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A Visitor from Egypt, de Frank Belknap Long

En The World Fantasy Awards, vol. 2
Doubleday & Co., col. Science Fiction
Garden City (Nueva York), 1980 [1930]
Ed. de Stuart David Schiff y Fritz Leiber

Frank Belknap Long es conocido por dos detalles, y ambos han contribuido a "disimular" su auténtica importancia dentro del género. El primero es que fue amigo y corresponsal (y uno de los más jóvenes) de Howard Phillips Lovecraft; el segundo, ser autor de uno de los relatos de los Mitos de Cthulhu más populares e imperecederos (y potentes, todo hay que decirlo): Los Perros de Tíndalos
Autor longevo (1901-1994) y de larga carrera, pese a que fue capaz de adaptarse a los nuevos modelos del género y contribuir nuevas historias a los Mitos junto a autores tan significados y modernos como Ramsey Campbell y Stephen King, donde Long se mueve mejor es en el terreno clásico, hijo como es de la generación de Weird Tales.
Un Visitante de Egipto es uno de estos cuentos clásicos, reminiscente de la sabiduría perdida y terrible de los Mitos de Cthulhu, pero totalmente independiente en temática.
En un museo de Nueva Inglaterra aparece un personaje embozado en una bufanda, cubierto de un abrigo largo, con sombrero y guantes, que sólo dejan al descubierto una mirada ciertamente inquietante. Se trata de un famoso egiptólogo, y se interesa por una exposición recién montada sobre momias de Luxor del 8000 antes de Cristo; unas momias cuyos restos están pintados de rojo a imitación de las venas, según el curador de la exposición para mayor realismo en la otra vida, según el misterioso visitante (y expresado de una forma ciertamente colérica) para escamotear los muertos a Osiris.
Seguro que ya intuyen por dónde van los tiros. De todas maneras, en este tipo de relatos la construcción de la atmósfera y la imaginería del texto son casi tan importantes como el argumento. En este relato, llevado por Long desde el ritmo pausado hasta un crescendo, las imágenes son lo bastante inquietantes y los conceptos lo bastante poderosos como para hacer de este Visitante de Egipto una pequeña joya en el género de terror.

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El Informe de Brodie, de Jorge Luis Borges

En El Informe de Brodie
Alianza Ed. / Emecé, col. El Libro de Bolsillo
Madrid, 19744 [1970]

A veces Borges ha utilizado una técnica que consistía en dar un paso adelante partiendo de un punto narrativo y entonces dar dos pasos atrás, pero no para pasar por el punto de partida sino para situarse en otro sitio que marcara una perspectiva diferente, colateral.
Es así con El Informe de Brodie, que parte del último viaje de Gulliver, pero donde Swift ponía, por contraste, a su sociedad en el punto de mira, Borges contempla una sociedad humana improbable per se. Y lejos de emplear la fórmula de la utopía dieciochesca, utilizó el informe misionero del siglo diecinueve, lo cual es un sutil paso del cartesianismo al mundo ordenado y ordenable (y uniformizante) victoriano; y un informe que no es sino la historia del fracaso de la comprensión de esa sociedad y, por tanto, de esa uniformidad y de los valores universales que pregona.
En efecto, los Yahoos (Yahoo, como no me cansare de insistir, es un país swiftiano que aparece en Los Viajes de Gulliver, y al que el buscador de internet, sin duda, rinde homenaje) son imposibles de convertir por muchos motivos: su rey, designado por ciertos estigmas, es cegado para que nada lo distraiga de la sabiduría. Veneran a un dios, cuyo nombre es Estiércol, y es un ser mutilado, ciego, raquítico y de ilimitado poder. Suele asumir la forma de una hormiga o de una culebra.
Swift mostraba otras sociedades para señalar los defectos de la nuestra. Borges, al traernos a los improbables Yahoos, pero señalando al final de su relato que «representan, en suma, la cultura, como la representamos nosotros, pese a nuestros muchos pecados», pone en evidencia lo móvil de nuestras definiciones, lo convencional de nuestras costumbres, lo absurdo de ellas, y la volatilidad de lo que denominamos civilización.
El estilo de Borges es conocido. Su brevedad, que a veces parece lacónica (apenas 12 páginas en formato de bolsillo y en letra bien legible) es engañosa; los conceptos se suceden a gran celeridad, pero de una forma tan suave que se convierte en persuasiva. Su sugerencia deja más poso de reflexión en el lector que la pura aseveración o la sorpresa. Él mismo, en el prólogo, advierte preferir «la preparación de una expectativa a la de un asombro». Los relatos de Borges, y El Informe de Brodie no es una excepción, se convierten, por obra de esta interacción entre el texto sugerente y la imaginación del lector, en infinitos, variables y polimorfos. Puertas abiertas a múltiples relatos que se forman en su lectura y no en la escritura.

Portada y sinopsis

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El Mono Que Llevamos Dentro, de Frans de Waal

(Our Inner Ape)
Tusquets Eds., col. Metatemas
Barcelona, 2007 [2005]
Trad. de Ambrosio García Leal

En apariencia, sólo en apariencia, este es un libro sobre comportamiento comparado entre los grandes simios y el hombre. En apariencia, sería uno más entre los libros de este tipo que se han escrito desde el nacimiento de la etología. Pero sucede que Frans de Waal no es un cualquiera en la primatología: no sólo es una autoridad en este campo; además, es un observador ecuánime, alejado de las posturas de primatólogos que ven los grandes simios como "buenos salvajes" poseedores de una inocencia que el ser humano ha perdido (o, por el contrario, que consideran que nuestra violencia es un resto atávico del mono que fuimos). Comentaré esto un poco más adelante.
Es necesario y útil leer este libro. Entre otras cosas, porque los dos últimos grandes descubrimientos sobre los primates que se han efectuado han tenido una filtración extremadamente lenta en el conocimiento común, lentitud agravada si tenemos en cuenta que vivimos, en teoría, en la sociedad de la información; y porque estos descubrimientos han llegado de forma muy sesgada a la prensa y a los medios de información no especializados. El primero, el hecho de que los bonobos eran una especie bien diferenciada entre los primates (y, por tanto, que los humanos teníamos un "primo" nuevo en la familia), descubrimiento que data de los años 30, no ha acabado de calar en la sociedad, y sigue siendo creencia común que nuestros parientes cercanos sólo son los chimpancés, los gorilas y los orangutanes. Además, lo que ha trascendido sobre los bonobos es más un chiste verde que otra cosa: los monos promiscuos, los monos sexuales y todo lo que ustedes quieran imagianr en este aspecto. El segundo (de 1979), que los chimpancés eran tan belicosos como nosotros o más, caníbales, cazadores, torturadores y carnívoros, apenas ha trascendido y, desde luego, no en toda su implicación, sin duda porque es una información incómoda. El hombre siempre ha tenido la noción de haber perdido la inocencia, y hemos descubierto que, según el espejo del otrora benéfico y cariñoso chimpancé en el que nos mirábamos, tal vez no habíamos perdido nada, porque nada habíamos tenido.
El Mono Que Llevamos Dentro es un estudio comparativo entre el comportamiento de los grandes simios y el hombre, un territorio siempre resbaladizo y demasiado propenso a trasladar los meros deseos del observador. Sin embargo, de Waal no pretende la comparación entre el ser humano actual y los antropoides. Lo que pretende, con justicia, es hacernos ver que los grandes simios son la única pista que tenemos para intuir cuál era nuestro comportamiento en los primeros estadios evolutivos de nuestra especie; y, en todo caso, ver cuáles de esos comportamientos pueden tener pervivencia, ritualizada o no, en nuestro aspecto actual. Desde esta base, analiza el comportamiento de chimpancés y bonobos en unos campos que nos resultan familiares: poder, sexo, violencia y benevolencia. Insisto, no aplicables en principio a los comportamientos sociales humanos actuales, que han crecido y masificado, pero que pueden tener reflejo en comportamientos y tendencias individuales y de pequeños núcleos.
Se trata de un terreno mucho más firme y objetivo que la mera búsqueda del "buen salvaje" y la calificación de nuestros comportamientos como "antinaturales, o la del "atavismo primitivo" y su definición como el residuo sin civilizar de la bestia. Mirémonos en ese espejo, nos dice, pero sólo para saber cómo fuimos probablemente, y no cómo deberíamos ser.
Sin embargo, cuando me topo con uno de estos (buenos) estudios, no dejo de pensar que, además, tratan otro tema, como es el de nuestra clasificación de "inteligencia". En este, el caso de los bonobos es paradigmático: disponen de una compleja red social, la regulan mediante la evitación del conflicto y la negociación, son solidarios, empatizan, y no sólo con los miembros de su especie, se reconocen entre sí (y nos reconocen y distinguen, si hemos tratado con ellos) tras años de no haberse visto, utilizan herramientas y parecen tener un lenguaje.
No obstante, nosotros marcamos la raya de lo racional, y los dejamos fuera.
Leyendo este libro me fasciné por la conducta de estos animales, y reflexioné sobre la conducta humana, sí, pero también en no pocas ocasiones quedé conmovido por los comportamientos y las emociones que estos monos son capaces de mostrar. Comportamientos que no son humanos, pero que muchas veces son los que asociamos con la humanidad.

Portada y sinopsis
Entrevista (en inglés) con Frans de Waal sobre Our Inner Ape en Podularity

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Targets, de Peter Bogdanovich

SESIÓN MATINAL

(Targets); 1967

Director: Peter Bogdanovich; Guión: Peter Bogdanovich; Intérpretes: Boris Karloff (Byron Orlok), Tim O'Kelly (Bobby Thompson), James Brown (Robert Thompson Sr), Sandy Baron (Kip Larkin); Dir. de fotografía: Laszlo Kovacs.

Una película modesta que, sin embargo, lleva bastantes cosas en su interior. Una de las últimas actuaciones de Boris Karloff, en un papel en el que Bogdanovich quiere rendirle un homenaje (y lo logra); un thriller en el que un joven veterano de la guerra del Vietnam empieza a disparar indiscriminadamente desde las azoteas a los transeúntes hasta que encuentra el lugar ideal para realizar una masacre en un autocine.
Lo único que se le puede echar en cara a esta película es que su bajo presupuesto se note. No obstante, por su carga de crítica social, su tensión inherente bien resuelta y sus múltiples detalles a las películas de serie B y las de terror clásico, merece un visionado.
Y, película dentro de la película, el fragmento en el que Boris Karloff relata una historia de terror, sentado ante la cámara y con esa voz inglesa y rotunda, es uno magistral: probablemente es una de las mejores historias contadas, y Karloff le da un valor añadido tremendo.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Dexter Gordon en el Montmartre de Copenhague 1964

Es realmente un placer reencontrase con el gran saxo tenor Dexter Gordon, en directo desde el club Montmartre de Copenhague, en una de esas sesiones relajadas, llenas de swing y de una música inmensa que, por fortuna, se registró.
Le acompañan el gran Tete Montoliu (que en esta sesión realizará unos cuantos solos impresionantes), el bueno de Alex Riel a la batería y, en cambio, falta Niels-Henning Ørsted Pedersen (pero no se preocupen, volverá en futuras actuaciones) y es sustituido por el contrabajista Benny Nielsen.
Empieza la sesión con King Neptune (y empieza a toda marcha, con ese soplo enérgico marca de Dexter, además de ese apoyarse hacia atrás sobre el ritmo), y le siguen Satin Doll, Body and Soul (donde Dexter muestra que todas las comparaciones son odiosas, y que hay que quedarse con esta versión y la de Coleman Hawkins) y I Want to Blow Now.
Francamente, describir el estado de gracia en el que parecen estar permanentemente estos músicos me parece ocioso. Escuchen la actuación y comprueben por ustedes mismos. Y Gracias al Cifu, como siempre, por traernos este jazz.



Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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The Words of Guru, de Cyril M. Kornbluth

En The Mammoth Book of Fantasy All-Time Greats
Robinson Publishing
Londres, 1988 [1941]

Kornbluth es conocido principalmente por sus obras de ciencia ficción, en particular por aquellas escritas en colaboración con Frederik Pohl y en especial por Mercaderes del Espacio; no obstante, y como autor en solitario, tiene obra que hay que tener muy en cuenta, sobre todo relatos, en los que muestra una aguda percepción y se constituye en uno de los autores "clásicos" que entraron en la corriente psicológica antes de su gran eclosión con la "Nueva Ola" de los años sesenta.
Incluido en el Fantasy Hall of Fame, este Las Palabras de Guru es un relato inquietante sobre un niño precoz ya en el vientre de su madre y la historia de su aprendizaje.
Y quien realiza esta enseñanza peculiar es Guru. Podría tratarse de un amigo invisible, pero si lo es se trata de un amigo invisible muy extraño. Lleva a nuestro protagonista a lo que tiene todo el aspecto de ser un aquelarre, lo traslada a un lugar que puede o no ser el infierno; le enseña palabras de poder, capaces de matar, de invisibilidad, de dominio.
Hay que destacar un hecho fundamental para el relato, y es que está narrado en primera persona. El punto de vista es básico, porque hace pasar la narración de una mera curiosidad macabra a la mente de un monstruo, de un monstruo de apariencia terroríficamente normal, tanto más cuanto más despiadado, más ansioso por aprender nuevas palabras de poder, más alienado del mundo "real" y más inmerso en el mundo de poder inmenso que quiere dominar. En este aspecto, sólo Nacido de Hombre y Mujer, de Richard Matheson, es capaz de meterse con tanta intensidad en una mente que nos resulta ajena.
Y en esta escalada de extrañeza, el tremendo final de este relato es tan inquietante que sólo puede definirse como un triunfo narrativo.

Texto de The Words of Guru (en inglés)
Texto de Las Palabras de Guru (en castellano)

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El Jardinero Fiel, de John Le Carré

(The Constant Gardener)
Random House Mondadori, col. DeBolsillo
Barcelona, 2001 [2001]

Empecemos por decir que, dentro de la producción de Le Carré, El Jardinero Fiel es una de sus novelas, no malas, pero sí más débiles. Tal vez el propio Le Carré quedara desconcertado por el cambio que supuso el fin de la Guerra Fría; tal vez Le Carré quisiera hacer otro intento (mediatizado esta vez por su trama) de escribir una historia de amor, lo que siempre ha parecido que era una de sus aspiraciones máximas, y que ensayó con El Amante Ingenuo y Sentimental con resultados desastrosos de crítica y público. Tal vez.
Pero, con todo y su debilidad, esta novela se salva gracias a su temática, y hay que destacar que gracias a su aparición la opinión pública mundial empezó a prestar más atención a las políticas de las farmacéuticas en cuestión de patentes y, sobre todo, al respecto del negocio que realizaban con el Tercer Mundo. No es que esa atención haya cambiado sus conductas, pero sí las ha vuelto menos escandalosas. Algo es algo, aunque sea poco. Pero es un ejemplo de cómo un escritor reconocido puede tomar partido y cómo su escritura no es inútil.
La novela empieza con una emergencia diplomática en la embajada británica de Kenia. Tessa Quayle, esposa de Justin Quayle, funcionario del servicio diplomático en la embajada, ha sido asesinada en una emboscada en el interior del país. Sucede que Tessa iba acompañada en esta expedición por Arnold Bluhm, médico negro, una semileyenda en África por sus actividades humanitarias, que se encuentra desaparecido. Habiéndose ganado Tessa fama de promiscua y coqueta, la embajada opta por la discreción, emitiendo una nota de pésame y decretando luto oficial. Cuando la presencia de Bluhm en la expedición es sabida por la opinión pública y cuando se divulgan las intensas actividades en ONG de Tessa, actividades incómodas para el gobierno keniano y, sobre todo, para una empresa británica que parece dominar el noventa por ciento de la actividad económica en Kenia y otros lugares de África, incluyendo el cuasimonopolio de la distribución de medicamentos, la embajada empieza a matar moscas a cañonazos (en una decisión argumental no muy creíble): Insinuaciones sobre su vida privada, aprovechar la ausencia de cadáver de Bluhm para echarle las culpas de un asesinato pasional, acusaciones de inestabilidad mental y paranoia, sobre todo referida a la actividad neocolonial de las empresas del primer mundo en África, etc.
No nos olvidemos de Justin. Éste, conocedor de la verdad pero desconocedor de la conspiración empresarial, emprenderá una investigación que sigue los pasos de la de su esposa, no tanto para rehabilitarla como para como para culminar su obra.
Le Carré nos escamotea en esta ocasión los entresijos del centro de poder, y se centra en el "agente", Justin; se mueve mal en los terrenos de la informática; y hay demasiados deus ex machina en esta novela, algo que siempre me disgusta profundamente (la riqueza de Tessa, que hereda Justin y le permite hacer de todo sin límite económico; el protegido de Tessa que es un genio informático (aunque después resulte no serlo tanto), prácticamente en la puerta de casa; los dos policías enviados a Kenia a investigar la muerte de Tessa, que desde el principio de convierten en partidarios y militantes de ésta, etc.)
Pero lo cierto es que el argumento, el del negocio comercial-industrial en África, y las connivencias con estas empresas por parte de los gobiernos africanos corruptos y los gobiernos metropolitanos, corruptos en algunos estamentos, velando por los intereses de "su" economía en otras, y sobre todo el negocio farmacéutico, del que se afirma utiliza a los africanos a los que dice ayudar como conejillos de indias para la prueba de nuevos fármacos, todo ello tiene unos visos de verosimilitud que la prensa y otras fuentes confirmaron en buena parte. Fue una novela que denunció, y esta denuncia llegó a su destino. En la nota final del autor, declara: «Al adentrarme en la jungla farmacéutica, llegué a la conclusión de que mi relato, comparado con la realidad, era tan inocuo como una postal de vacaciones».
Es este valor de denuncia el que cuenta en este caso. Si algún día la corrupción y malas prácticas que describe Le Carré desaparecen, podremos colocar esta novela en su lugar literario y olvidarla o dejarla como un mero tropiezo en la carrera de un escritor magnífico. Pero mientras eso no suceda, el documento denuncia permanece y tiene que leerse como tal.

Portada y sinopsis
Entrevista, en inglés, a John Le Carré sobre El Jardinero Fiel, publicada en The Guardian

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Nadie Me Mata, de Javier Azpeitia

Tusquets Eds., col. Andanzas
Barcelona, 2007 [2007]

Javier Azpeitia ha escrito una novela extraña pero apasionante. Una novela que se inicia cuando alguien amanece en un cuerpo que no es el suyo, el de un perista, como dice la contraportada, "tramposo". No tiene recuerdos de quién era antes, y sólo un comportamiento cotidiano que parece instintivo. En esta personalidad presenciará el asesinato de su hermano gemelo.
Pero hay más. Tras cada período de sueño, su personalidad aparecerá en el cuerpo de otra persona: una actriz, una niña, un policía, un psiquiatra... Todos ellos relacionados entre sí, no siempre siguiendo la línea temporal y todos apareciendo como personajes (que además coinciden con las personas) en una novela y una película tituladas Metempsicosis, escritas y dirigida por una enigmática mujer, Delfine Le Rumeur, que parece saberlo todo y parece expresarse mediante acertijos o declararciones metafísicas.
Ir más allá en este resumen argumental sería reventar una novela que necesita ser leída para comprender su sentido circular (circular referido tanto a la rueda de transmigraciones como a un círculo infernal para cada uno de los implicados).
En estas condiciones hacer una reseña es difícil; no obstante, se puede señalar que se trata de una novela metaliteraria por antonomasia; que no es una historia kafkiana, sino más bien dickiana (salvando las diferencias evidentes de estilo y ejecución); y que en sus apartados más difíciles, como son hallar coherencia en unos personajes que tienen una historia detrás pero están habitados por alguien distinto, un alguien que va acumulando conocimientos limitados sobre su situación cada vez que transmigra, triunfa de manera total.
Insisto en el adverbio apasionante. Es un argumento que se impulsa a sí mismo, que intriga más conforme más avanza. Puede parecer extemporáneo (pero pertinente) decir  que reflexiona sobre qué o quién es cada cual, y lo ligados que estamos todos a nuestras circunstancias, así como lo inevitables que son los actos de aquellos que nos rodean en la influencia sobre nuestras vidas. Extemporáneo, porque el argumento parece sobreponerse a todo otro subtexto, pero temas que están presentes. Me gustan los escritores que toman riesgos. Azpeitia los toma con valentía, sí, pero también con estilo y un magnífico hacer. Todo ello compone una novela que no se parece a ninguna otra en la literatura española, una propuesta llevada con éxito y que merece ser tenida en muy alta consideración.

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El Último Hombre, de Walter Hill

SESIÓN MATINAL

(Last Man Standing); 1996

Director: Walter Hill; Guión: Walter Hill, basado en la película Yojimbo, de Akira Kurosawa, con guión de Akira Kurosawa y Ryuzo Kikushima; Intérpretes: Bruce Willis (John Smith), Bruce Dern (Sheriff Ed Galt), William Sanderson (Joe Monday), Christopher Walken (Hickey), David Patrick Kelly (Doyle), Karina Lombard (Felina), Ned Eisenberg (Fredo Strozzi), Alexandra Powers (Lucy Kolinski), Michael Imperioli (Giorgio Carmonte), Ken Jenkins (Capitán Tom Pickett), R. D. Call (Jack McCool); Dir. de Fotografía: Lloyd Ahern II; Música: Ry Cooder; Diseño de Producción: Gary Wissner; Montaje: Freeman A. Davies.

Cuando hay talento por medio, un remake puede convertirse en algo maravilloso. También, cuando un argumento tiene una potencia descomunal, su capacidad para adaptarse a otros ambientes, para perdurar y para decir cosas nuevas (o las mismas, pero con otras maneras de decirlas) es inmanente. Cuando hay talento. Todo lo anterior aplíquenlo a un mal director y tendrán un pastiche insufrible. No es el caso.
Yojimbo es la historia de un guerrero japonés que, mediante cambios de alianzas, logra que dos clanes rivales se aniquilen entre sí. Fue dirigida por Akira Kurosawa, y sigue levantando pasiones y considerada una obra maestra.
Por un Puñado de Dólares es la historia de un pistolero del salvaje oeste que, en la frontera con México, y mediante cambios de alianzas, logra que dos familias se aniquilen entre sí. Está dirigida por Sergio Leone, es la primera de la llamada "Trilogía del Dólar" y está considerada como la iniciadora de todo un modelo de western. Por supuesto, está basada en Yojimbo.
El Último Hombre (título equívoco: en realidad debería llamarse "El Último Hombre en Pie" o, para ser más exactos, "que quede en pie") es la historia de un pistolero en la época de la Ley Seca que llega a Jericho, un pueblo cercano a la frontera con México y allí, por la estupidez de unos gángsteres chulos e idiotas, que no saben con quién se juegan los cuartos, tiene que quedarse. Allí hay una guerra por el contrabando de alcohol entre dos bandas, guerra que está sometida a una frágil tregua por el momento. La llegada de John Smith (un nombre falso como los haya) hará que el equilibrio ya precario empiece a romperse.
Por descontado también, los cambios de alianzas de John Smith provocarán la destrucción mutua de las bandas.
La potencia del argumento es tal que en las tres películas uno queda fascinado por esta escalada de violencia, pasiones y estupideces humanas. Pero la mano de un cineasta, Walter Hill, tal vez considerado menor, pero que ha ejercido su oficio de manera siempre impecable se nota con firmeza durante toda esta película: escenas bien cuidadas, una gran potencia visual, los encuadres precisos, un ambiente creíble y buena dirección de actores es lo que se le puede pedir, y Hill lo da y con creces.
La elección de Bruce Willis para un papel que le va como anillo al dedo es acertada al máximo. Proporciona esa dureza pero con un punto de ternura escondido, y otro punto de cinismo que cuadra con el personaje. Bruce Dern como el sheriff corrupto pero astuto está impecable; Christopher Walken compone un pistolero Hickey de antología; y el siempre eficaz William Sanderson (el J. F. Sebastian de Blade Runner) le añade el toque humano en un pueblo de locos que se comportan como lobos.
La potencia del argumento se mantiene en El Último Hombre, pero también se mantiene su reflexión sobre la violencia en un mundo violento, sobre las debilidades humanas y sobre los rincones de integridad que, con suerte, persisten en el individuo. Como dice John Smith: "Siempre simpaticé más con los pecadores que con los santos". Esa es la diferencia que hace que Smith se eleve por entre la porquería circundante y salga convertido, si no en héroe, sí por lo menos en un antihéroe, en lugar de ser meramente un canalla.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Thelonious Monk en el Minton's

Vamos a ir hoy a un lugar muy especial. El Minton's Playhouse, un club neoyorquino; tal vez como tantos otros si no fuera porque allí empezó a oírse el be-bop por vez primera. Y vamos a llegar allí siguiendo los inicios de la carrera de Thelonious Monk, un tipo que me sigue fascinando en su música, desconcertante a veces pero sin embargo armónica hasta lo increíble.
Sólo dos temas tocados en el Minton's, pero enormenente interesantes. Con Monk al piano (un piano "ortodoxo", comparado con la técnica que asumió con posterioridad), Joe Guy a la trompeta, Nick Fenton al contrabajo, Kenny Clarke a la batería y Charlie Christian a la guitarra, estos temas (Topsy y Stompin' at the Savoy) son estándares de la época del swing, pero Christian hace ya algunas cosas que se apartan de la rigidez imperante en la época. No son be-bop, pero lo anticipan.
Y el problema es que hay poquísimo, por no decir nada, del surgimiento de esta nueva tendencia en el jazz, de modo que estas piezas en el Minton's son en extremo valiosas, aunque con sonido algo deficiente.
Después de esto, escucharemos a Monk integrado en el cuarteto de Coleman Hawkins (con Denzil Best a la batería y Edward Robisnos al contrabajo) en dos temas (dedicados a Coleman Hawkins, o que por lo menos llevan sus dos apodos en el título), Flyin' Hawk y On the Bean. Aquí Monk empieza ya apuntar acordes, detalles, que permiten anticipar lo que vendrá después, surgido de su cabeza y de sus dedos.
Y finalmente la primera grabación de Monk como líder, fenomenalmente acompañado por el gran trompetista Idrees Sulieman, Danny Quebec West al saxo alto, Gene Ramey al contrabajo, Bill Smith al saxo tenor y el estupendo Art Blakey a la batería. El Cifu se lo dirá, y estoy muy de acuerdo con él, que cuando Blakey y Monk se encontraban había una química especial entre ellos. De las mejores cosas que le he escuchado a Monk han sido acompañadas por Blakey, y el juego de apoyo mutuo siempre fue impresionante. Todavía no interpretará piezas originales suyas, pero sí que empezará a desarrollar totalmente su estilo pianístico, y a transformar la música que toca en "su" música. HumphEvonce y Suburban Eyes así lo muestran.
La música de Monk es inagotable, entre otras cosas porque no es posible escucharla de forma unívoca. Su profundidad es tal y sus matices tantos que es un eterno descubrimiento. Que espero podamos seguir compartiendo aquí. Presten atención a las explicaciones del Cifu, y disfruten de uno de los más grandes genios de la música de jazz.



Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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The Ghastly Priest Doth Reign, de Manly Wade Wellman

En The World Fantasy Awards, vol. 2
Doubleday & Co., col. Science Fiction
Garden City (Nueva York), 1980 [1975]

Manly Wade Wellman tuvo frecuente aparición en las páginas de la revista Weird Tales, si bien su nombre no destacó tanto como los grandes renovadores del género, Lovecraft, Howard o Clark Ashton Smith. Sin embargo, es autor de una de las series más admiradas por los autores del género, la de Silver John o John the Balladeer, un baladista que, guitarra de cuerdas de plata al hombro, recorre las montañas y encuentra... bueno, lo que encuentra lo diremos cuando comparezca por este blog, cosa que sucederá tarde o temprano.
La característica de la ficción de Wellman es su enraizamiento en el ámbito rural, en particular el del profundo Sur, y sus relatos son en extremo atmosféricos, creando más un espacio mítico que un horror concreto.
En este El Horrible Sacerdote Reinará (un título que procede de un poema de Thomas Babington Macaulay, y que tiene su importancia para la trama), en uno de estos pueblos montañosos, de lo primero que nos enteramos es que un jurado ha encontrado a Jack Bowdry no culpable de haber matado a un hombre con fama de brujo metiéndole de un disparo una bala de plata casera en la cabeza.
Je, je, je. No hay como un buen empujón narrativo para entrar en lo fantástico.
Sucede que, según la ancestral tradición mágica, el que acaba con el sumo sacerdote del culto tiene que ocupar su puesto bajo el árbol ceremonial... hasta que sea asesinado a su vez.
Jack Bowdry recibe tentaciones en forma de moneda de oro, de una vigilancia amenazante y de un ejemplar del Albertus Magnus, un grimorio que no hay que regalar ni quemar, sino que el único medio de librarse de su influjo es enterrarlo y celebrar un funeral sobre él.
Bowdry no está dispuesto a aceptar, pero tampoco está dispuesto a vivir esperando que el siguiente aspirante le asesine. Sal a talar el árbol que marca el punto de ceremonias para así acabar con el culto. Pero el árbol no está muy dispuesto a dejarse cortar...
Wellman, que fue candidato al Pulitzer por una de sus historias (de no ficción) sobre el Sur, tiene la virtud de, con cuatro líneas, sumergir y delimitar un territorio y las gentes que lo habitan, hacer que nos resulten familiares de inmediato, y desde esa familiaridad puede narrarnos historias que resultan perfectamente creíbles en ese ambiente. Han existido escritores del género fantástico que fueron grandes descriptores, pero pocos se han ganado el adjetivo paradójico de "naturalistas". Manly Wade Wellman fue uno de ellos, y eso, unido a una construcción meticulosa, hace de sus relatos algo notable.

Página web sobre la vida y obra de manly Wade Wellman (en inglés)

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La Dalia Negra, de James Ellroy

(The Black Dahlia)
El Periódico / Eds. B, col. Grandes Bestsellers
Barcelona, 1997 [1993]
Trad. de Albert Solé
Serie Cuarteto de Los Ángeles nº 1

Si su obra posterior no lo desmiente, es muy probable que el gran monumento literario de Ellroy sea el llamado "Cuarteto de Los Ángeles"; y si la mejor de estas cuatro novelas es L. A. Confidential, la más personal y la que más se puede relacionar con la difícil historia del propio Ellroy (un tema siempre espinoso, en el que se puede acabar confundiendo realidad y ficción) es La Dalia Negra.
Si el lector desconoce las circunstancias vitales de Ellroy, la dedicatoria de este libro ("Para Geneva Hilliker Ellroy 1915-1958 Madre: veintinueve años después, esta despedida de sangre") puede resultar bastante inocente. Si, en cambio, ha tenido curiosidad por la biografía del autor, no se le escapará que el caso real de la Dalia Negra, un asesinato brutal jamás resuelto, tiene bastantes puntos de coincidencia con el asesinato de su madre, que tampoco se resolvió jamás.
Catarsis o exorcismo son perfectamente posibles en esta obra en la que Ellroy resuelve en la ficción este brutal asesinato que es un motivo recurrente en toda su ficción. Extemporáneo o pertinente, es necesario señalarlo.
El gran defecto de Ellroy es el aplastamiento de la trama gracias al enrevesamiento de las conspiraciones que acumula en sus novelas. Este defecto se ha hecho más evidente en sus últimas obras, y existe también en el "Cuarteto de L. A.", hasta el extremo de que muchos editores han renunciado a realizar un resumen de contraportada; sin embargo, y conspirativa como es, en La Dalia Negra está más contenida esta tendencia.
La Dalia Negra es un viaje a un entramado de corrupción de la ciudad de Los Ángeles en los años cincuenta, de la mano de dos policías que, además, fueron boxeadores y se hicieron compañeros y amigos tras un combate organizado para mejorar la imagen de la policía y conseguir una mayor asignación de fondos.
Este programa de promoción en base a mano dura y policías estrella funciona muy bien hasta el descubrimiento del cadáver descuartizado de una chica a la que la prensa bautiza como "La Dalia Negra"; viendo el alto impacto en la prensa y el impulso que puede dar a sus ambiciones políticas, el fiscal Ellis Loew está dispuesto a explotar cualquier dato de la investigación que le dé publicidad y parezca que lleva a una resolución rápida del caso. Pero el sargento Blanchard, uno de estos policías boxeadores estrella, no está dispuesto a dejar piedra sin remover y a no creerse todas las falsas pistas; su hermana desapareció y probablemente fue asesinada, y ve en la Dalia un reflejo de este caso. Y su compañero Bucky Bleichert, por su parte, odia verse metido en un circo mediático, pero se verá obligado a retomar las investigaciones por su cuenta cuando el caso le cueste la vida a Blanchard en Tijuana.
Y esa investigación le llevará a un círculo de producción de películas pornográficas, corrupción de menores y dinero a alto nivel que le asqueará y le embrutecerá a partes iguales.
El estilo de Ellroy, sin concesiones, mordiente, brutal a veces, es en extremo apto para tratar con mundos que son despiadados y crueles, que trituran a las personas y sólo dejan intactos los intereses. Pero también es adecuado para mostrarnos a unas personas que intentan resistirsed a esta maquinaria, que tienen que ser duros porque de otra manera estarían perdido. Perdedores que a veces lo pierden todo, y que en algún caso logran conservar la vida y, lo que es más importante, un resto de integridad.

Artículo de ABC News sobre la obsesión de Ellroy con La Dalia Negra (en inglés)

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Seda Roja, de Qiu Xiaolong

(Red Mandarin Dress)
Tusquets Eds., col. Andanzas
Barcelona, 2010 [2007]
Serie Inspector Jefe Chen Cao nº5

La instauración en China de la filosofía "un país, dos sistemas" ha propiciado la aparición de una serie de escritores que, con mayor o menor prevención, han podido expresarse con mayor libertad al respector de lo que sucede en la China actual y sobre su pasado reciente.
En paralelo, ustedes saben que defiendo la tesis de que el policiaco tiene valor cuando refleja el clima moral de una sociedad en un momento dado, más que centrarse en el mero descubrimiento del asesino. Pues bien, no es de extrañar que una parte de estos escritores hayan escogido el género criminal para poder así retratar una sociedad cambiante y que viene lastrada por un pasado, inevitablemente trágico y recurrente respecto a los horrores de la Revolución Cultural.
Qiu Xiaolong es uno de estos autores socialmente preocupados y que entiende la utilidad del género como termómetro moral. Pero, además, ha creado una ficción en extremo literaria, y ciertamente un personaje inusual, como es el inspector jefe Chen Cao.
Chen Cao es peculiar porque, en principio, era un estudiante de literatura que fue designado por el estado para ser policía (lo que ya indica algo sobre la sociedad china). Ahora, inspector jefe, y en la Shanghai en plena transición al capitalismo socialista, ha vuelto a los estudios literarios, lo cual le permite distanciarse de una incómoda investigación sobre especulación inmobiliaria con ramificaciones en las estructuras políticas, y contemplar el desarrollo de las investigaciones sobre un asesino en serie que viste a sus víctimas con un vestido mandarín rojo (una prenda estigmatizada durante la Revolución Cultura). Que Chen Cao se dedique a la literatura no es una mera anécdota destinada a proporcionar color: consciente o inconscientemente, Chen Cao buscará respuestas a estos crímenes en los motivos literarios. Todo muy chino, pero todo también muy bien escrito, y con una personalidad narrativa fascinante.
La teórica distancia que Chen Cao asume sobre las investigaciones, por descontado, no es real. Le permite indagar con libertad en un país donde la supervisión política (y las redes de contactos político-empresariales) es constante. Qiu, al igual que su inspector, no se ausenta de nada; analiza el pasado y su relación con el presente, observa un Shanghai de contrastes y un camino capitalista que está plagado de intereses y de unas víctimas colaterales en forma de pobreza y "optimización de recursos"; observa el gran trauma de la Revolución Cultural. Y hace un adecuado retrato de las gentes que pueblan su país.
Todo ello en un policiaco que trasciende sus límites y entra en la metaliteratura, en la cultura china, con un estilo narrativo espléndido y sin concesiones.

Portada y sinopsis

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Bambi, de Walt Disney

SESIÓN MATINAL

(Bambi); 1942

Supervisor: David Hand; Música: Frank Churchill, Edward Plumb.

¿Qué se puede decir de una obra maestra de la animación que además ha sido transmitida de generación en generación hasta llegar a nuestros días? Con toda probabilidad, poco o nada que sea original.
DE modo que pasaremos muy rápido por lo que es necesario decir: que está basada en una novela infantil de Felix Salten, que relata la vida de un cervatillo desde su nacimiento hasta su madures, y con él las vicisitudes del bosque donde vive, que procede por el tradicional método de la antropomorfización de los animales, que los niños y los que no lo son tanto caen en esta trampa y pueden llorar a moco tendido cuando se produce la muerte de la madre de Bambi, que hay escenas terroríficas (Walt Disney, y yo con él, opinaba que un poco de terror en las películas infantiles es bueno para los niños; algunos pedagogos, en cambio, opinan que hay que resguardar a los niños de esas influencias perniciosas y servírselas de golpe cuando crezcan) como la del incendio en el bosque.
Y sí, es un filme manipulador. Esa antropomorfización funciona, y no vemos a unos animales sino que vemos a personas, pero es una manipulación que admitimos de buen grado.
Es una película que tiene un gran personaje cómico, de los mejores que han intervenido en las producciones Disney, como es el conejo Tambor. Y una escena memorable e imperecedera como es la de la música de la lluvia.
Si no lo han hecho, vénala. Porque también es una experiencia visual al viejo estilo de primer orden.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Michael Brecker en Concierto

Hoy, y gracias como siempre al Cifu, traemos a un saxofonista inmenso, muerto prematuramente, pero del que por fortuna tenemos abundante muestra de su producción: Michael Brecker (biografía de wikipedia en español en este enlace).
Innovador cien por cien, no crean sin embargo que nos vamos a ir a las honduras (muchas veces tramposas) del free jazz. No, Brecker era un hombre que tenía mucho que decir, y lo dijo en sus composiciones e interpretaciones, pero con una elegancia y sensibilidad fuera de lo común. Y con un genio interpretativo excepcional, también. En este concierto, compuesto de tan sólo tres piezas pero que les aseguro que son memorables, lo tendremos excelentemente acompañado y tocando tanto el saxo tenor como el EWI, un curioso instrumento de viento electrónico (que es lo que significan las siglas); peculiar, pero en manos de Brecker, inspirador. Sigan atentamente las explicaciones del Cifu, y disfruten de este concierto.



Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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Snulbug, de Anthony Boucher

En The Mammoth Book of Fantasy All-Time Greats
Robinson Publishing
Londres, 1988 [1941]

Hemos comentado ya con anterioridad el impulso al humor dentro de la fantasía que supuso la revista Unknown. Fruto de esa creación y estímulo, no es de extrañar que en un Hall of Fame plagado de grandes nombres y de grandes títulos se hayan situado tres relatos de este corte, recordados con calidez por aquellos que los han leído y que votaron esa lista de inmortales.
Pues bien, en esa línea, y tercero cronológicamente, pero el más maestro de todos, he aquí Snulbug, de Anthony Boucher.
No sé en cuantas ediciones tengo este relato; con toda seguridad pasan de diez. Y es que se trata de un cuento tan perfecto, tan fantástico en lo que propone y en cómo lo resuelve que se ha convertido en un clásico.
Snulbug es un demonio, invocado por un humano. Hasta aquí, el desarrollo de uno de los mitos de la literatura fantástica como es la obtención de poder y riquezas a cambio de lo que sea, el alma y un engaño por parte del viejo mefistófeles occidental; liberar al djinn de su prisión en la mediooriental, a saber qué en el resto de culturas. Sin embargo, ya desde la primera frase del relato Boucher establece el tono que va a tomar la narración: «─Es una porquería de hechizo el que estás usando ─dijo el demonio─ si yo soy lo mejor que puedes invocar». Snulbug es un demonio, de acuerdo, pero su tamaño es el de un pulgar humano. Está bastante desastrado, también; las serpientes que conforman su pelo están moribundas, tiene un colmillo careado y parece tener un frío intenso en este nuestro mundo, tanto que su mayor placer es bañarse en la llama de una cerilla.
Y ya en primera instancia le dice a su invocante Bill que, sea lo que sea lo que le pida, no saldrá bien. Nunca lo hace.
A partir de aquí Anthony Boucher construye una escalada de despropósitos, parte responsabilidad de Bill y parte debidos a la incompetencia y el poco poder del pequeño Snulbug; una escalada realmente humorística que compone un cuento delicioso.
Y que, además, tiene un final feliz... aunque con sorpresa.
Hay que tener en cuenta una cosa. Este relato lo tengo en más de diez antologías, seguro. Pero siempre que he adquirido todas y cada una de ellas, cuando regresaba a casa en el metro o en el autobús, las he abierto y siempre me he vuelto a sumerger en la divertida y agradable familiaridad de las tribulaciones de Bill y el diablillo Snulbug. Como ha vuelto a ser un placer releer este cuento para hacer esta reseña.

Texto en inglés de Snulbug

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Confidencias de un Chorizo, de Juan Marsé

Ed. Planeta, col. Fábula
Barcelona, 19772 [1977]
Ilustraciones de Kim

Jamás reeditada, coyuntural, circunstancial dentro de la obra de Marsé, si se quiere, sin embargo esta obra presenta el interés de ser una visión humorística y comprometida de su autor respecto a una época concreta de la historia de España, como fue la de la pretransición.
Hasta cierto punto es comprensible que el propio Marsé no desee volver a tenerla en el mercado. Marsé colaboraba por aquel entonces en una de las grandes y añoradas (y secuestradas y perseguidas) revistas de humor que han existido en nuestro país, Por Favor. En ella, realizó una serie de artículos (que, por lucidez, parecen editoriales), tan surrealistas como la españa del gobierno Arias Navarro, que para aquellos demasiado jóvenes o demasiado desmemoriados, representaba, no el franquismo después de Francoa, sino el franquismo sin el Franco físico pero con Franco presente en pensamiento, palabra, obra y omisión. Digo que es comprensible porque Marsé es un escritor lo bastante consciente como para no republicar una obra que, hoy día, necesitaría ciertas notas al pie para que las nuevas generaciones (o, insisto, también las desmemoriadas) comprendieran de qué se estaba escribiendo.
Sin embargo, es una lástima. Ya en su día "El Vampiro de la Sagrada Familia" fue antologado como una pequeña obra maestra del humor contemporáneo. Leídas en su totalidad, algunas otras de estas confidencias merecerían perdurar.
La composición de este volumen es la que promete el título. Un ladrón surrealista confidente de la policía informa a un comisario (descaradamente franquista y que luego será sólo descaradamente "de orden") sobre las cosas que suceden en el día a día de la calle: los fachas campamdo por las calles, los secuestros de libros, las esperpénticas declaraciones del gobierno, la censura, el nacionalcatolicismo, las manifestaciones (y la estopa que se repartía en ellas), las balas perdidas (o las balas al aire que acababan en el vientre de alguien en una época curiosa de perversión de las leyes físicas, en la que, en palabras del Perich, alguien quemaba los bosques, pero las librerías no; las librerías ardían solas), etc.
Si creen que Marsé podía tratar estos temas a las claras, se equivocan. Con la censura funcionando a tope, Marsé tenía que decir silbando lo que no se podía decir hablando. Pero lo silba muy bien. La acidez, el humor irónico y satírico y la referencia constante a la realidad revelan y reflejan una época tan surreal que no podía expresarse sino con la misma extemporaneidad. Es lógico que Marsé no quiera reditar este libro; pero también es una lástima.

Portada y sinopsis en la página oficial de Juan Marsé

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Keops Total, de Jean-Claude Izzo

(Total Khéops)
Ed. Límits
Andorra la Vella (Andorra), 2003 [1995]
Trad. de Lluís Maria Todó

El malogrado Jean-Claude Izzo irrumpió como un tiro en el panorama del "polar" francés con una trilogía de la que Keops Total es el primer volumen.
Su llegada vino a revolucionar la novela negra francesa, y anticipó las líneas fundamentalmente europeas que iban a seguir, como fueron la implicaciín social y el reflejo de la época en paralelo al puro asunto criminal.
Y es que pueden haber personajes en esta novela, pero hay uno que destaca, incorpóreo pero vivo y palpitante, como es la ciudad de Marsella.
Fabio Montale es un policía al que le fue encomendado el mantenimiento de la paz en los barrios marginales. Después de lograrlo más o menos y de confiar más en la negociación y en la intermediación que en la represión, un cambio de política le ha dejado sin apenas competencias.
Y mientras observa como las tensiones raciales y culturales crecen, tiene que investigar las muertes de dos de sus amigos y la de Leila, violada y asesinada probablemente por ser una "morita" cuando era más francesa que muchos blancos de larga raigambre.
Estas investigaciones le llevarán a lo que parece una siniestra alianza entre las mafias marsellesas, la policía y la ultraderecha.
Montale es un personaje como la copa de un pino; desencantado, honesto, pragmático y con los ideales que mantiene cada vez más arrinconados, sale de las páginas para convertirse en un guía de una ciudad tensa pero que es la suya (y que le duele) y en un filósofo de los cambios que el tiempo ha conllevado y las mentalidades, muchas veces absurdas, de los chovinistas y los arribistas. Y Marsella se muestra como una ciudad fascinante, compleja, en crisis pero con un carácter propio, turbulenta como su puerto, luminosa como su mar, una ciudad que parece hecha para todos y que sin embargo algunos quieren reservarse para sí.
Una novela imprescindible dentro del género.
[Y una nota a la traducción catalana. Muchas veces el género es menospreciado a la hora de elegir traductor. En este caso se vio dignificado por la labor y el genio de Lluís Maria Todó, un traductor de Balzac y Flaubert que trasciende a la traducción para convertirse en referencia cultural, y que aquí realizó una labor que va más allá de lo bueno con una novela difícil, encontrando el tono justo y adaptando el argot marsellés sin permitirse la perversión de utilizar argots importados de otras partes, sino trazando las diferencias de lenguaje gracias a la estructura de articulación gramatical. Una traducción también imprescindible.]

Portada y sinopsis de la edición castellana

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Themroc, el Cavernícola Urbano, de Claude Faraldo

SESIÓN MATINAL

(Themroc); 1972

Director: Claude Faraldo; Guión: Claude Faraldo; Intérpretes: Michel Piccoli (Trabajador / Themroc), Béatrice Romand (Hermana de Themroc), Marilu Tolo (La secretaria), Francesca R. Coluzzi (La vecina), Patrick Dewaere (Albañil), Miou-Miou (La vecina joven); Dir. de fotografía: Jean-Marc Ripert, Coluche (Vecino joven / un obrero / un policía); Dir. artística: C. Lamarque; Montaje: Noun Serra.

Un obrero deprimido en un trabajo sin futuro se librea de todas sus represiones, haciendo el amor a su hermana, demoliendo las paredes de su apartamento y revirtiendo a la vida de los hombres de las cavernas.
Ferozmente satírica, muy desigual en ocasiones, sin embargo es una película divertida y en extremo iconoclasta, satirizando todas las costumbres de la convención de la vida moderna. A destacar que todos los diálogos pronunciados en esta película resultan incomprensibles: los de Themroc y los que se unen a él porque renuncian al empleo del lenguaje "civilizado"; los civilizados, porque lo que se pronuncia se transforma en una serie de onomatopeyas, murmullos o sonidos, decisión voluntaria del director y que acentúa la sensación de "trogloditismo". No es que sea una película que vaya a pasar a los anales de la historia del cine, pero un visionado resulta provechoso y entretenido, a la vez que hace reflexionar.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Black, Brown & Beige, de Duke Ellington y Mahalia Jackson

Si había alguien capaz de convencer a Mahalia Jackson para que cantara jazz, ese tenía que ser el diplomático, elegante y encantador Duke Ellington.
Y si podía abandonar su canto espiritual y cantar otra cosa, esa sólo podía ser la música de Duke Ellington, en concreto una de sus suites, la Black, Brown & Tan, un canto a la negritud. Mahalia aportó su voz maravillosa y su sentido sacro de la música en las partes que más lo requerían, y la orquesta de Ellington se comportó de forma espléndida para registrar esta pequeña obra maestra de lo que se ha venido a denominar "ellingtonia".
Disfrútenla con pausa y atención, en un ambiente relajado, porque merece la pena. Y no se pierdan los comentarios del Cifu; si siempre son iluminadores, en este caso resultan imprescindibles para escuchar esta suite auténticamente única.


Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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The King's Shadow Has No Limits, de Avram Davidson

En The World Fantasy Awards, vol. 2
Doubleday & Co., col. Science Fiction
Garden City (Nueva York), 1980 [1975]

Avram Davidson es uno de esos autores cuya carrera es, lamentablemente, paradójica. Si alguien pregunta por quién ha ganado un premio Hugo, un World Fantasy Award y un Edgar, la respuesta sin duda será un nombre conocido. Si en cambio se hace notar que Avram Davidson los ganó, lo más probable es que se pregunte "¿quién?" Y es una lástima. Porque la ficción de Davidson es inolvidable.
Muerto a los setenta años, y no en las mejores condiciones económicas (no en la completa miseria, pero desde luego sí en una estrechez situada en el umbral de la pobreza), Davidson ha escrito unas fantasías cultas, irreductibles, estilizadas, en su mayor parte ferozmente humorísticas, con una clase tremenda. Pero claro, tan únicas que son inclasificables, y esa particularidad, que siempre desconcierta a los lectores de género, es una de las causas por las que no tuviera el aprecio comercial ni popular que se merecía. Por ejemplo, The Phoenix and the Mirror es la primera de una serie de novelas cuyo protagonista principal es el poeta Virgilio; por ejemplo, la serie Peregrine, humorística sobre las andanzas del bastardo de un rey en su peregrinación en busca de su hermano perdido, y en la cual podemos hallar, entre otros personajes, a Atila IV, un huno con una horda mínima; por ejemplo, Ursus of Ultima Thule, uno de los pocos ejemplos del género de espadas y brujería realmente bien escritos. O, por ejemplo, el inmortal relato Or All the Seas with Oysters / ...Y Todos los Mares Llenos de Ostras, que por fin explica porqué siempre se tienen más perchas en el armario de las que uno pensaba, porqué los clips parecen multiplicarse (y migrar a los sitios más inesperados) y la vida sexual de las bicicletas. Y si digo que es inmortal es porque es un cuento que ha pasado a la literatura oral, lo juro; lo he escuchado relatar en dos ocasiones en lugares apartados y por gentes que no se conocían entre sí. Y siempre la audiencia quedaba fascinada.
O la serie de relatos del Doctor Eszterhazy, un filósofo que vive en un reino centroeuropeo imaginario en un tiempo indeterminado que puede ser el de entreguerras o no, da igual. Y a la que corresponde este La Sombra del Rey No Conoce Límites, en la cual el doctor Eszterhazy se encuentra un día a un anciano muy parecido al rey en una obra pública, acarreando tierra, en el reparto de la sopa boba en la puerta de la ciudad y en la ceremonia del reparto del polvo de la tumba de un santo local. ¿Puede ser que el monarca se haya decidido a realizar una gira al estilo de Harún al-Rashid? ¿O puede ser que sea sólo su espíritu el que, inquieto por su futuro y el de su reino, esté experimentando todos esos pesares que son los de su pueblo?
Realmente no hay más argumento que explicar, y si este relato obtuvo el World Fantasy Award es porque, como siempre con Davidson, su estilo se sobrepone a cualquier otra cosa y es capaz de sumergirnos, con sólo un par de frases, en un mundo imaginado.