El Pirata Rojo, de James Fenimore Cooper

(The Red Rover)
Eds. Forum, col Grandes Aventuras
Barcelona, 1984 [1828]

Cuando se habla de Fenimore Cooper (1789-1851) se piensa por lo general en El Último Mohicano, en la novela de aventuras, en la de frontera, pero casi nunca se cae en la cuenta de que, por cronología y por estilo, fue uno de los fundadores de la novela estadounidense en una nación joven y acabada de independizarse, al lado de Washington Irving, Nathaniel Hawthorne o Edgar Allan Poe, y uno que, por temática, podemos definir como cimiento de unas novelas que, a diferencia de otros autores, buscaban sus tramas en ambientes y situaciones muy cercanas en el tiempo y el espacio: la revolución americana, los indios, los pioneros, la vida de forntera.
En una época, insisto, en la que le bastaba recorrer unos pocos kilómetros para encontrarse con sus temas, no digamos hablar con los protagonistas. Y lo hizo con estilo, además, uno que marcó el inicio del género y en el que muchos autores hallaron inspiración con posterioridad. De él dijo Joseph Conrad: «Escribió antes de que naciera la gran lengua americana y tan bien como el mejor novelista de su tiempo». Un elogio para nada banal, y que desafía el estigma que este género ha tenido que soportar. Tengo que recordarles, además, que el género se ha visto relegado, en el siglo XX, a las colecciones juveniles. Pues bien, esto no era así cuando se escribían estas novelas. Su público era adulto y letrado, y en el caso de Cooper, eran vistas como retratos históricos cercanos o descripciones de cosas muy presentes e inmediatas. Por descontado, con argumentos que las hacían atractivas.
El argumento de ésta se sitúa en 1759, cuando en Newport está anclado un barco negrero muy peculiar, que se mantiene apartado y presto a zarpar cuando sea necesario. En realidad, se muestra vigilante de la partida de otro barco, y a bordo del negrero se encuentra el filibustero más cínico de las costas norteamericanas, el Pirata Rojo. Que buscará reclutar a Wilde4r, el protagonista, e infiltrarlo en la oficialidad de su posible presa.
Con ritmo, adecuada tensión y un gran manejo de los personajes, esta novela de James Fenimore Cooper no sólo es un compendio de aventuras, sino una adecuada descripción de una época y un testimonio del surgimiento de una literatura nacional.

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2 comentarios:

Mannelig dijo...

Otro al que tengo gran cariño, de esa biblioteca de mis padres que nunca les agradeceré bastante haber tenido a mano cuando volvía del colegio y aún no existían las videoconsolas.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Mannelig:
Esas bibliotecas heredadas son las que marcan la diferencia entre futuros lectores o no. La mía fue la Juvenil Cadete de mi hermano. La conclusión parece ser que allá donde hay libros y los padres o hermanos mayores leen, los hijos o los hermanos leen también. NO es muy alentador para el futuro, pero alguna isla de resistencia quedará, digo yo...
Un saludo!