo hoy", adecuado corolario a algo que ha sido un concepto cambiante y a menudo definido por contraste:
«En un cuento de Zola (Les Repoussoirs, 1891), un tal Durandeau se da cuenta de que, cuando se ve pasear juntas a dos mujeres, una de las cuales es ostentosamente fea, todo el mundo por contraste encuentra bella a la otra. De modo que decide comerciar con la fealdad y monta una agencia que permite a las señoras alquilar una compañera fea para salir juntas y poner así de relieve sus propias gracias, aunque a veces la clienta resulta más fea que cualquier compañera que se le proponga, pero no descubre hasta entonces su escasa belleza. El momento del reclutamiento y la forma en que se le dice a la mujer fea por qué y para qué se la contrata son terribles, pero más terrible es aún el sufrimiento de las elegidas que, tras haber pasado un día elegantemente vestidas y haber asistido al teatro o a un restaurante de lujo en compañía de una señora de la alta sociedad, regresan por la noche a su soledad y se encuentran frente a un espejo que les recuerda la terrible verdad.»
Es un ejemplo de la minuciosidad con la que se ha enfocado el tema y es este un libro total, hecho de mirada, de reflexión y viaje a lo literario, en un esfuerzo, si no exhaustivo, sí completo en su comprensión.
«Se nos repite por doquier que hoy se convive con modelos opuestos porque la oposición feo/bello ya no tiene valor estético: feo y bello serían dos opciones posibles que hay que vivir de forma neutra. Así parecen confirmarlo muchos comportamientos juveniles. El cine, la televisión y las revistas, la publicidad y la moda proponen modelos de belleza que no son tan diferentes de los antiguos, de modo que podríamos imaginar los rostros de Brad Pitt o de Sharon Stone, de George Clooney o de Nicole Kidman retratados por un pintor renacentista. Pero los mismos jóvenes que se identifican con estos ideales (estéticos o sexuales) se quedan luego extasiados ante cantantes de rock cuyos rasgos un hombre del Renacimiento consideraría repelentes. Y esos mismos jóvenes a menudo se maquillan, se tatúan, se perforan las carnes con agujas con el objetivo de parecerse más a Marilyn Manson que a Marilyn Monroe. [...] Ni los jóvenes ni los ancianos parecen vivir estas contradicciones de forma dramática. El esteta de finales del siglo XIX, que privilegiaba la belleza cadavérica como gesto de desafío y de rechazo del gusto de la mayoría, sabía que estaba cultivando lo que Baudelaire había llamado "flores del mal". Elegía lo horrendo precisamente porque había decidido elegir una opción que lo situara por encima de la masa de los bienpensantes. En cambio, los jóvenes que exhiben una piel ilustrada o el cabello azul tieso lo hacen para sentirse parecidos a los otros, y sus padres, que van al cine a ver escenas que tiempo atrás sólo se podrían ver en los anfiteatros anatómicos, actúan así porque così fan tutti

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5 comentarios:

mario skan dijo...

Conozco libros con titulos parecidos como Historia de sexualidad o de la locura. De HUmberto Eco leí El nombre de la rosa, El péndulo..., La isla del día...y un ensayo sobre cómo esta modernidad se parece al medioevo.
Tu reseña es muy clara pero me interesa más el Eco narrador que el ensayista de igual modo no estaría mal echarle una ojeada.

saludos

Anónimo dijo...

Dos libros que he deseado tener en mi biblioteca, pero cuyos precios me han resultado prohibitivos. Sin embargo, he podido echarles un ojo gracias a la bondad de algunos conocidos.

Me gusta mucho el corolario, especialemnte por la mención de ese relato de Zola, que no conocía y cuyo argumento me parece genial.

Saludos.

P.D. De una u otra forma uno siempre regresa a Eco.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Mariano:
Curiosamente, a mí me interesa más el Eco ensayista que el narrador, entre otras cosas porque espero (o esperaba) mucho más de él como novelista.
Ambos ensayos (Belleza y Fealdad) son muy buenos, pero como resalta Asterión, carísimos. Por suerte, aquí tenemos una buena red de bibliotecas, que hacen lo que deberían, es decir, suministrar esos libros de difícil adquisición.
Un saludo!

Hola, Asterión:
En efecto, como contesto a Mariano, prohibitivos, pero que he podido degustar gracias a la biblioteca pública. Por desgracia, también son libros que incitan a la posesión... (y no reabriré antiguos debates etimológicos ;) )
¿verdad que ese planteamiento de Zola es precioso? Y definitorio también. El libro es así, con esa erudición fruto de lecturas bien aprovechadas que Eco siempre destila en sus textos. Y, en efecto, siempre volvemmos a Eco :)
Bueno, más adelante entraré en su Historia de la Belleza. Y algún que otro ensayo. En estos tiempos, apocalípticos y poco integrados, creo que una revisita es obligada...
Un saludo!

Anónimo dijo...

Creo que, en efecto, es un concepto complejo y en ocasiones contradictorio, como mencionas. Somos bastante esclavos de la carcasa, pero debajo está el alma. Buena reseña e interesante tema: la consideración de la belleza y la fealdad a través de los tiempos y arte.
Gracias Lluís,
Susana

Lluís Salvador dijo...

Hola, Susana:
Es un concepto todavía más sutil, ese de la fealdad, porque en la historia de los tiempos (y las fiestas populares y religiosas están llenas de ejemplos) se ha necesitado integrar esos rasgos de fealdad en la sociedad, aunque fuera de forma caricaturesca y mordaz. Sin embargo, y en esta época seguimos el postulado de los de románticos, hemos llegado a integrarla de forma casi artística. Existe una estética de lo feo, y no sólo es un canon ya no rechazado, sino deseado por algunas personas. Sin embargo, y el estudio de Eco se corta aquí, hay todavía trabajo para sociólogos y antropólogos en este campo, en el sentido de que esta supuesta fealdad, por ajustarse a unos cánones más o menos marcados, deja de serlo. Se convierte en otra cosa. En este sentido, la pregunta subsistiría: Bien, dejando aparte esta fealdad estética, ¿qué entendemos por fealdad hoy? Y lo mismo podríamos decir de la belleza, en tanto parece haber tres corrientes que en nada están de acuerdo: las pasarelas de moda, los deseos de las personas y la realidad de la calle. Algo meditable, sin duda.
Un saludo!