El Bonobo y los Diez Mandamientos, de Frans de Waal

Frans de Waal es uno de los mejores primatólogos del mundo. Además, es un divulgador excelente, capaz de transmitir conocimiento con claridad, amenidad y rigor. Como ya sucedía con El Mono que Llevamos Dentro, de Waal nos dice que es imposible conocer cuál era el comportamiento del hombre (el primate más caótico de todos) en los albores de su existencia como tal, pero sí es posible contemplar a nuestros parientes más cercanos y suponer que ciertos comportamientos que muestran no están muy alejados de los que debimos manifestar cuando empezamos a crearnos nuestro propio atajo evolutivo mediante la tecnología.
Así, de lo que trata este libro, como anuncia su subtítulo, En Busca de la Ética Entre los Primates, es de si la moral proviene de una estructura artificial (la religión) o si es natural y no necesariamente ligada a la fe y a las normas que, supuestamente dictadas por un dios, algunos pretenden que son el paso distintivo entre la humanidad y el resto de primates. (Por cierto, sobre el título y su traducción hablaré más tarde.)
De Waal no es un ateo militante de los que últimamente han surgido y que parecen dedicados a la causa de erradicar las creencias de los demás. Pero no cree que el constructo moral sea algo dado, más bien opina que la religión se limita a poner en letra algunos principio básicos que los primates (nosotros incluidos) ejercemos de por sí.
«Puede que sea cosa mía, pero me inquietan las personas cuyo sistema de creencias es lo único que se interpone entre ellas y un comportamiento repulsivo [...] ¿Alguien cree realmente que nuestros ancestros carecían de normas sociales antes de que hubiera religiones? ¿Es que nunca asistían a los necesitados, ni se quejaban de un trato injusto? Los seres humanos deben haberse preocupado por el funcionamiento de sus comunidades mucho antes de que surgieran las religiones actuales, que sólo tienen un par de milenios de antigüedad. Esta escala temporal no impresiona a los biólogos.»
No es que esté en contra de la religión. Los primates y otros simios muestran sentimientos: solidaridad, empatía, compasión, sentimiento de pérdida por la muerte de un semejante, y así nos lo mostrará en ejemplos que se repiten constantemente en las comunidades de primates, pero de Waal valora el papel de la religión en tanto aporta un soporte moral, que tiene mucho de justificación, premio y castigo, con el cual nos nos exhorta a ejercer esas emociones empáticas.
De Waal corre riesgos enormes. Ser atacado por los ateos, por ser demasiado tibio y tolerante, y ser atacado por los fundamentalistas religiosos, que casi siempre dicen que el ser humano es intrínsecamente malvado y así lo sería si no fuera porque hay un dios que vigila y que nos da normas de conducta, etc. Ante todo esto sólo cabe oponer el discurso de la razón y la prueba. Como cuando, en el capítulo "Diez Mandamientos Son Demasiados", nos hace notar que «la mayoría de mandamientos no tienen nada que ver con la moralidad, sino con el respeto. En los primeros cinco mandamientos, Dios insiste en la lealtad exclusiva [...] y en el respeto a los mayores. Sólo después pasa a los mandamientos tipo "no harás tal cosa" que todos conocemos». Y que son lo bastante universales como para no necesitar ser dictados por nadie. «Las leyes morales son meras aproximaciones, quizá metáforas, de cómo deberíamos comportarnos». «No fue Dios quien nos introdujo en la moralidad, sino que más bien fue al revés. Dios se introdujo para ayudarnos a vivir tal como nos parecería que deberíamos, confirmando el dicho de Voltaire sobre la necesidad de inventarlo. Aquí viene también a colación la cuestión que Sócrates le planteó a Eutifrón: si una acción es moral porque le gusta a los dioses, o le gusta a los dioses porque es moral. El propósito de Dios no es otro que lo segundo. Le hemos dotado de la capacidad de mantenernos en la misma vereda recta y estrecha por la que hemos venido caminando desde que vivíamos en pequeñas bandas».
Unas bandas como las de los primates, a los que recurre una y otra vez, no sólo para mostrarnos que nuestra definición de inteligencia debe revisarse, sino para señalar lo parecidos que somos, fisiológicamente, pero también en sentimientos y actitudes con respecto al prójimo.
En cuanto al título del libro, verán que en el original se llama "El bonobo y el ateo. En busca del humanismo entre los primates". Cómo el "ateo" se ha transformado en "los diez mandamientos" y "humanismo" en "ética" es algo que merecería explicación. Más que nada porque son cambios, declaraciones, que incluso parecen tener un sentido político. Jorge Wagensberg, director de la colección, y por tanto supuesto responsable, y que no es conocido precisamente por guardar silencio, hubiera debido dar razones a este cambio en el propio libro. A falta de ello, espero que algún día esas explicaciones sean dadas y que los lectores en castellano de uno de los mejores libros científicos que existen puedan saber a qué atenerse.

(The Bonobo and the Atheist. In Search of Humanism Among the Primates)
Tusquets Eds., col. Metatemas
Barcelona, 2014 [2013]
Trad. de Ambrosio García Leal

Portada y sinopsis
Vídeo de la conferencia de Frans de Waal Do Animals Have Morals?


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