La Mula, de Juan Eslava Galán

Ed. Planeta, col. Autores Españoles e Iberoamericanos
Barcelona, 2003 [2003]

Dentro de lo irracional que es una guerra, se puede ir un punto más allá cuando esta guerra es civil. Esta aparente gradación de la violencia, y dejando aparte las consideraciones teórico-filosóficas que la desmientan, tiene aspècto y motivos para ser verdad. En una guerra, en teoría, se lucha contra un ente anónimo, llamado "el enemigo"; en una guerra civil, por su propia naturaleza, es más que probable que cuando veas el blanco de los ojos a ese enemigo te encuentres a un vecino, a un amigo o a un pariente.
De todo ello hay casos, demasiado numerosos como para pasarlos por alto. Y de todo ello, y de más cosas, trata esta novela.
¿Cuál es la posición más baja en un ejército? Con toda probabilidad, la de acemilero. Tan baja que ni servicio de armas realiza. Juan Castro es cabo acemilero y un día, mientras busca espárragos en la tierra de nadie, encuentra una mula perdida, huida tal vez por el ruido de un bombardeo. Castro la llevará a su compañía, en la esperanza de mantenerla "disimulada" y, cuando acabe la guerra, llevársela a casa, con lo que su fortuna (así de proporcionales son los sueños de los hombres) estará hecha.
En el transcurso de una de las últimas ofensivas de la Guerra Civil, la mula Valentina volverá a escaparse, y Castro, que aprecia a su mula más que a cualquier otra cosa (tal vez porque a lo que más se ama es a la esperanza), saldrá a buscarla. Ahí se encontrará con un grupo de soldados, con un paisano y conocido al frente, quienes, hartos de guerra y de miseria, se le entregarán para ser prisioneros con garantías. Pero las guerras requieren de héroes, de modo que la prensa primero y después los mandos, glorificarán la historia y concederán a Castro la medalla al valor.
Sobre esta anécdota, Eslava Galán construye una novela dedicada a la vida del soldado en campaña. En campaña durante la Guerra Civil Española. He escuchado suficientes historias de la gente que hizo esa guerra como para saber que todas las que se relatan en el texto son ciertas. Son retratos de hambre, de miseria, de penurias, de sufrimiento, de vidas arrancadas de su lugar y llevadas a un lugar antinatural, como es el campo de batalla. Son historias de confraternización, de encuentros con paisanos y vecinos que están en el otro bando, de uniformes que no se corresponden a los pensamientos e ideales y, en resumen, de un absurdo enorme, que sólo entienden y justifican los mandos, que suelen estar muy lejos del frente.
Eslava trata de introducir humor en esta narración, pero es en el fondo un humor amargo. No puede ser de otra manera. El humor de las trincheras siempre ha sido así: un tomarse las cosas con filosofía, un disfrutar de la vida porque al cabo de ¿segundos? ¿meses? uno puede estar muerto. El discurso de Franco, en cambio, es humorístico, pero es real. Tópico tras tópico, se limita a llenar de retórica hueca un desastre y una ambición. Tras leerlo, y haber leído lo que le precede, uno llega a la conclusión de que lo que anuncia es que España iba a comer grandeza, gloria y patrioterismo. Como así fue.
No he identificado el bando en el que milita Juan Castro. Es el nacional, pero eso tanto da. En el absurdo de una guerra civil no hay un día en el que cada cual pueda escoger bando, suponiendo que tenga las ideas claras, que muchas veces no es así. A uno le colocan un uniforme allá donde está y ahí se apañe cada cual con su conciencia o con el pelotón de fusilamiento.
Hay poca ideología en esta novela. Es lícito. Porque, y en estas mismas conversaciones de las que les hablaba, entre los que vivieron la guerra y la inmediata posguerra ha habido siempre una constante: Nunca más. No en su vida, ni en la de sus hijos. Con una vez tuvieron bastante, y acabaron hartos.
Es una expresión casi aterrorizada, y con razón, que podría explicar muchas cosas. Es, a la vez, un grito de sufrimiento emitido mucho después del final de la guerra.
Esta novela ayuda a explicar el origen de ese grito.

Portada y sinopsis

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Magnífica reseña Lluís, de nuevo, felicidades. Me alegro que te gustara la novela. Eslava me parece uno de nuestros grandes escritors contemporáneos y a mí particularmente me seduce, como en esta historia, por su aparente sencillez. Una historia entrañable, la de este soldado con su mula (a lo Platero y yo) en el trasfondo de las terribles circunstancias. Una tregua.

Lluís Salvador dijo...

Hola Susana:
Gracias. Es una historia sencilla, en efecto, pero muy verosímil. Y esto no tiene nada que ver con la realidad o irrealidad de la misma, sino con la narración en la que se encierra. Y, en efecto, es una relación al uso de Juan Ramón, pero sólo al final. Antes, lo que es es una relación con la esperanza de salir de la miseria. Y eso sólo ya habla de una época y una sociedad.
Un saludo!