Jefe de Estación Fallmerayer, de Joseph Roth

Joseph Roth, en apenas 57 páginas de pequeño formato y letra legible, escribe una historia mínima en apariencia; en realidad, cuando se termina de leerla y se reflexiona, hay mucho en tan poco texto.
Adam fallmerayer es un jefe de estación austríaco cuya vida, como la de los trenes cuyo paso controla, está perfectamente reglada. Se ha elevado a una posición funcionarial por encima de sus orígenes. Se casó por amor también por encima de su posición. Tiene dos hijas gemelas a las que aprendió a querer. Su vida es ordenada, estable, y nop parece desear nada más del destino.
Un día, se produce un accidente ferroviario en las cercanías, y cuando Fallmerayer acude a prestar auxilio, descubre a la condesa Walewska, rusa de los alrededores de Kiev, y queda fascinado al momento. Como precaución médica, la condesa es alejada en la vivienda de Fallmerayer en la estación, y allí la obsesión del jefe ferroviario crece.
Llega la Primera Guerra Mundial y Fallmerayer es movilizado. Destinado al frente ruso, la ocasión llega, para la que el ahora oficial del ejército se ha estado preparando a conciencia, aprendiendo ruso incluso, y se presenta en la mansión de la condesa. Ésta lo recibe al principio con turbación, pero es ganada por la inevitabilidada del amor que parece dominar a Fallmerayer. El marido de la condesa está dado por muerto en combate, Y Fallmerayer, sin un momento de duda, se hace cargo de la situación. Con la revolución rusa y la guerra, deserta del ejército, abandona sin mirar atrás a su familia y se dedica a hacer realidad el exilio de la condesa, acompañándola como marido y amante devoto.
Hasta aquí, más o menos, la mitad de la trama. Lo que nos cuenta Roth no es más que la historia de esta obsesión y la determinación de hacerla realidad. Hay que tener en cuenta que, cuando los acontecimientos llegan a su final, ni tan siquiera sabremos qué es de la vida posterior del exjefe de estación. Roth se preocupa más que de este amor loco, su consecución y su final.
Sin embargo, Roth no deja de jugar con los simbolismos y los paralelos. Una vida ordenada y metódica que cambia con una catástrofe ferroviaria, un cataclismo que tiene su igual en el ánimo de Fallmerayer. la vida, nos dice, no es previsible; igual que existen momentos caóticos, así pueden ser de caóticos los sentimientos. Y si el accidente provoca una mutación, también ésta está teñida por la locura, por la negación de todo. El ser humano no es más predecible que cualquier acontecimiento.
Este proceso de negación, de transformación, más que la historia de amor, es el motor de esta novela corta. Nos sorprende por su frialdad, por su método, por su marcha incesante hacia adelante. Fallmerayer no puede estar seguro de que la vida de acerque al lugar donde vive la condesa, ni de que esté precisamente allí, ni de que su marido haya desaparecido. Sin embargo, no deja de prepararse para ese día, con una obcecación que rayaría en la locura si no fuera por su método.
Sólo nos queda (último salto en el aire del autor) preguntarnos por cómos erá la vida de Fallmerayer una vez la historia se haya acabado y haya dilapidado (o vivido, no sé) dos vidas. 

(Stationschef Fallmerayer)
Acantilado / Quaderns Crema
Barcelona, 2008 [1933]

Portada y sinopsis


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