Trece Detectives, de Gilbert Keith Chesterton

Eds. de Intervención Cultural/Montesinos
Barcelona, s. f. (2009)

Ya saben que no es mi costumbre tratar los libros de relatos unitariamente, salvo que tengan un hilo conductor tan claro que haga que, leídos en su conjunto, adquieran una nueva dimensión. En este caso, el comentar de una vez estos 11 relatos (o 10 + (1+1), puesto que El Caso Donnington consiste en una exposición de hechos más su resolución por parte del padre Brown) resulta de la reunión de los detectives que no son el padre Brown (salvo esa "muestra" que comentaba) trazados por Chesterton en un solo volumen.
Por supuesto, la sombra del sacerdote dedicado a resolver misterios es alargada, y sin embargo la elección de otros personajes se justifica plenamente; por situación, ambiente o circunstancias, la aparición del padre Brown en estos relatos sería extemporánea, cuando no incongruente. Me apresuro a aclarar que estos trece detectives en once relatos quiere decir que en algunos casos se tiene la intervención de dos o más investigadores, no siempre justificada, puesto que en muchas ocasiones hay un detective principal y una figura secundaria, que poco interviene en la resolución. Supongo que el número trece debió resultar atractivo para el título.
De lo que no hay duda es de las virtudes de Chesterton. Siempre caracterizado por esa trascendencia filosófica, casi metafísica, del crimen, estos relatos son una auténtica delicia, que a veces resulta en ese humor chestertoniano, como en La Singular Especialización del Administrador de Fincas, o en la especulación místico-filosófica marca de la casa, que hace que el hecho criminal se haga alegoría de la debilidad o fortaleza del ser humano (como en El Agujero en el Muro o El Pozo sin Fondo).
La acción trepidante nunca es característica de las historias detectivescas de Chesterton, y si bien las sorpresas existen, son producto de las mezquindades o grandezas del hombre. Leer una historia de Chesterton es enfrentarse a algo más que un entretenimiento (que, sin embargo, está asegurado). Significa sumergirse en la perplejidad de nuestro propio comportamiento y en las contradiccionesde nuestra propia naturaleza.
Chesterton va siendo dejado de leer, y de una popularidad inmensa ha pasado a ser un bocado exquisito que los conocedores de la literatura saben reconocer y apreciar. Es una lástima, y todos los esfuerzos que se hagan por recuperar a este autor no sólo son bienvenidos, sino gratificantes.

Portada y sinopsis

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1 comentarios:

Lluís Salvador dijo...

Hola, Lely:
Muchas gracias. A tu disposición.
Un saludo!