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Amos de la Guerra. El Corazón del Conflicto 1939-1945, de Simon Berthon y Joanna Potts

Dentro de las muchas historias sobre la Segunda Guerra Mundial que han surgido en los últimos tiempos, parece haber una cierta competición en la búsqueda de la originalidad. La verdad es que, a nivel general (otra cosa es en aspectos muy concretos), por mucho que se vayan desclasificando documentos y se haya accedido a los codiciados archivos de la Unión Soviética, a nivel general, lo que podríamos llamar la historia mayor o a grandes rasgos, muy poco nuevo viene a modificar lo ya sabido desde hace décadas.
Este Amos de la Guerra (una traducción más correcta hubiera sido "Señores de la Guerra", pero este término hoy día parece tener otras connotaciones) se centra en las relaciones que mantuvieron entre sí los cuatro grandes líderes del conflicto, Churchill, Eisenhower, Hitler y Stalin. En realidad, sólo entre Churchill, Eisenhower y Stalin, que fueron los que se relacionaron en persona y por otros medios, como aliados que eran. Hitler está porque debe estar, y porque algo dijo (a veces cierto, muchas otras erróneo) sobre los otros tres líderes, aunque tampoco tenemos referencias directas, sino a través de Goebbels.
Dejando sentado esto, lo que hay de nuevo en este libro es muy poco. Cierto, diarios inéditos de personalidades muy cercanas a estos corazones de poder, como por ejemplo el de Iván Maiski, embajador soviético en Londres, o ciertos documentos desclasificados del MI5 británico (debidos a la investigación de Joanna Potts) sobre la actividad del espionaje soviético en Gran Bretaña, incluyendo los famosos topos introducidos en los servicios secretos, y que uno sospecha que pueden dar lugar a un apasionante libro sobre el espionaje durante la Segunda Guerra Mundial. Pero por lo demás, muy poco nuevo. Que Churchill fue el perdedor de la partida a tres; que Eisenhower pecó de ingenuo en sus relaciones con Stalin y se dejó engañar por éste; que Stalin no tenía la menor intención de cumplir sus compromisos. Todo esto ya se sabía.
Pero no siempre la novedad justifica un libro. Y en este caso lo que le da razón de ser es hablar únicamente de estas relaciones (que fueron muy decisivas, no hay que negarlo) como tema del ensayo, con sólo la mera situación temporal sobre los acontecimientos. En resumen, siempre ocupan un espacio en las historias generales sobre este conflicto, pero aquí están detalladas, documentadas en primera persona o con testigos directos, y pueden verse las evoluciones psicológicas, tácticas, engaños y aspiraciones de cada uno. Y el resultado, como también se sabía, es que entre los aliados hubo de todo menos confianza; y más que algún momento de juego sucio. Así es la guerra.

(Warlords. The Heart of Conflict 1939-1945)
Eds. Destino, col. Imago Mundi
Barcelona, 2007 [2005]

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Simon Berthon / Joanna Potts
Una forma distinta de contar la Segunda Guerra Mundial: a través de los ojos y las mentes de sus cuatro grandes protagonistas.

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Piratas y Mar Azul, de Arthur Conan Doyle

A Conan Doyle el personaje de Sherlock Holmes le puede, aplastando casi totalmente al escritor. Algunos fieles ya se sorprendieron al descubrir al autor de novela histórica que era Conan Doyle; y yo tenía mucho interés en echar mano de Pirates and Blue Water, recuperado en castellano en esta edición, más que nada porque la combinación Conan Doyle e historias de piratas prometía.
Y no defrauda. Prueba de lo que he apuntado con anterioridad es que, personalmente, sé que Sherlock Holmes nació un 6 de enero, pero desconocía que Arthur Conan Doyle hubiera sido médico naval. Viene a cuento porque en este tipo de historias la verosimilitud se agradece, y Conan Doyle es capaz de emplear un lenguaje marinero con propiedad y en el momento adecuado, dando a los relatos un carácter natural (y aquí hay que destacar la labor del traductor, Amando Lázaro Ros).
En cuanto a los relatos, abre el libro una tetralogía dedicada al pirata (imaginario) Sharkey (El Capitán Sharkey y el Regreso a Inglaterra del Gobernador de Saint Kitt; El Trato que Dio el Capitán Sharkey a Stephen Craddock; Cómo Castigó a Sharkey el capitán del Portobello; y Cómo Copley Banks Mató al Capitán Sharkey). Pirata del ocaso de la Edad de Oro de la Piratería, brutal y sanguinario, pero revestido no obstante de algunas de esas características románticas que hacen la figura del filibustero a la vez atrayente y repugnante. Y con algunos detalles en estos relatos que se tiene la impresión fueron aprovechados por los guionistas de Hollywood con posterioridad.
El Slapping Sal es una aventura de la armada británica en el Caribe, durante las guerras napoleónicas, contada con estilo y ritmo, y que no desmerece algunas de las mejores páginas de Patrick O'Brian.
Otros relatos, como El Demonio de la Tonelería, El Cofre Pintado a Franjas o Aquella Cajita Cuadrada son enigmas que podrían haber interesado a un Sherlock Holmes marinero y colonial.
La Relación de J. Habakuk Jephson es tal vez el texto más conocido de los recogidos aquí, porque fue la explicación que Conan Doyle quiso dar al misterio del Marie Celeste. Pero es conveniente tenerlo donde corresponde, que es acompañado de los otros relatos marineros de su autor, como los ya citados y El Capitán del Polestar y El Viaje de Mr Jelland, que completan el volumen.
En suma, una colección temática de relatos de un gran narrador que se disfrutan inmensamente desde el primero al último, y que es afortunado volver a tener a disposición de los lectores.

(The Conan Doyle Stories: Pirates and Blue Water)
Eds. del Viento, col. Viento Simún
La Coruña, 2011 [1883-1911]
Trad. de Amando Lázaro Ros

Portada y sinopsis

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Noche y Niebla, de Alain Resnais

SESIÓN MATINAL 

(Nuit et Brouillard); 1955

Director: Alain Resnais; Montaje: Alain Resnais; Dir. de fotografía: Ghislain Cloquet, Sacha Vierny.

Noche y Niebla, la expresión nazi empleada para aquellos que tenían que desaparecer en la noche y la niebla, para que no se volviera a saber nada más de ellos, es el título de un documental de Resnais sobre los campos de concentración, que combina imágenes de archivo sobre el Holocausto con imágenes actuales del campo de exterminio de Auschwitz.
Cinematográfica, formalmente, el montaje de tales imágenes y la combinación de las mismas es de una brillantez poco alcanzada en el género documental. Temáticamente, la sobriedad que muestra el filme de Resnais es sobrecogedora, acentuada todavía más por su concisión (apenas treinta minutos).
Alguien definió Noche y Niebla como "un documental de una gran dignidad". Y es así. Una dignidad que tanto proviene del respeto del director y las imágenes que emplea como de la dignidad que tuvieron las víctimas en un mundo indigno.

Filme: Pueden ver este documental en su integridad, en versión original con subtítulos en castellano, en el archivo de YouTube que ha colgado ElSoldadoRaso:


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Jazz Porque Sí: Charlie Christian en directo (III)

Seguimos encontrándonos con lo que Charlie Christian dejó grabado en directo. No está de más recordar que Christian, de carrera demasiado breve, es el guitarrista que, si la guitarra de jazz de hoy suena como suena, es gracias a él. Habrá evolucionado, sin duda, pero la técnica, las ideas, la utilización armónica, todo ello lo había ya anticipado Christian. Y se puede decir sin duda que no hay un sólo guitarrista de jazz moderno que no deba algo, directa o indirectamente, a Charlie Christian. Y por lo general, le deben mucho.
Lo encontramos aquí en un tema que es una jam-session, en el Carnegie Hall, en la velada que se ha denominado "From Spirituals to Swing". En este O Lady Be Good Christian está en la orquesta de Count Basie, que improvisa un riff sobre el tema mientras los solistas se suceden. Particularmente al piano, con Count Basie, Albert Ammons, Meade Lux Lewis, etc., pero Christian tiene unos solos preciosos.
Después recuperaremos el sexteto de Benny Goodman, con los temas Pick a Rib (con un sonido espantoso, pero qué se le va a hacer, esto es arqueología musical); Till Tom Special; Gone with What Wind en dos versiones de diferentes días; The Sheik of Araby; Soft Winds; y Six Appeals, juego de palabras entre sexappeal i el número seis del sexteto.
Por descontado, no sólo escucharemos a Christian, en rítmica o en solo, sino también a Goodman, a Lionel Hampton al vibráfono, a Nick Fatool a la batería, etc. Lo cual es un placer. Atentos a las explicaciones del Cifu, que les pondrá en situación respecto a Christian y a los componentes del sexteto, y que disfruten.

Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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El Puente Sobre el Río del Búho, de Ambrose Bierce

El relato más famoso de Ambrose Bierce, y uno que sigue siendo sorprendente hoy. Se anticipó a muchos otros similares que se escribieron después, y tanto su ambientación realista pero su desarrollo psicológico de ensoñación lo sitúan tanto en la narrativa más naturalista como en el umbral de la fantástica, y ha sido considerado con justicia como un cuento de terror psicológico. Sin embargo, es el lector el que escoge el camino de interpretación.
Para aquellos que no hayan leído todavía el relato, no voy a destripárselo. Está tan bien escrito que es una unidad cuyo argumento no puede disociarse en partes. De manera que, antes de seguir adelante, lean el cuento en los enlaces que figuran al pie de esta reseña y después, si quieren, vean lo que este comentarista tiene que decir. No digan que no les avisé.
El inicio y desarrollo parece en la línea de uno de los "cuentos de soldados" que Bierce escribía con vividez y sentido crítico respecto a la guerra. Bierce no nos ahorra descripciones del pelotón de ejecución que va a ahorcar a un espía en el puente sobre el río del Búho. Incluso nos describe quién es el hombre que va a ser ajusticiado, justificando que vista ropas civiles, y el porqué. Lo hace mediante un monólogo interior del condenado, en el que, de repente, descubrimos su ansia de vivir. Y entonces hay un momento en que Bierce tiene una inspiración genial, y cuando el reo inicia la caída, suspende el tiempo narrativo. Apenas nos damos cuenta, pero si repasan el texto verán que es así.
Se inicia la historia de la huida de Peyton Farquhar. Por una especie de milagro, la cuerda se ha roto, y ha caído en el río. Y se culmina con éxito. Hasta que el lector descubre, en el final del relato, que toda esa huida ha sido una ensoñación, y que Farquhar ha sido realmente ahorcado.
Insisto en que esa suspensión del tiempo es particularmente vívida y genial. Esa condensación de acontecimientos que se desarrollan en la mente y se concentran en unas décimas de segundo en la vida real es uno de los mejores ingenios narrativos que jamás se hayan escrito, y lo que confiere al relato su fuerza. Si, además, viene escrito por la pluma de Ambrose Bierce, entonces se hace obra maestra.

(An Occurrence at Owl Creek Bridge) 
En Cuentos de Soldados y Civiles
Eds. Orión
Buenos Aires, 1975 [1891]
Trad. de José Bianco

Texto en castellano de El Incidente del Puente del Búho
Texto en inglés de An Occurrence at Owl Creek Bridge en Project Gutenberg

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Intemperie, de Jesús Carrasco

Es difícil dar idea de la brillantez de esta novela examinando sus componentes por separado. Sin embargo, el oficio del que reseña parece ser justamente ese, el de analizar, de modo que tendremos que pasar por ello. No obstante, déjenme adelantarles que Intemperie es una novela en la que sus componentes no suman, sino que se multiplican entre sí, haciendo de su totalidad una obra maestra.
El relato se inicia en un agujero donde el protagonista se oculta de una partida que lo está buscando. No sabemos si el muchacho se ha escapado o está huyendo, no sabemos si el alguacil y sus ayudantes lo buscan o lo persiguen, desconocemos el destino del muchacho si lo encuentran, si será una reprimenda, un castigo, una pena o algo peor. Pero el aire es siniestro; algo grave ha sucedido, aunque no sepamos qué, y ese aire se vuelve opresión, la del agujero en el que ocultarse, pero también la de la estrechez del mundo del perseguido frente al perseguidor.
Cuando sale del escondite, la sensación de amenaza no desaparece. El mundo es inmenso, llano, sin escondites, hostil. No hay nombres, no hay causas, no hay referencias temporales. Suponemos que es una región árida de España, más inhóspita aún por una sequía que dura años, pero eso es sólo suposición del lector. Podría suceder la acción en los años cincuenta o sesenta, o tal vez en un lugar especialmente atrasado durante los setenta, pero, de nuevo, eso son conjeturas.
El caso es que esta inconcreción, añadida a un paisaje agresivo, casi maldito, enorme en su extensión y por tanto en la amenaza, no hace sino proporcionar a ese territorio un carácter mítico, que se transmite a la historia. Porque, en efecto, la soledad del perseguido, lo ominoso de los perseguidores, lo desolado del lugar, todo ello va de lo pequeño a lo enorme, casi a lo arquetípico.
En su huida sin destino, sólo con una dirección (el norte), el muchacho se encuentra con un cabrero. Quien, sin hacer preguntas, ayuda al muchacho. Tal vez porque intuye, o más bien huele en él, el temor del animal acorralado. Si lo anterior era una novela que se basaba en la continuidad de los acontecimientos para seguir adelante, ahora se produce un cambio sutil pero lógico, como es hacerse novela de iniciación. ¿A qué? Al paso a la edad adulta, por supuesto, pero también a la superación de la desconfianza, al reconocimiento de los sentimientos sinceros, a diferenciar el bien y el mal, a contemplar lo peor y lo mejor del ser humano; a contemplar la muerte. Una iniciación que, empleando el texto como metáfora, va desde el mundo estrecho y limitado que representa el agujero del inicio a la inmensidad del cielo abierto que finaliza la novela.
El resto y cómo se desarrolla, tiene que ser patrimonio del lector, y no voy a cometer el pecado de destriparlo. Pero hay que decir lo difícil que es mantener la tensión en una obra literaria. Jesús Carrasco lo consigue desde la primera frase a la última.
Y, no menos importante, esta novela lo consigue todo mediante el lenguaje. Su argumento no sería apenas nada sin el apoyo de una escritura medida, sobria, con un vocabulario preciso y rico; este lenguaje ha motivado que Pere Gimferrer haya evocado a Miguel Delibes, y no le falta razón. La lengua que usa Carrasco está dotada de una aparente sencillez que en realidad es precisión. De una complejidad y riqueza que logra hacerse comprensible de inmediato, como estilaba Delibes.
este lenguaje deslumbra, porque no es usual hallar un escritor con semejante dominio. Pero además, si hemos dicho que el libro no sería nada sin su lenguaje, éste por sí solo no significaría nada sin la historia que relata. Ambos se conjugan para resultar en una novela prodigiosa, tanto más por ser una primera novela. Pero que se sitúa entre las mejores (primeras o no) escritas en el último medio siglo en España.

Ed. Seix Barral, col. Biblioteca Breve
Barcelona, 2013 [2012]

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Un debut literario con alma de clásico. La riqueza de Miguel Delibes y la fuerza de Cormac McCarthy fundidas en una voz propia.

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HHhH, de Laurent Binet

Aclaremos en primer lugar el enigma de su título. HHhH son las iniciales de la frase "Himmlers Hirn heißt Heydrich", el cerebro de Himmler se llama Heydrich, ubn aforismo que se popularizó entre los SS. Por si no están al caso, Heinrich Himmler era el jefe supremo de las SS y la Gestapo, pero Reinhard Heydrich fue el auténtico cerebro y brazo ejecutor de muchas de sus políticas, incluyendo la Solución Final o als represiones de los movimientos de resistencia. Siempre con una eficiencia suma y, por descontado, despiadad.
También fue Protector del Reich para Bohemia y Moravia, el resto rebelde de lo que quedó de la anexión de los Sudetes, la intependencia títere de Eslovaquia y la liquidación como estado de Checoslovaquia, el país sacrificado por Chamberlain en aras del apaciguamiento. Y en tal calidad fue muerto en Praga por paracaidistas checos en un atentado que conmovió a los Aliados, a los nazis, y que originó una represión (por ejemplo, la destrucción total del pueblo y los habitantes de Lidice) doliente y brutal, sin embargo asumida con heroísmo por el pueblo checo.
Esta novela, sobre cuya forma entraremos en breve, relata lo que se sabe sobre la Operación Antropoide, la preparación y realización de ese atentado, y sobre los protagonistas del mismo.
hablar de la forma es importante, puesto que, a pesar de estar avisados por la cita de Ósip Mandelshtam (de El Final de la Novela) que inicia el libro, el lector se puede ver sorprendido por la inclusión del autor y sus vivencias, no tanto como personaje como en forma de un narrador subjetivo de lo que relata, pero también del proceso de creación de lo que se narra. Llegado a un punto, Binet (que obtuvo el premio Goncourt a la primera novela en 2010 por este libro), afirma qye está escribiendo una infranovela, sea lo que sea eso; ciertamente, todo el texto es un cuestionamiento permanente de la fabulación del hecho histórico y su conversión en narrativa. Binet desea conservar la narratividad sin entrar en la narración, y eso a veces es un acierto, pero en otras, sencillamente es un desvío del tema principal. Pero no se puede negar que Binet tiene derecho a plantearse estos dilemas morales del escritor (que tienen mucho que ver con el poner en boca de personas muy realespalabras que probablemente sólo pronuncia el autor); y sin embargo, en un texto  notable en su conjunto, cuando mejor funciona Binet es cuando se deja llevar por la narración (sólidamente basada en hechos reales) sobre el atentado y la caza posterior de los paracaidistas checos. Para acabar con la cuestión de la forma, sólo quiero indicar que esta infra o no-novela funciona bien gracias a que todo lo que rodeó a Operación Antropoide y sus protagonistas, incluyendo al malvado principal, Heydrich, era ya fascinante de por sí; otra cosa sería aplicar esta filosofía no-novelística a otros acontecimientos, y sospecho que en esos casos el resultado sería un fracaso.
Pero fuera de su forma, y hay que insistir en ello, el suceso real siempre tuvo la fascinación de lo novelístico. Heydrich era ya un epítome, si no de maldad, sí de frialdad dentro de la maldad. Los lectores que no lo conozcan descubrirán al personaje que descubrió y promocionó a Eichmann, el Heydrich que fue organizador de la Noche de los Cristales Rotos y de la de los Cuchillos Largos, al hombre cuyo objetivo era alcanzar la excelencia en el genocidio. Ha héroes, los patriotas checoslovacos que volvieron a su país a realizar una misión probable y posiblemente suicida, y los ciudadanos de a pie que ejercieron su parte de resistencia al invasor dando apoyo, alojamiento y comida a los comandos chechos. Hay un traidos, un paracaidista checo que delató, por dinero primero y gratis después, a sus compañeros y conciudadanos. Hay acción y hay drama. Que los hechos fueran reales tiene su importancia; es lo que da trascendencia a la narración, pero estos hechos, narrados en el estilo que fuera, ya llevarían esa trascendencia.
Pero esta novela (puesto que no limitarse a los meros hechos y dudar sobre su relato ya es convertirlos en novela) es brillante, importante y trascendente.

(HHhH)
Eds. de 1984, col. Mirmanda
Barcelona, 20112 [2009]
Trad. de Anna-Maria Corredor

Existe edición castellana en editorial Seix Barral

Portada i sinopsi de l'edició catalana

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Laurent Binet
Premio Goncourt de primera novela.

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Cuatro Páginas de la Vida, de Henry Koster, Henry Hathaway, Jean Negulesco, Howard Hawks y Henry King

SESIÓN MATINAL 

(O. Henry's Full House); 1952

Música: Alfred Newman; Narrador: John Steinbeck.

The Cop and the Anthem / El Policía y el Himno: Director: Henry Koster; Guión: Lamar Trotti; Intérpretes: Charles Laughton (Soapy), David Wayne (Horace), Marilyn Monroe (buscona); Dir. de fotografía: Lloyd Ahern.

The Clarion Call / La Llamada del Clarín: Director: Henry Hathaway; Guión: Richard Breen; Intérpretes: Dale Robertson (Barney Woods), Richard Widmark (Johnny Kernan); Dir. de fotografía: Lucien Ballard.

The Last Leaf / La Última Hoja: Director: Jean Negulesco; Guión: Ivan Goff, Ben Roberts; Intérpretes: Anne Baxter (Joanna Goodwin), Jean Peters (Susan Goodwin), Gregory Ratoff (Behrman); Dir. de fotografía: Joe MacDonald.

The Ransom of Red Chief / El Rescate de Jefe Rojo: Director: Howard Hawks; Guión: Nunnally Johnson; Intérpretes: Fred Allen (Sam "Slick" Brown), Oscar Levant (Bill Peoria); Dir. de fotografía: Milton Krasner.

The Gift of the Magi / El Regalo de los Magos: Director: Henry King; Guión: Walter Bullock; Intérpretes: Jeanne Crain (Della), Farley Granger (Jim); Dir. de fotografía: Joe MacDonald.

Cuatro páginas que en realidad son cinco. La razón del título español es que, en su estreno, por motivos de censura, o de minutaje, o vaya usted a saber que, sólo se exhibieron cuatro de las cinco historias que componen esta antología fílmica.
La historia de cómo surge esta película es que, unos pocos años antes, se había realizado un filme modesto, llamado Quartet, sobre cuatro historias de William Somerset Maugham. Pues bien, fue un éxito total de público y crítica, de modo que durante un breve tiempo Hollywood se puso manos a la obra en adaptar antologías de cuentos de autores reconocidos.
Presentado y narrado por John Streinbeck, esta película adapta cinco relatos de O. Henry, un autor tal vez no muy recordado (aunque su El Regalo de los Magos, que se incluye en esta película, cómo no, sea ya un clásico inmortal) pero que fue uno de los primeros, si no el primero, en cultivar el relato de choque, ese con un final sorprendente e inesperado.
En esta película vemos a un vagabundo empeñado en pasar las navidades en la cárcel, sin que parezca lograr su objetivo;a un policía que tiene que arrestar a un amigo de juventud con el que está en deuda; la obsesión de una enferma en que su vida va ligada a las hojas de una enredadera, y de que cuando la última vuele con el viento morirá; la historia de dos delincuentes de poca monta que secuestran a un niño que les hace la vida imposible (un argumento que ha sido pedido "prestado" por muchas otras películas y series de televisión); y por supuesto, la inmortal El Regalo de los Magos.
Con una producción espléndida y buen trabajo de los directores, las historias que componen esta antología siguen sorprendiendo y componen una película de formato poco usual, pero más que satisfactoria.


Tráiler: No existe tráiler para esta película, de manera que incluyo los títulos de crédito...

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Jazz Porque Sí: Don Byas en el Montmartre de Copenhague

Una velada auténticamente be-bop. Don Byas, un maestro del saxo tenor (llamado "Don" no como abreviatura de Donald o similares, sino por su ascendencia española) en el Montmartre de Copenhague, acompañado por una rítmica local compuesta por Bent Axen al piano, William Schipffe a la batería y un jovencísimo maestro Niels Henning Ørsted Pedersen al contrabajo.
Empieza con un Anthropology en el que podrán ver todas las cualidades de Byas, incluyendo un solo acompañado por Niels realmente impresionante. Lady Bird; la balada Yesterdays en la que se muestra brillante. Un buenísimo Billie's Bounce; un Night in Tunisia impecable, no olvidemos que Byas había estado junto al Gillespie de primera hora en la creación del bop; y escucharemos algunos compases de There'll Never Be Another You.
Una actuación que sirve para descubrir a uno de los mejores saxo tenores de todos los tiempos, un músico vibrante, potente y con una técnica excepcional. Atentos, como siempre, a los comentarios del Cifu, y que lo disfruten.

Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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No Hearts, No Flowers, de Barry N. Malzberg

Déjenme explicarles que, en los países anglosajones, los relatos son vistos con un respeto que en España brilla por su ausencia. Allí, cualquier revista que se precie tiene a bien publicar relatos con mucha frecuencia. Aquí, los periódicos lo hacen en verano, y casi diríamos que a desgana, para llenar pa´ginas. Y siempre de plumas conocidas, no fuera a ser que descubrieran a alguien. Pues bien, si además los relatos son humorísticos, la cosa se vuelve más delicada todavía. El humor es un género respetado, difícil de hacer y muy agradecido, pero aquí se sigue teniendo la idea de que la literatura es algo solemne, demasiado sacralizado como para que provoque risas.
Barry Malzberg, autor de ciencia ficción, ha tenido a bien escribir un pequeño relato de humor que sólo pretende eso mismo, entretener y provocar la sonrisa.
En No Hay Corazones, No Hay Flores, un periodista social de limitado éxito, bombástico y mordaz, escucha de pasada una conversación en el restaurante Stendahl's. La conversación versa sobre la intención de conmemorar el día de San Valentín, en concreto la matanza del Día de San Valentín, reproduciéndola ese mismo día. No ha podido localizar quién ha realizado el comentario, pero publica una observación al respecto en su columna.
Lo cual no será demasiado bien recibido por la banda gangsteril que ha realizado el par de asesinatos en ese día y en el mismo estilo. ¿O tal vez sí sea bien recibido? Los tiempos cambian, al fin y al cabo, y un poco de promoción bien entendida y con adecuados toques ligeros puede ser beneficiosa...
Como relato, insisto, no pretende otra cosa que provocar la sonrisa en el lector. No tiene ningún alcance moral o social, salvo tal vez la ironía de que los tiempos cambian y las formas también. Pero el humor tiene su virtud en sí mismo, y no tiene porqué tener otra justificación. Y como humor, con su trazo de personajes, su descripción de situaciones y su golpe final, es un relato perfectamente válido.

En Demons and Dreams. The Best Fantasy and Horror 2
Legend / Random Century
Londres, 1990 [1998]
Ed. de Ellen Datlow y Terri Windling

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Ventajas de Viajar en Tren, de Antonio Orejudo

Hasta último momento he estado sopesando si esta novela merecía reseñarse (en positivo, claro; en este blog no se comentan, por norma general, libros que no me hayan gustado). La respuesta es que, a pesar de que acaba como el rosario de la aurora y de que ese mismo final decepciona, sobre todo por contraste con la brillantez de lo que lo precede, el inicio y las historias de la parte central del libro son tan buenas que dejarlas caer en el vacío no sería obrar con justicia.
Que Orejudo era narrador brillante lo sabía antes de enfrentarme a estas Ventajas de Viajar en Tren. Había leído lo que parece ser su obra mayor, Reconstrucción, una novela histórica perfectamente documentada y sin embargo inusual dentro del género. Y Un Momento de Descanso, que mostraba un sentido del humor intenso y una ironía afilada.
En la novela que hoy comento, el humor campa por sus respetos. Helga Pato es una agente literaria que acaba de dejar a su marido en un hospital psiquiátrico. En el tren de regreso se encuentra frente a un teórico doctor del mismo hospital que empieza a divagar por los entresijos de la enfermedad mental y a relatarle una historia delirante sobre uno de sus casos. Llegados a una estación, el supuesto médico baja a por unos bocadillos, no regresa y a cambio deja a Helga una carpeta roja con los casos que componen el libro que está escribiendo.
Esto nos lleva a la propia historia de Helga, la de una frustración por un matrimonio ciertamente psicótico, su superación mediante el éxito como agente literaria (gracias al desarrollo de la idea de incluir publicidad en el texto de los libros), una superación que lleva al crimen.
Saltamos a las diversas historias de la carpeta roja, un libro también demencial pero proclive a ser "mejorado" mediante la inclusión de propaganda farmacéutica. Y de allí a la búsqueda por parte de Helga Pato de su autor, que no es tal médico y en cambio muestra identidades con el enfermo cuya historia se relató al principio de la novela.
Que en su conjunto tenga cierta unidad de propósito es posible. Pero si es así, está mal resuelta en el capítulo final. Cierto, la enfermedad mental es, en pariencia, evidente, pero en muchas ocasiones queda disimulada por cosas tales como el éxito social y económico, por ejemplo. En resumen, vivimos rodeados de psicóticos, si no lo somos nosotros mismos, pero si hay algún otro objetivo en la novela, queda oscurecido o no bien explicado. En mi opinión.
Ahora bien, la historia inicial del supuesto médico podría ser una de paranoia que no hubiera disgustado a Philip K. Dick; la de Helga Pato es igualmente delirante; y los casos intermedios podrían haber dado origen a relatos o incluso novelas por sí mismos. Y sobre todo hay un sentido del humor poco convencional que hace que el lector disfrute intensamente de algunos pasajes.
Por ejemplo, la utilización del lenguaje contractual en el relato de la vida de Helga Pato. O el mordisco a la yugular hacia la crítica literaria, véase:
«La novela fue saludada con simpatía por la crítica, que con la hondura, el rigor y la sensibilidad que caracterizan su lúcido discurso escribió:
»El libro de Ander me ha gustado mucho. Trata de un chico joven que escribe guiones de las cosas que pasan en el telediario, en los partidos, etcétera. La idea es muy original y me ha gustado. También me ha gustado porque pone entre los capítulos como si dijéramos unos anuncios de publicidad que te pueden servir a lo mejor porque quieres comerte una pizza que te apetece y no encuentras en ese momento el teléfono y vas al libro y lo encuentras y mientras esperas la pizza pues lees un cacho. El lenguaje que utiliza es muy rico y variado abundando los nombres comunes o sustantivos, los adjetivos calificativos y los verbos como mirar, decir, pensar, etcétera, por ejemplo.»
Es una lástima que estos elementos brillantes (y hay más) no hayan podido componer una obra totalmente redonda. Una oportunidad perdida, sin duda, pero en mi casa hay varias novelas adquiridas conscientemente para conservar sólo una página brillante. De manera que, con todas las salvedades mencionadas, dejo a su criterio la elección de disfrutar de estos fragmentos y olvidar el resto, o evitarse la decepción que supone su final.

Ed. Alfaguara
Madrid, 2000 [2000]

Hay reedición en Tusquets Editores

Portada y sinopsis

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Il Giorno della Civetta, de Leonardo Sciascia

El Día de la Lechuza fue una novela muy importante en su día, y por dos motivos bien diferentes.
En primer lugar, era la primera novela que declaraba, firme y decididamente la existencia de la mafia siciliana. ¿La existencia? Sí. Hasta entonces, cualquier referencia a la mafia era descartada por los medios gubernamentales, periodísticos y hasta populares de la Italia peninsular como cuento de viejas, un coco siciliano destinado a asustar a los niños, una leyenda. Incluso desde Sicilia se apuntaba (tal vez por razones más tenebrosas de lo que pueda parecer) que la mafia era una historia creada desde el resto de Italia, una leyenda negra e infamante que se quería poner sobre el pueblo siciliano.
Pues bien, Sciascia, siciliano él mismo, pero ya una voz reconocida y respetada en los campos de la literatura y del periodismo, contraatacaba estos bulos con sus mismas armas, pero con el añadido de una más potente: la verdad. Porque lo primero que hacía Sciascia era denunciar a aquellos que declaraban la mafia como inexistente, y ponerlos donde probablemente podían estar, que era en la connivencia con la organización mafiosa. Pero lo hacía con casos que podían ser constatados, no como reales, sino como ejemplos de otros muchos aparecidos en la prensa en los cuales las técnicas y los modos mafiosos era similares.
En segundo lugar, porque Sciascia, para hacer esto, se valió de la técnica de la novela negra policial. Y de una tacada, mediante su escritura magistral, su inmensa erudición y su estudio de este género, puso al giallo italiano, a la novela negra italiana, en la modernidad. Enraizándola con el territorio, haciéndola social, política y humana a la vez. Si hoy tenemos a Camilleri y a los demás autores que han seguido la estela de la novela negra como termómetro moral de una sociedad, es gracias a que Sciascia puso los cimientos y la dignificó con una prosa irreprochable.
El argumento puede parecer, hoy, simple: un autobús está a punto de partir de la plaza de un pueblo siciliano, y cuando uno de los viajeros se apresta a subir a él, recibe un disparo por la espalda. Ante la llegada de los carabineros, el resto del pasaje se escurre entre las sombras. El muerto era Salvatore Colasberna, constructor honesto que se negaba a pedir protección para sus obras (y a pagarla) a quien se la podía dar. Pero al frente de la investigación está el teniente Bellodi, procedente de Parma, ex partisano y amante de la verdad. Pronto se encuentra conque la investigación no va a ser fácil. Ni políticos, ni policías, ni en Sicilia ni en Roma están muy dispuestos a que se remuevan las aguas
Lo prodigioso de esta novela, en su brevedad, es que es extraordinariamente densa. Sciascia puede pasar de la investigación policial al plano popular, al político y al mafioso con una facilidad extrema, con una síntesis de palabras encomiable y con una densidad de contenidos asombrosa. Ese lenguaje claro que utilizaba le vale muy bien para expresar en tan poca extensión todo el universo de una Sicilia sometida a la mafia, atemorizada por ella o connivente con la Cosa Nostra, sin que falten ciertos toques de humor. Pero sin que falten tampoco aires de algo que se sospecha desde la primera página, y es que lo que relata Sciascia es una novela, sí, pero con un aire de haber sido vivido que rebasa la mera inventiva.
Sciascia no sólo era un erudito, sino también un hombre que poseía una extrema sensibilidad para con su tierra y sus gentes. Para crear esta novela tuvieron que hacer falta muchos años de vivir en sicilia, de ser siciliano, además de una cultura enorme y un saber hacer literario como pocos para expresar una realidad que hasta ese momento se quería ocultar. El Día de la Lechuza no sólo quedará como una pieza fundamental dentro del género italiano, ni sólo como un acto de valentía en favor de la verdad, sino como la gran novela que es a todos los niveles.
Adelphi Edizioni, col. Gli Adelphi
Milán, 20029 [1960]

Existe edición castellana publicada por Tusquets Eds. con el título El Día de la Lechuza

Portada y sinopsis de la edición italiana
Portada y sinopsis de la edición castellana

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El Último Hurra, de John Ford

SESIÓN MATINAL 

(The Last Hurrah); 1958

Director John Ford; Guión: Frank Nugent basado en la novela de Edwin O'Connor; Intérpretes: Spencer Tracy (Alcalde Frank Skeffington), Jeffrey Hunter (Adam Caulfield), Dianne Foster (Maeve Caulfield), Pat O'Brien (John Gorman), Basil Rathbone (Norman Cass Sr.), Edward Brophy ("Ditto" Boland), Donald Crisp (Cardenal Martin Burke), James Gleason ("Cuke" Gillen), John Carradine (Amos Force), Ricardo Cortez (Sam Weinberg), Wallace Ford (Charles J. Hennessey), Frank McHugh (Festus Garvey), Frank Albertson (Jack Mangan), Anna Lee (Gert Minihan), Jane Darwell (Delia Boylan), Willis Bouchey (Roger Sugrue), Basil Ruysdael (Obispo Gardner); Dir. de fotografía: Charles Lawton Jr.

Frank Skeffington, interpretado por Spencer Tracy, se presenta para un quinto mandato a la alcaldía de una ciudad de Nueva Inglaterra. Skeffington es un político de casta, cínico, clientelista y adepto a las pequeñas corruptelas, y sin embargo un hombre muy apreciado en su comunidad, bien por el clientelismo del que ha hecho gala durante su carrera política, bien porque su humanidad es auténtica. Lo que podríamos denominar hoy en día un político populista, marrullero en las elecciones pero por otra parte fundamentalmente honesto.
John Ford eligió dirigir esta película sin demasiadas concesiones, y así el retrato que hace Tracy del político es tan imparcial como para producir rechazo por alguno de sus métodos como capaz de general afecto por el personaje, unos sentimientos compartidos incluso por sus rivales.
Lo que hace grande a esta película no es que muestre los entresijos de la política o que sea una denuncia de sus métodos, sino, como acostumbran muchas de las películas de John Ford, que muestra las flaquezas humanas acompañadas también de sus pequeñas grandezas, las pequeñas cosas de la vida, en suma, antes que la gran historia. El espectador no creo que se plantee si ese tipo de políticos resultaría deseable en su ciudad o no, sino reconocer en él a un ser humano falible y sin embargo genial.
A ello contribuye una serie de grandes interpretaciones por parte de un elenco de viejas y grandes glorias del cine, reunidas aquí como en una antología de la pantalla: los O'Brien, rathbone, Brophy, Crisp, Gleason, Carradine, Cortez o Wallace Ford, encabezados por Spencer Tracy, por supuesto (el papel se le había ofrecido a Orson Welles, pero su agente lo rechazó, para disgusto del actor).
Un gran guión, una dirección tan excelente como la que acostumbra el mejor director de todos los tiempos y estas interpretaciones hacen de esta película una experiencia más que memorable.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Shelly Manne en el Black Hawk de San Francisco

Shelly Manne, como descubrirán escuchando esta actuación, fue uno de los baterías más importantes del jazz. Y de los mejores. Sin embargo, para descubrirlo tendrán que fijarse: no era hombre de gran espectáculo, y sus solos no eran frecuentes, pero su acompañamiento... ¡Ah!, ahí estamos ante un gran maestro. a actuación de hoy es la del grupo "Shelly Manne and His Men" [Shelly Manne y sus hombres, un juego de palabras fonético con su apellido] y esas actuaciones en el Black Hawk eran tan buenas que Manne pidió que se grabaran. Es un gran elogio para sus acompañantes. Quiere decir que hay un líder que los escucha y valora. Y si el líder disfruta con la música de sus sidemen, entonces es que la música es muy a destacar. Y así es.
Les recomiendo que se relajen. Esta es una actuación para sentarse cómodamente, una bebida al lado, conversación suave y, sobre todo, dejarse llevar por la música. Y verán que salen de la audición contentos.
Los músicos, aparte de Manne a la batería, son Joe Gordon a la trompeta, Richie Kamuca al saxo tenor, Monty Budwig al contrabajo y Victor Feldman al piano. El Cifu les ilustrará sobre sus respectivas carreras y virtudes, que son muchas.
Iniciamos con Our Delight, donde les recomiendo que, aun con la altísima calidad del grupo, presten atención al walking y al trabajo de fondo del contrabajista Budwig; Step Lightly; I Am in Love, en el que Joe Gordon tiene una actuación lucida; Cabu, con un VIctor Feldman inmenso; How Deep Are the Roots, en el que Kamuca hace un solo magistral; Blue Daniel, un vals lento en el que Manne se luce en el trabajo de fondo; de hecho, la prueba de fuego de un baterista son precisamente los temas lentos: Manne la supera magistralmente; Nightingale (Ruiseñor), composición de Xavier Cugat; y el hermosísimo tema Whisper Not. Y se escucharán algunos compases del tema de fin de pase de Manne, A Gem from Tiffany.
Una actuación magnífica, una música espléndida y un ambiente relajado; todo lo necesario para disfrutar.

Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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El Viyi, de Nikolai Gógol

Uno de los cuentos más clásicos de terror de todos los tiempos, producto de uno de los más grandes autores rusos. El Viyi es un ser demoníaco que tiene una función muy concreta en el relato (que pueden leer íntegro en el enlace al pie de esta reseña). Gógol afirmaba que se trataba de una criatura del folklore ucraniano, pero en realidad no es cierto, y no se han hallado rastros de esa criatura en ninguna de las tradiciones eslavas. Que Gógol se lo haya inventado no desmerece en nada el relato, y tal vez incrementa su efecto, al darle un toque imaginativo inédito.
No me extenderé en la explicación argumental. Un seminarista llega a casa de una bruja y es obligado a cabalgar por el cielo, pero mediante un exorcismo consigue librarse del dominio de la hechicera y la deja moribunda. Poco después es convocado a casa de un terrateniente para que cumpla la última voluntad de su hija, y es que ese estudiante en concreto sea el que vele su cadáver durante las tres noches de rigor. La hija muerta, por supuesto, no es otra que la bruja, aunque ahora con un aspecto bellísimo. Y las historias que se cuentan de ella van desde la hechicería al vampirismo. El pobre seminarista quiere huir, pero los cosacos al servicio del terrateniente no le dejan otra opción que encerrarse a solas con el ataúd de la muerta. Serán tres noches frenéticas.
Gógol no era un cualquiera escribiendo, como sabe cualquier lector que haya pasado por sus relatos o novelas, y así, este cuento puede ser de terror, pero está sabiamente estructurado. Con un aire a literatura popular y de costumbres ucranianas, Gógol se dedica a distribuir los mitos básicos del folklore en el relato, haciendo que vaya adquiriendo un crescendo de inquietud e imaginería maestro. Ese tono popular, creado por las descripciones locales y reforzado por los diálogos, es lo que hacen del relato una pieza más que creíble dentro de la literatura del género, y así no es de extrañar que el tan mentado viyi fuera admitido sin rechistar como integrante del folklore eslavo por los lectores.
Como cuento fantástico es muy encomiable, y esas tres noches tienen una potencia narrativa que pocos escritores han podico conseguir. Pero para llegar a ellas era necesario preparar el terreno con una narración sobria y mesurada, equilibrada y de gran estilo. Por todo ello este relato se sitúa entre los más grandes del género.

(Вий)
En Horrorscope. Mitos Básicos del Cine de Terror, vol. 2
Ed. Nostromo
Madrid, 1974 [1835]
Ed. de J. A. Molina Foix

Y en múltiples antologías

Texto en castellano de El Viyi en el blog Lírica Bizarra
Texto en ruso de El Viyi
Dramatización sonora en castellano de El Viyi

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Tots els Monòlegs, de Santiago Rusiñol

Santiago Rusiñol sufre un olvido cíclico en la cultura catalana. Si su obra se mantiene viva es gracias a que los grupos de teatro de aficionados en todo el país siguen representando una y otra vez ese clásico popular que es L'Auca del Senyor Esteve [Las Aleluyas del Señor Esteve] (y a veces, como una especie de resurrección institucional, la representan en teatros oficiales catalanes; con éxito de público y de crítica, pero después vuelve a caer en el olvido). Ese éxito se explica porque el texto es tan bueno que lo soporta todo, lo cual debiera dar alguna idea sobre la calidad del autor, pero el olvido existe y el resto de la producción de Rusiñol sigue siendo ignorada.
A ese hecho puede haber contribuido el que Rusiñol, en la época de la refundación moderna de la lengua catalana, se alineara frente a Pompeu Fabra, que era partidario del establecimiento de una gramática basada en el catalán clásico, y él fuera defensor de la asunción a todos los efectos del habla popular (un prejuicio que ya no tiene sentido; hoy día se admiten, dentro del concepto fabriano d ela lengua, palabras consagradas por el uso a cuya incorporación al diccionario se ha opuesto el IEC durante décadas). Tal vez fuera que no sólo triunfó en vida como prosista, poeta y dramaturgo, sino también como pintor. Quizás es porque Santiago Rusiñol fue un viva la virgen, una leyenda en vida, bigger than life, como dicen los ingleses, cuyas anécdotas, auténticas y apócrifas, eran explicadas como humoradas en las que no faltaba una admiración por el ingenio que destilaban. Que esto desaparezca del acervo popular y Rusiñol quede como el autor residual de L'Auca del Senyor Esteve no es sino un índice de que una cultura que se cree cosmopolita no es otra cosa que provinciana.
Esto a nivel popular y oficial, claro. El Institut d'Estudis catalans, que no es ninguna broma y sabe a quién prestar atención, está compilando las obras de Rusiñol en la red (el enlace lo tienen al pie), lo cual debería motivar la reflexión.
Por eso, que se preste atención al resto de escritos de Rusiñol es una buena noticia. En una edición cuidada y bien establecida, este libro recoge los trece monólogos que Santiago Rusiñol escribió. El género del monólogo teatral ha alcanzado su cúspide (y su abismo insondable) gracias a la stand-up comedy, por lo que puede parecer equívoco. En realidad, hay que situarlo dentro del teatro: un texto con planteamiento, nudo y desenlace, bien actuado (a ser posible) y con su atrezzo y decorado correspondientes. Como una obra de teatro normal, vaya. En este contexto, estas piezas breves son, en sus mejores casos, obras maestras. Por supuesto, y respkndiendo al carácter jocundo de su autor, estos monólogos son humorísticos. Y, de nuevo, su humor se mantiene incólume a pesar del paso del tiempo. Piezas como El Bomber [El Bombero], En "Barba Azul" ["Barba Azul"] o La Minyona Suïcida [La Criada Suicida] siguen siendo frescas, sorprendentes y divertidas. Quien quiera ver en estos monólogos sólo una serie de piezas costumbristas se equivocará del todo, aunque, por supuesto permiten recuperar la época. El secreto de esta frescura, por descontado, está en el texto. Como ya sucedecon L'Auca del Senyor Esteve, está tan bien construido, estructurado y pensado que es muy difícil destrozar los efectos que provoca.
Esperemos que esta publicación sea sólo el precedente necesario para la representación, y eso signifique la recuperación definitiva de un autor monumental en las letras catalanas. Yo, que tuve el placer de escuchar el monólogo La Minyona Suïcida interpretado por la gran Mary Santpere, puedo afirmar que Rusiñol es imprescindible.


Ed. Adesiara, col. De cor a pensa
Martorell (Barcelona), 2011 [1890-1919]
Introducción de Vinyet Panyella

Portada i sinopsi
La obra completa de Santiago Rusiñol está siendo publicada online por el Institut d'Estudis Catalans en este enlace

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La Primera Guerra Total, de David A. Bell

Durante décadas, el período napoleónico estuvo relegado a la práctica nada por los historiadores. Superada la historiografía tradicional, de fechas y hechos, la social no veía en esta época más que la tibia implantación del código napoleónico, es decir, civil, a nivel europeo. La historiografía marxista, la basada en motivaciones económicas, todavía era más radical. Apenas una nota en Europa que nada significaba. Todo ello era desconcertante, y reflejaba tal vez el propio desconcierto de los historiadores.
De manera que ya me viene bien que alguien reconsidere el período. La tesis de Bell, controvertida, es que Napoleón sumergió a Europa en un conjunto de guerras que, tomadas en su conjunto, conformaban una sola guerra total, destinada a la destrucción completa del enemigo.
No soy partidario de considerar la guerra de los Treinta Años como la primera guerra total (sí lo soy en considerarla como la auténtica primera guerra mundial), que es una de las objeciones que se le hacen a Bell. Sin embargo, tampoco creo que la definición de guerra total que da el autor sea completa. Cierto, las guerras napoleónicas (entendiéndolas desde el período consular, y no sólo desde el imperial) concitaron resistencias populares, reflejadas en las guerrillas y ejércitos "nacionales" en Europa (Calabria, España, Austria, Prusia, Alemania, Francia incluso); cierto, el período coincide con la leva en masa, lo que quiere decir una voluntad de poner los recursos humanos de una nación al servicio de su ejército, en vez de reservarlos para la economía productiva y limitar las fuerzas armadas a un instrumento puntual de acción, como en épocas anteriores; cierto, se producen con frecuencia atrocidades contra la población civil, pero semejantes atrocidades ya eran conocidas desde la época de la batalla, saqueo y posterior degollina de Magdeburgo en el siglo XVII, por ejemplo. Es cierto que se produce la alienación del enemigo y que, por ejemplo, guerrilleros españoles y soldados franceses se consideraban (y actuaban) mutuamente como bestias. Pero no veo una dedicación completa de todos los recursos del estado a la guerra, como parece ser característico de la guerra total moderna. Por poner un ejemplo, no se requisa la producción de mantequilla para destinarla a lubricar ejes de carro en lugar de a uso alimentario.
Pero en cualquier caso, lo que importa es reconsiderar el período y recolocarlo, de forma razonada y coherente, en la Historia, y no despacharlo como la pesadilla transitoria de un megalómano.
El texto de Bell, en este aspecto, es muy válido. Puede desconcertar que se inicie con las teorías sobre la paz, y las tesis de paz universal que se difundían con anterioridad a la Revolución Francesa (y fueron abrazadas en un principio por ésta), pero es pertinente, porque de esas nociones deriva la idea de la guerra como purificación e higiene del país (propio) y como aniquilación de ideologías (ajenas).
Estos conceptos se imbrican profundamente, como apunta con acierto Bell, durante la Revolución Francesa. Los revolucionarios, pacifistas en un principio, y cautos ante las guerras de propagación ideológica ("Nadie quiere a los misioneros armados", afirmaba Robespierre), llamaron a una movilización completa del país en todos los órdenes cuando vieron amenazada la República desde el exterior, se embarcó después en guerras de proselitismo en ese mismo exterior y abrió un frente interior feroz con la represión en la Vendée. Napoleón mismo era hijo de estas actitudes: un corso que jamás hubiera llegado a ascender en el ejército durante el Antiguo Régimen, que labró su fama en las campañas prorrevolucionarias en el exterior; y que, en cierto sentido, realizó su campaña en el frente interior con el golpe de Brumario. Es probable que Napoleón quisiera ser un estadista, pero su prestigio venía de sus victorias, y por tanto su poder emanaba de ellas. Por eso, y como la Revolución años atrás, tenía que seguir combatiendo (y venciendo). En un caso para mantener la Revolución en marcha, en otro para mantener su reinado en pie. Bell no lo dice, pero el período de paz de Luis XVIII, amén de los años de desastre desde 1812, no provocaron la antipatía hacia Napoleón a su regreso de Elba. Napoleón consiguió un compromiso total por parte de la mayoría de Francia, y en este aspecto, Bell tiene razón. Napoleón podía exigir a la nación el compromiso para una guerra total. Hasta la derrota final, si era necesario.

(The First Total War. Napoleon's Europe and the Birth of Warfare as We Know It)
Alianza Ed.
Madrid, 2012 [2007]
Trad. y prólogo de Álvaro Santana Acuña

Portada y sinopsis

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Los Siete Magníficos, de John Sturges

SESIÓN MATINAL 

(The Magnificent Seven); 1960

Director: John Sturges; Guión: William Roberts; Intérpretes: Yul Brynner (Chris Larabee Adams), Steve McQueen (Vin Tanner), Robert Vaughn (Lee), James Coburn (Britt), Charles Bronson (Bernardo O'Reilly), Horst Buchholz (Chico), Eli Walach (Calvera), Brad Dexter (Harry Luck), Vladimir Sokoloff (Viejo), Rosenda Monteros (Petra); Dir. de fotografía: Charles Lang, Jr.; Música: Elmer Bernstein.

Que hay cosas que rozan tanto la perfección que se convierten en arquetipos, en leyendas que se transmiten de generación en generación es algo que se descubrió hace tiempo, sobre todo mirando los clásicos. Sin embargo, que las nuevas formas de arte den estas obras, y sobre todo que las den en géneros poco "respetables", es más inusual. Estoy hablando de Los Siete Samurais, de la cual es hija esta Los Siete Magníficos.
Precisamente su carácter arquetípico, de épica inmortal, se descubre cuando trasladada a otro ambiente y a otra cultura, la idea básica resiste no sólo el cambio, sino que puede adquirir una nueva dimensión, particular para cada variación temática. Así, el joven e inexperto samurai que alcanzaba la gloria en la versión de Kurosawa, en la de Sturges lo que alcanza es la madurez. Por ejemplo. Pero el fondo, la idea, es la misma: siete guerreros que son contratados por un pueblo asolado una y otra vez por los bandidos para que les defiendan, pagando con las míseras ganancias de lo que obtienen cultivando la tierra.
Es evidente que aunque el original japonés fuera una obra maestra, esto no garantizaba nada en su traslado al western. Hay muchas formas de hacer mal las cosas. Pero Sturges se muestra capaz en esta película, y si no alcanza la excelencia es porque tiene el buen juicio de, en caso de duda, reproducir las tomas de Kurosawa en sus propias escenas. Lo que representa un acierto completo es el elenco: Brynner, McQueen, Coburn y Bronson están inmensos, gigantes en sus personajes; Vaughn aporta algo de pathos a la figura del pistolero a sueldo, y el impagable y nunca bien ponderado Eli Walach compone un malvado realmente odioso. Y, por si fuera poco, Elmer Bernstein compuso una banda sonora que ha pasado a la historia.
Se puede ver sola o con la versión de Kurosawa, se puede estudiar o verla por disfrute, pero Los Siete Magníficos no cansa jamás.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Thelonious Monk 1956

Volvemos a encontrarnos con el gran genio de las armonías, Thelonious Monk. Esta vez en quinteto, con Ernie henry al saxo alto, Sonny Rollins al saxo tenor, Oscar Pettiford al contrabajo y Max Roach a la batería. Tal vez crean que Henry está como de añadido en este grupo de grandes, pero es una falsa impresión. Por desgracia su muerte prematura privó al jazz de un gran músico, y lo podrán comprobar ya desde el primer tema, Ba-lue Bolivar Balues-are, que consta como una de las mejores interpretaciones registradas de Ernie; en el siguiente tema, Panonica, tendremos el honor de escuchar a Monk tocar, además del piano, la celesta; es probable que semejante instrumento jamás haya sido tocado con armonías tran extrañas, como eran las que desarrollaba Monk. En todo caso, el tema es bellísimo. Sigue un auténtico hito, y una de las composiciones más difíciles de Monk, Brilliant Corners. I Surrender Dear será interpretada por Monk a piano solo. Y en la interpretación de Bensha's Swing, Clark Terry (trompeta) sustitute a Ernie Henry y Paul Chambers a Pettiford al contrabajo. Pero ese tema lo escucharemos completo en el próximo capítulo.
Como siempre, atentos a las explicaciones del Cifu, y que disfruten de la música de Monk.

Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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Fragments of Papyrus from the Temple of the Older Gods, de William Kotzwinkle

William Kotzwinkle es un autor que se mueve con la misma facilidad (y originalidad) no sólo en los géneros, sino en la ficción denominada "principal". Es autor de esa novela de culto que es El Hombre del Ventilador, y de algunas otras que se publican como lo que son, literatura, aunque Kotzwinkle gusta de incluir siempre un gramo de fantasía en sus libros.
Fragmentos de Papiro Procedentes del Templo de los Dioses Antiguos es declaradamente una pequeña fantasía en el antiguo Egipto, una época y lugar que siempre ha sugerido un contacto íntimo entre el mundo real y el más allá de las divinidades.
Faraón es visitado por la Muerte durante una fiesta. Cuando despierta en su tumba, se dirige a la orilla del Nilo Negro, donde espera la llegada de su Barco Solar que le llevará al juicio y a la inmortalidad. Cuando éste aparece, embarca en él, pero se ve sorprendido al encontrar a bordo al Ensalzador Real y a su esposa, que han sido enterrados con el faraón. Y descubre que este no es su barco solar, al que ha esperado largamente y en vano, sino el que corresponde y cuenta la vida de sus dos sirvientes. El barco se dirige hacia la orilla donde el dios cocodrilo espera para pesar los corazones de los pasajeros, un pequeño frasco en el caso de ella, una moneda en el caso del Ensalzador, nada en el caso de Faraón.
Por supuesto, y tras este resumen argumental, el lector puede comprender que la fuerza del relato radica en su atmósfera, una que gradualmente se va haciendo más solitaria conforme se adentra en una eternidad que, en el caso de Faraón, sólo conlleva el olvido de su nombre y sus hechos.
Es virtud de Kotzwinkle que sea así, y mérito de su prosa el sumergirnos en el mundo egipcio y su noción de la inmortalidad. ¿Cuántas momias de sirvientes, escribas y bufones hemos podido recuperar e identificar, y cuántos faraones hay de los que sólo conocemos el nombre (y a veces, ni eso) y que han sido devorados por esa eternidad que pretendían alcanzar? Kotzwinkle es un autor muy perspicaz, y no escribe nada que no haya sido pensado y que no sirva al propósito del relato. Por eso la sencillez argumental no debe engañarnos. Hay más en este cuento de lo que el relato cuenta, y así debe ser. Por algo procede de la pluma "de uno de los más originales escritores que han agraciado el campo de la fantasía", como dice Terri Windling en la introducción.

En Demons and Dreams. The Best Fantasy and Horror 2
Legend / Random Century
Londres, 1990 [1988]
Ed. de Ellen Datlow y Terri Windling

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Noticias de la Noche, de Petros Márkaris

Confieso que este blog tenía una deuda con Márkaris y su comisario Jaritos. Sucede que, ante los repetidos elogios que recibía el personaje y la serie, empecé a leer una de sus novelas, y me pareció construida tan fielmente sobre el modelo desarrollado por Henning Mankell que el argumento y la personalidad del protagonista me resultaban secundarios. En suma, me decepcionó. Pero, como soy hombre al que le gusta dar segundas oportunidades, decidí concederle una a la serie, y empezar por el principio, esta Noticias de la Noche.
No sé si cambiaré de opinión con esa novela, digamos "mankelliana" (era El Accionista Mayoritario, y desconozco todavía si la reconsideraré tanto como para que comparezca aquí), pero sí puedo afirmar que Noticias de la Noche promete y cumple.
Su protagonista, aun dentro de las convenciones del género policial, es interesante. Kostas Jaritos es un policía eficiente, que tiene sus más y sus menos con su jefe (nada nuevo aquí), pero que sí recibe cierto apoyo por su parte (y eso sí que es inusual); su matrimonio es lo más parecido a una convivencia mal soportada que existe. Sus actitudes personales (de nuevo siguiendo los modelos del género) son individualistas, algo cínicas y un mucho desencantadas.
Y el caso del que se ocupa en esta novela es un reflejo de la problemática social griega, en este caso el tráfico de niños albaneses y de órganos, con el trasfondo de la inmigración albanesa y el clima de corrupción empresarial y social generalizado en Grecia, amén de tratar el papel de los medios de comunicación y su manipulación de la realidad en beneficio de las audiencias.
Es mucho peso para una novela, pero Márkaris lo lleva de forma ágil. La sinopsis la pueden leer en el enlace al pie de esta reseña. Los chicos de Tusquets son de aquellos que realizan este trabajo con eficiencia e incluso brillantez, de manera que me ahorraré duplicar un resumen argumental.
Lo que importa es cómo Márkaris traza el mundo que rodea a Jaritos, y lo hace de forma brillante. Inserta a su personaje en una vida que se nos muestra a grandes rasgos, pero exactos; lo enclava firmemente en el territorio, y es posible seguir los pasos del comisario por Atenas, además de mostrar la condición social de ese itinerario.
No rehuye la historia griega, incluyendo la dictadura de los coroneles, con la cual colaboró (de forma pasiva o activa, eso juzgará cada lector) Jaritos.
Márkaris es un escritor social, más que policiaco, y en su biografía destacan sus colaboraciones con el cineasta Theo Angelopoulos; pero el policiaco como sabemos, es un excelente instrumento de análisis y crítica social. En los últimos tiempos se ha destacado que Márkaris haya escrito una novela sobre la crisis, en concreto sobre la durísima crisis griega, y es seguro que en los años venideros servirá para percibir este período de la historia con claridad. Pero estos hechos no surgen de la nada, y es un interesante ejercicio contemplar la catástrofe inminente que ya se puede intuir en esta Noticias de la Noche. No es mal bagaje, insisto, para un modesto policiaco, que consigue trascender al género y pasar a ser novela social.

(Nυχτερινό δελτίο)
Tusquets Eds. col. Andanzas
Barcelona, 2008 [1995]
Traducción de Ersi Marina Samara Spiliotopulu
Serie Comisario Kostas Jaritos nº 1

Portada y sinopsis